Cuenta la historia de la medicina cubana que la primera vez que se detectó la poliomielitis en Cuba fue a finales del siglo XIX, en una comunidad de residentes estadounidenses de la entonces Isla de Pinos (Isla de la Juventud).
Aparentemente, esa enfermedad fue introducida en el país por la inmigración desde los Estados Unidos. Y aunque el primer brote fue aquel de 1906, no se reportó una epidemia hasta 1909, en Villa Clara. A partir de ese momento las epidemias aumentaron y llegaron a tener una periodicidad de entre cuatro o cinco años; lamentablemente acompañadas por una alta mortalidad y secuelas de invalidez en los niños.
Antes de 1959, Cuba no tenía una política de salud pública que comprendiera la profilaxis (o prevención) de la poliomielitis, explica el epidemiólogo Enrique Beldarraín Chaple en su artículo “La poliomielitis y su eliminación en Cuba: una visión histórica”. Sin embargo, en ese año mejoró la obtención de datos y el reporte obligatorio del padecimiento.
Según datos de la época, entre 1932 y 1961 se registraron 3 939 casos de poliomielitis, de ellos 3 134 paralítica, y hubo 430 fallecimientos, para una letalidad del 10.9%.
No fue hasta el triunfo de la Revolución que la salud pública se tornó verdaderamente masiva y orientó su enfoque hacia la medicina preventiva desde sus primeras campañas sanitarias. En 1962 comenzó el diseño de la estrategia de una campaña de vacunación en niños contra la poliomielitis y ese mismo año se llevó a cabo.
Esta estuvo basada en la alta cobertura de vacunación, vigilancia de casos sospechosos y investigación y control de los brotes. Para ello fue necesario un gran apoyo gubernamental, el adiestramiento del personal de salud y los voluntarios, y la divulgación que permitió un total apoyo público.
Gracias a la campaña se lograron inmunizar a más de 2,6 millones de niños menores de 15 años. Esta se considera el resultado más relevante de la salud pública revolucionaria en el campo de la prevención. Fue la base de lo que sería posteriormente el Programa Nacional de Inmunización (PNI), que es el encargado de la prevención de enfermedades en el país.
A decir de los especialistas, sentó además las bases de la que sería la estrategia regional y más tarde mundial de erradicación de la poliomielitis, ya que los resultados de las investigaciones cubanas ayudaron a conocer más sobre la circulación del poliovirus salvaje en la población y en el medio tras las campañas masivas.
Apenas cuatro meses después de iniciada la vacunación ya no se reportaron más casos. Los resultados de esa primera campaña y su repetición anual lograron documentar suficientes datos para que el 7 de noviembre de 1994 la Oficina Panamericana de la Salud emitiera a Cuba la Certificación de Erradicación de la enfermedad.
Para mantener ese estatus en beneficio del pueblo y especialmente de la población pediátrica cubana se mantiene anualmente la vacunación contra ese grave padecimiento. Según el Ministerio de Salud Pública, solo este año, como parte de la Campaña 60 de Vacunación Antipoliomielítica Oral Bivalente, 330 mil 002 niños menores de tres años recibirían la primera dosis, y también se reactivaría con la vacuna 124 mil 288 infantes de nueve años de edad.
Gracias al Programa Nacional de Inmunización (PNI) entre 1962 y hasta el 2021 se mantienen eliminadas seis enfermedades prevenibles por vacunas, y algunas formas graves de otras enfermedades.
- Consulte además: Vacunación en edades pediátricas: tradición, confianza y amor
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