¿Quién es George Soros?, esta pregunta se repite día a día en las redes sociales y los medios alternativos que cuestionan la existencia de un estado de excepción a nivel mundial, que ha transformado la forma en que se vive la cultura. Sin dudas, hay una dictadura que subrepticiamente se impone sobre los usuarios de las tecnologías ahora confinados en sus casas: la del pensamiento. La nueva era del coronavirus genera una manera de abordar la vida muy cercana a las predicciones de George Orwell en su novela 1984, publicada en 1948, sobre un mundo distópico, regido por lineamientos que contrariaban los principios occidentales de civilización.
En la famosa distopía literaria, Orwell construye una metáfora de la pérdida de la libertad y de la muerte de la cultura. La neolengua quiere eliminar cualquier rasgo de individualidad y de pensamiento crítico, instaurando el parecer de una élite en torno a la verdad desde patrones que enmarcan a la persona en una nada existencial. El amor, la empatía, las relaciones de pareja, se persiguen desde cánones que solo buscan la reproducción, mas no la unidad en espíritu de los cuerpos. Para los planes de dominio de los dueños de 1984, el mundo no era el mundo sino su creación mediática, y cada día mutaba como un camaleón hasta hacerse irreconocible.
Vuelve entonces la pregunta, ¿quién es Soros, y por qué se le asocia con 1984 y su universo? Este señor representa la punta visible de un inmenso iceberg de nuevo dominio, en realidad él estaría llevando a cabo el cambio cultural mediante su agencia, la Open Society, cuya finalidad es el endeudamiento y el fin de las naciones y su sujeción a un nuevo orden secular, cuyas leyes vendrían no ya por votaciones, sino por imposición desde arriba.
El cambio cultural solo podía darse en las condiciones de una guerra mundial, pero la élite sabe que tal cosa es imposible pues supone la opción cero para todos. Entonces viene el virus, cuyos orígenes aún no nos quedan claros, y coloca la economía en una total dependencia de los capitales especulativos y financieros. Soros, como magnate que es de dicho poder, sería de los que les imponen a los presidentes sus condiciones de cara a una realidad pospandemia.
El periodista Nicolás Morás, desde su canal en YouTube, ha denunciado las diferentes llamadas telefónicas de Soros al presidente argentino, las cuales tendrían que ver con un alargamiento de las condiciones de cuarentena, a cambio de apoyos financieros y renegociaciones de la deuda externa.
Por su parte, el investigador Daniel Estulin habla del cambio cultural como la llegada, en efecto, de 1984, con todo lo que ello supone para una maltrecha democracia que no se sabe defender y que hace ya décadas está herida de muerte. Como dijo Franklin Delano Roosevelt, en política no hay casualidad y, cuando la hay, ha sido cuidadosamente planificada.
La agenda global es una realidad y no una quimera de locos ni conspiranoicos. Se necesita una nueva cultura y eso ya lo veníamos viendo desde antes, con la banalización del consumo de masas y la conciencia acrítica del llamado arte chatarra. Ahora, bajo el pretexto de la seguridad, el mundo perderá más libertades, hasta que nuestra vida se reduzca a los decretos de los amos del capital. En el cambio de cultura, hay que demoler a Occidente como cuna de las libertades civiles y las revoluciones y construir una nueva Edad Media, no ya basada en leyes sino en el miedo y el dictamen. Para los estudiosos de la agenda globalista se trata de un cronograma que en realidad ha estado siempre en la mesa de estudios y que ahora, para que sobreviva la moribunda élite, deberá llevarse a cabo con la celeridad de un contagio virulento.
George Soros representa la punta del iceberg, uno más de los magnates junto a Gates, Ford y Roquefeller que se proponen un nuevo orden. De hecho, no se esconden para decirlo, y en la Cumbre de Davos que se realiza cada año, el propio Soros ha declarado el peligro que representa para el capital el Estado Nación y la “necesidad” de demolerlo, en especial aquellos que como China representan un modelo alternativo.
En cuanto a David Roquefeller, si revisamos sus memorias, un volumen aburrido de 900 páginas, daremos con la confesión textual de que todas las acusaciones, las que se hacen contra él y su familia, son ciertas. Sí, ellos quieren eliminar los Estados y establecer un orden único en todo el orbe y para eso trabajan. ¿Y los pobres? Esos no les importan, apenas representan cifras, variables en las computadoras de las bolsas de valores.
Para el capital más voraz solo existe cerebro y estómago, no corazón, tal y como narra Orwell en su libro, los miembros de la élite lo tienen todo minuciosamente preparado, incluso, son los dueños hasta del contradiscurso cultural, en tanto buena parte de la nueva izquierda está comprada por los dineros del financismo. La nueva cultura será la del desapego y la renuncia al contacto con el otro, la de la vida digital, la simulación y la vigilancia, la del hombre que renuncia a su esencia de hombre. Esta era teledirigida desde las redes sociales quiere una ontología inhumana, donde el arte sea un mero sucedáneo, un reallity show, como ya se ha venido viendo en los años pasados.
Los que creemos en la libertad y la defendemos, desde Cuba y cualquier parte del globo, tenemos el deber de alzar nuestra voz mientras estemos a tiempo. El ser humano no puede ser propiedad de otro, sino que tiene derechos inalienables que lo conducen a una existencia única y plena. La nueva era no tiene por qué ser de esclavitud, no hay que convertirnos en un reflejo de 1984, máxime cuando existe la clarividente advertencia de Orwell. La humanidad no debe ser en un error de cálculo, lejos de ello, su esencia reside en la búsqueda de más libertades sobre la base de la idea del progreso, la solidaridad y los valores más equitativos.
¿Quién es George Soros? Quizás esa pregunta esté en el aire aún mucho más tiempo, hasta que sea develada toda la verdad y, entonces, los hombres de bien tendremos que pelear duramente en un mundo cada vez más fantasmal, ilógico y manipulable. Hasta entonces, leamos y analicemos 1984.
Yuni
12/7/20 0:59
Gracias por compartir este tipo de artículos que abren los ojos en estos tiempos difíciles donde la mayoría de los medios de comunicación nos venden una "realidad" fabricada para que la población mundial continúe enajenada consumiendo programas "chatarra". El modelo liberal banquero financiero representado por Soros, Rockefeller, Bill Gates, etc llega a su final y el coronavirus es la excusa perfecta para materializar los planes de eugenesia y control de la población mundial que se han hecho públicos no solo en el documento desclasificado "El memorando de estudio de seguridad nacional NSSM 200" creado por Henry Kissinger en 1974, sino en las conferencias de Bill Gates y su famoso evento 201 celebrado en octubre de 2019 donde se llevaba a cabo una estimación de una pandemia que aniquilaría 65 millones de personas y casualmente apareció en diciembre, dos meses después, el incidente del covid19 en Wuhan...Gates financia en un 80% la OMS y convenientemente es accionista mayoritario de las farmacéuticas GSK,Sanofis y por supuesto propietario de GAVI (Alianza Mundial para Vacunas e Inmunización).
En este link uno de los principales expertos a nivel mundial sobre la figura de George Soros ofrece información relevante que es indispensable revisar para comprender más a fondo el triste panorama mundial :
https://latribunadelpaisvasco.com/art/10995/juan-antonio-de-castro-george-soros-es-un-peligro-para-la-seguridad-nacional-de-espana-y-de-otros-paises-europeos
Saludos
Norah Hamze Guilart
31/5/20 10:04
Si las fundamentaciones son ciertas, como parece, es una alerta previsora que nos conmina, cada vez más, a repensar nuestras expresiones culturales, a arraigar nos a los valores de nuestra tradición, desde una mirada contemporánea e inteligente, despojada de banalidades, posturas maniqueistas y panfletarias, para defender lo autóctono, sin renunciar al paso del tiempo y el desarrollo social.
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