En Caimito, Provincia de Artemisa, al oeste de La Habana existe un lugar casi paradisiaco que le rinde homenaje a la memoria de Marta Monzote Fernández. Es un proyecto agroecológico familiar liderado por el campesino Fernando Funes Monzote, quien es Doctor en Ecología de la Producción y Conservación de Recursos.
“Nuestro proyecto está dedicado a esa mujer que fue mi madre y mi tutora profesional, una soñadora que estaría tremendamente orgullosa de estar aquí hoy, me comenta emocionado Funes Monzote, quien luego de dedicarse por más de dos décadas a la investigación y la docencia decidió emprender un nuevo camino.
En Finca Marta labora una treintena de trabajadores, de ellos cerca de veinte son mujeres que contribuyen a la soberanía alimentaria de sus familias al vincularse directamente a la agricultura, la horticultura, la apicultura, la ganadería y la fruticultura.
Uno de los atractivos del lugar son sus canteros en forma de terrazas y en sentido contrario a la pendiente. Fueron construidos con piedras que se recogieron in situ para evitar que la lluvia lo arrastre todo a su paso. No sido fácil transformar el sistema agroalimentario cubano desde esta experiencia local.
“Era una finca tradicional, muy pobre. Pertenecía a un agricultor que no había encontrado la manera de que su familia se mantuviera en el campo. Ese es un fenómeno internacional. Necesitamos un relevo generacional pero para una agricultura que genere nuevos incentivos, que se enfoque en las dinámicas sociales actuales, que reconozca el papel de los jóvenes y logre motivarlos de manera constante, señala el líder de Finca Marta a quien han secundado en este empeño su esposa Claudia y sus hijos.
Ha transcurrido una década y ya se ven los resultados. En el recinto se aplican los principios y fundamentos de la agroecología, de manera participativa y sustentable. En el proyecto se han alcanzado las capacidades de producción, procesamiento, comercialización y consumo, sin perder de vista la protección del medio ambiente mediante el empleo de fuentes renovables de energía.
“El campo requiere trabajo, esfuerzo, sacrificio pero te devuelve sus frutos. Sobre todo cuando lo haces con amor. Aquí está la principal fuente de inspiración del ser humano: en la interacción con los recursos naturales. El agricultor es un escultor de la naturalea. Es alguien que está tratando de entenderse con ella, y sufre cuando vienen ciclones, tornados, pero siempre muestra la capacidad de resiliencia, de recuperación.
Una de las claves del éxito ha sido apostar por la agricultura ecológica, centrada en lo local, que reconoce los ciclos, los procesos de la naturaleza y genera alimentos sanos. En un recorrido por la finca pudimos apreciar cómo se reutilizan las aguas residuales de la casa principal y el estiércol del ganado vacuno en la producción de energías limpias.
A las 7.71 hectáreas de la finca pronto se sumarán otras diez. Según comentó Fernando ha logrado generar una comunidad agraria sustentable, con 150 hectáreas en seis fincas nuevas
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En el recinto se aplican los principios y fundamentos de la agroecología, de manera participativa y sustentable (Foto: De la autora).
“Esta es una empresa y pronto se convertirá en un Proyecto de Desarrollo Local. Nuestro compromiso es multiplicar lo que hemos logrado en estos diez años. Estamos formando una red de alrededor de 120 fincas en toda Artemisa para multiplicar el modelo de Finca Marta y convertirnos en articuladores de estos procesos en el territorio. Por eso hacemos intercambios horizontales y solidarios.
Dentro de lo ecológico, lo económico y lo social han encontrado la sustentabilidad. En Finca Marta se cosechan vegetales poco conocidos en Cuba que se destacan por su particular colorido.
“He viajado mucho alrededor del mundo. Conozco la agricultura de zonas muy remotas y la de los países muy desarrollados. Pienso que Finca Marta, de cierta manera, es una síntesis de todo eso: lo que he conocido y visto en el mundo; lo que pude capturar de los diferentes ambientes”.
Actualmente en Finca Marta se cultivan más de 120 productos durante todo el año. Entre ellos se destacan el estragón, la espinaca, el romero, la hierba buena, el cebollino, la lechuga, el tomate, la berenjena y el ají. Mientras tanto, se siguen ampliando las ofertas y se elaboran alimentos para su consumo fresco, directo, con una alta calidad y diversidad durante todo el año.
“Tenemos siete segmentos de mercado: el local, familiar, los restaurantes, hoteles, tiendas. Somos uno de los 61 usuarios de la Zona Especial de Desarrollo Mariel, y la única Mypime con esa condición. Estamos creando las condiciones para empezar las exportaciones seguras, con eficiencia económica pero también con una estabilidad en el tiempo”.
El décimo aniversario de Finca Marta se celebró con una acción comunitaria, de conjunto con la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre así como con emprendimientos de La Habana y Artemisa.
Las actividades incluyeron la práctica del yoga, la venta de ofertas gastronómicas y artesanales así como la donación de varios productos a mujeres vulnerables del territorio. Fue una jornada diferente, en contacto con la naturaleza, que todos los presentes, entre ellos muchos niños, disfrutaron a plenitud.
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