La hora preferida no es esa del amanecer, cuando aún afuera está oscuro, los niños duermen, y el café que mi esposo cuela en la cocina inunda la casa de una tibia sensación de comienzo.
No es tampoco la de dejarlos en el círculo, después de los muchos besos y abrazos; cuando les digo: "diviértanse y sean buenos, nos vemos en la tarde".
La hora preferida no es la de llegar al trabajo, conversar un poco con los buenos amigos, organizar la agenda, y escribir, con música en los audífonos. Escribir como si de una fiebre se tratara, a veces fluyendo, otras arduamente, palabra a palabra.
No prefiero tampoco esa hora, robada minuto a minuto, para leer, siempre con ansias; ni esa otra de caminar de vuelta a casa, acompañada otra vez por las canciones más entrañables.
Mi hora preferida es la de recoger a mi hija y a mi hijo. Empieza como una feliz anticipación, a una cuadra más o menos. Nada puede compararse a las expresiones de sus rostros cuando me ven, hay en ellas sorpresa, alegría y dulzura, no importa que la rutina se repita de lunes a viernes.
- Consulte además: Amor de madre
Luego vienen nuestras conversaciones camino a casa. A medida que crecen, lo hacen también sus ocurrencias.
–Mamá, qué lindo día para pasear.
–Mamá, qué lindo día para estar con mamá.
–Mamá, que lindo día para comer dulces.
Nos vamos haciendo cómplices, y ese momento del reencuentro es el de los relatos del día, las bromas, y los "te quiero".
Luego vienen la merienda y los muñes, y empieza la dinámica doméstica.
Volver a casa implica más trabajo, sobre todo si se tienen hijos, pero no hay nada como reencontrarse con sus olores, voces y cariño.
La felicidad es, también, desear volver a ese estado de intimidad que solo se encuentra en el hogar; a ese territorio seguro y repleto de afectos que construimos con los hijos, a pesar de los llantos, del cansancio, de las travesuras con finales desastrosos.
Las madres necesitamos tiempo para nosotras, y vivirlo sin culpas, nadie puede cuidar sola; pero también necesitamos la reconexión, sentirnos nido, y serlo.
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