Difícil armar una banda y ser su cantante, escribir un repertorio mínimo y escalar, peldaño a peldaño, escalones que lo conduzcan a espacios en los que el público valore la música cubana interesante, sensible, novedosa. Se escribe fácil, así, de un tirón, pero Abel Geronés no me dejará mentir: “Tienes que atreverte, aprovechar las experiencias acumuladas y ser optimista, ¿por qué no?”
En nombre de ese atrevimiento agarró su guitarra bajo, —instrumento que domina gracias a la formación académica recibida en el Conservatorio Guillermo Tomás— y le cantó una canción suya a Israel Rojas hace un par de días. “Por qué no me traes un disco?, le dijo el líder de Buena Fe. “¡Qué va! Los discos se engavetan… mejor así”. Se ganó el derecho inmediatamente a compartir escenario el próximo sábado 26 en el Centro Cultural El Sauce. “Imagínate… coincide la fecha con el concierto de Take 6 en el Karl Marx. Te juro que quiero ir, pero la oportunidad que me dio Israel no puedo desaprovecharla”.
Lograr posicionarse en la preferencia del público, y ganar seguidores en el Pepito’s bar (donde se presenta jueves alternos después de las 10 de la noche) y en otros lugares, requiere de mucho trabajo de promoción, de creación y de entrega. “No creas, mientras menos ensayamos mejor nos sale todo, pero es verdad que debemos trabajar mucho para que nuestra propuesta de pop rock prenda en la gente”.
No es el inicio de Abel Geronés, pues luego de graduado en 2008 cumplió su servicio social en la agrupación Cuba Salsa, conocida después como Zona Cero. Años mas tarde acompañó al cantante y compositor Waldo Mendoza como bajista e incursionó en la música popular bailable junto a Tania Pantoja. Integró Habana en Clave y luego se arriesgó como solista, mostrándose como arreglista, incluso, de su primer fonograma Una parte de mí, grabado de manera independiente.
“El primero que confió y me grabó un demo fue Yamil Reyes, cantante y director de Deja Vu , y por fortuna, me acompañó en el Teatro del Museo de Bellas Artes en abril del 2014, cuando tuve mi primer concierto con el grupo. Gretell Barreiro y Yasdani Portillo también estuvieron, y son músicos y amigos a quienes les agradezco su apoyo”.
Una parte de mítuvo a Pável Ernesto Lorenzo en las guitarras, Alejandro Saúl Martínez en el cello y Alejandro Falcón en los pianos. “Si escuchas detenidamente, muchos temas bailables de hoy apenas ofrecen texto, pues es un estribillo tras otro, incitando al baile y no más. A mí me interesa el texto, lo que quiero expresar, que puede tener puntos en común o no con quienes me escuchan, pero pongo mi inquietud en el pentagrama y sin dejar a un lado la cancionística cubana tradicional, me dejo llevar”.
Y lo hace muy bien. Cantar y tocar el bajo a la vez impresiona, y cuando la dulzura de su voz irrumpe en nuestros oídos, ya eres su presa… no puedes escapar. “Estudié música, precisamente, porque me gustaba cantar desde pequeño, y mi abuela me incitó”. Seguramente este joven, versátil y talentoso, quiere atreverse más, coquetear con otros géneros, y conquistar a un público que no necesariamente prefiera las melodías más comerciales, pero poco a poco, no puede perder la paciencia.
Le auguro, con buenas energías, un camino difícil pero transitable. Si es capaz de hablar de “matemática-cibernética, uñas postizas, la discografía de Alejandro Sanz, su estancia en Turquía o lo que quieras”, ¿por qué no pudiera lograrlo?
Enfrentará los obstáculos de la industria discográfica y las zonas de silencio demoradas a las que se confinan a muchos que proponen algo diferente, pero con el tiempo una parte muy suya emergerá, y si los buenos amigos siguen poniéndole ganas al proyecto, el viaje puede ser viento en popa. Los frijoles que cocina, asegura, le quedan deliciosos. Su música también lo es.
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