Caracterizados por sus virtudes de emprendedores, cubanos y cubanas hacen de cada jornada laboral un día que vale la pena. Dotados como pocas idiosincrasias con ese poder de levantarse, salir adelante y dar siempre todo de sí y más, no son pocos los ejemplos de habitantes de Cuba que sobresalen por sus méritos aquí y en cualquier sitio del mundo y por esa capacidad de entrega que no vacila ante obstáculos o carencias para transformar todo cuanto le rodea, tengan condiciones o no para ello.
No por gusto pululan las historias de obreros capaces de subvertir el futuro de su empresa con una idea innovadora y ganas de cambiarlo todo, a la par de las de aquellos sujetos que han levantado una realeza de oportunidades en un terreno desprovisto de recursos y horizontes.
Este simbolismo, unido a la realidad insalvable de que dependemos como economía de cada esfuerzo personal y colectivo por transformar una carencia en logro ante un contexto mundial plagado de puertas cerradas y dificultades que lastran casi cualquier intento que no sea de puras ganas, hacen de cada jornada laboral un desafío que casi siempre batalla hasta el final por traducirse en resultados.
El nuevo Código de Trabajo, aprobado por la Asamblea Nacional del Poder Popular recientemente, y todas las fases de implementación que este trae consigo, tributan a un desarrollo progresivo del país. Además del importante proceso de negociación entre sindicatos y administraciones, la inclusión de la figura del trabajador por cuenta propia y el cooperativista no agropecuario como nuevas formas de gestión no estatal y sujetos de derecho y seguridad social, perfecciona aún más la larga tradición de protección laboral que ha signado el devenir cubano.
Respecto a la irrupción de estas últimas personalidades dentro del nuevo escenario económico cubano, son significativos los resguardos que quedaron recogidos en la norma obrera, al reconocérseles, entre otros, hasta los tan vulnerados derechos al descanso en horarios de almuerzo, y la posibilidad de solicitar vacaciones y licencias, con igualdad de condiciones que en una empresa estatal.
Claro resulta que estas son garantías que deben ir acompañadas de la exigencia y el uso por parte de estos trabajadores asalariados, que deben solicitar con conocimiento de causa que tales potestades queden recogidas en sus contratos de trabajo. Este documento legal, aunque no resulta obligatorio en su formato escrito, se recomienda como requisito indispensable para una relación empleador-contratado. Mas, la realidad es que muchas veces este instrumento no media el proceso de entrada a un nuevo puesto de quienes laboran por cuenta propia; por lo que sobre este deben ponerse las miradas a fin de usársele más eficazmente en una sociedad de justicia como la nuestra.
El trabajo visto como derecho humano ha ganado terreno también con el nuevo cuerpo legal de los obreros. Mientras que se imponía un reordenamiento y perfeccionamiento empresarial en muchas de las zonas de la economía cubana, la autorización y reconocimiento con todas las de la ley de quienes gestionan sus negocios llegó como una vía para no dejar a nadie sin la posibilidad y el derecho a tener un empleo, en este caso, aún más acorde al contexto mundial al generar la capacidad del autoempleo (siempre dentro de las particularidades de un sistema social como el cubano).
Por esta razón, a la par que se incrementa el desempleo en el planeta o siguen aumentando indiscriminadamente los impuestos con el fin máximo y mediato de extorsionar a la clase trabajadora, el país apuesta por crear y legitimar otros modos de empleo, e incluso, estimularlos con garantías y bonificaciones fiscales en aquellos sectores en los que más se requiere presencia y creatividad laboral, sin que ello se traduzca en incumplimiento de las obligaciones tributarias, también importantes para los nuevos aires de la economía.
Sobre este orden, debe seguirse incitando al aumento de actividades que premien y nunca lastren la inventiva de los cubanos, sin que ello conlleve a alejar de la gestión estatal los sectores denominados estratégicos, sino como modo de incorporar más posibilidades de trabajo.
Si damos una mirada al área del empleo en el mundo, el informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), comenta que aunque este año ha presentado una débil recuperación económica, ello no trasciende hasta el marco de los empleos, pues el índice global de desempleo alcanzó los 202 millones en el 2013, por lo que se considera fallida la intención de generar mejoras en el mercado laboral, y sobre todo en los trabajos a largo plazo.
Dicho estudio denota también la realidad de que son los jóvenes los que permanecen más alejados y desalentados para entrar al mercado laboral, sobre todo porque las ganancias actuales no van a parar a lo que se considera como economía real, que es la encargada de la generación de empleos. Informa además la OIT que de continuar la tendencia actual los 200 millones de empleos adicionales que surgirán para el 2018 serán insuficientes a la cifra necesaria para absorber el número de trabajadores que ingresarán al mercado laboral.
Toda esta realidad internacional contrasta con la de un país como Cuba, que a la vez que se actualiza económica y socialmente e incluye en sus formas de gestión otras no estatales, garantiza la ubicación laboral para cada estudiante que egresa del nivel superior convertido en profesional de las más disímiles materias y sectores de la sociedad. Durante este período de adiestramiento se le proporcionan al recién graduado las herramientas para convertirse en un profesional con todos los medios y competencias.
Sin embargo, no deja de ser cierto que el estímulo material que nace del trabajo en la mayoría de las profesiones no satisface las necesidades de vida del obrero, obligado entonces a encontrar otros modos de subsistencia, ligados ocasionalmente al trabajo por cuenta propia. Se impone entonces una decisión sobre el lugar hacia donde deben apuntar los esfuerzos.
Si se deciden por las formas de gestión no estatal, la creatividad y el emprendimiento se encargarán del triunfo. Para quienes apuesten por un futuro laboral dedicado a la profesión estudiada, la superación y obtención de competencias siguen siendo la puerta cada vez más imprescindible para acceder al éxito. Lo importante es no caer en ese viejo refrán de las abuelas que maldecía la mala suerte de pasar trabajo para trabajar.
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