Tuvimos el mejor de los escenarios para ser analizados con vistas a tomar experiencia y elaborar un plan de medidas que garantice los procesos comunicativos en situaciones especiales.
El panorama estuvo compuesto por un fenómeno meteorológico que entró por tierras orientales en la tarde del domingo 20 de octubre, aunque repercutió nacionalmente porque el país tuvo que priorizar hacia esa zona recursos materiales de los pocos disponibles.
La situación se agudizó a las 11:00 de la mañana del viernes 18 de octubre por la primera desconexión total del sistema electroenergético, algo que si bien es el peor incidente posible en el sistema eléctrico de un país, otros pueden enfrentarlo mediante transferencias de naciones vecinas con las cuales tienen fronteras terrestres.
Debe tenerse en cuenta que entre las causas de todas las desconexiones estuvo que sólo generaban las termoeléctricas, pues las restantes fuentes estaban paralizadas por carecer de combustible importado, situación que para la comunicación social se agravó porque se afectó también la movilidad para gestionar la información.
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Afortunadamente, si algún ingrediente faltó, fue el de una situación bélica, aunque hubo agresión mediante armas no convencionales para aumentar la intensidad de la emisión de falsas noticia al aprovechar la importancia del asunto y la ambigüedad por falta de suficiente información.
Aunque hubo limitaciones en su funcionamiento, existe una infraestructura favorable para la comunicación, pues las estaciones de radio y televisión nacionales cubren potencialmente con amplitud el territorio del país, además de que existen tales medios a nivel provincial y en casi la mitad de los municipios.
Lo mismo sucede con la electricidad diseñada de forma tal que hay fuentes de generación que pueden independizarse y abastecer áreas, al igual que con Internet cuyo alcance puede y debe incrementarse, pero su capilaridad y penetración es considerable.
Con estos recursos, calmadamente, nadie debe desaprovechar la recién pasada situación para examinar al detalle qué fallas hubo o pudo haber, así como los aciertos para confeccionar un documento que guie las acciones en próximas ocasiones.
Cuando se afirma que nadie debe dejar de analizar cómo emitir informaciones o recibirla, está referido también a las personas naturales, es decir, al individuo en el seno de la familia o colectivos laborales, donde también debe prestarse atención a medidas para conservar la calma.
Pueden faltar recursos como los aparatos de radio que hubo años atrás que cargaban su batería con luz solar, corriente alterna y mediante un dinamo para lo cual tiene una manivela, pero lo fundamental es desarrollar capacidad de previsión, modelar situaciones y anticipar la confección de un conjunto de medidas.
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Se trata de pensar con anticipación, por ejemplo, cómo mantener funcionando el teléfono celular (los hay con radio y televisión), cuya batería puede estar cargada más tiempo si reducimos el brillo a la pantalla, detenemos aplicaciones en segundo plano, lo ponemos en modo ahorro máximo, o lo cargamos con la laptop u otros equipos.
Cuando falla la electricidad, hay lugares donde tampoco se reciben los datos móviles y ni siquiera se transmite la voz, en cambio pueden existir áreas reducidas apenas a pocas pulgadas cuadradas donde sí funcionan, pero hay que saberlo.
En tiempos de predominio de nuevas tecnologías con sitios digitales y plataformas de redes sociales no debemos desdeñar a los radioaficionados ni las palomas mensajeras, pero tampoco relegar las maneras de aquellos chasquis que a toda carrera portaban mensajes a centenares de kilómetros por todo el imperio inca.
Tampoco debemos relegar medios ya utilizados como los megáfonos o vehículos con equipos altoparlantes que recorren barriadas para dar información general o específica del área, o transmitir indicaciones.
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Y aunque se requiere desarrollar la capacidad de mantener la tranquilidad aun estando sin información, y no dejarse influir por la emitida desde fuentes no comprobadas ni confiables, es necesario pensar y ejercitar cómo transmitir y recibir datos en condiciones excepcionales.
El escenario cubano tiene una amplia infraestructura para cubrir con información el territorio nacional, pero está bajo los mismos efectos del resto de los recursos que dependen en apreciable magnitud de su adquisición dificultada por el consabido bloqueo económico, comercial y financiero.
Sin embargo, cuenta con la riqueza incalculable de una sui generis organización de la sociedad civil a través de la cual emitir información y recibir la necesaria retroalimentación, o mejor aún, para establecer un diálogo persona a persona, de los individuos con las organizaciones y estas últimas entre sí.
Esos elementos humanos están unidos por intereses comunes y actúan en armonía, por lo cual constituyen una potentísima red social que se extiende y fortalece a través de Internet de manera creciente y con rapidez nunca vista antes.
Independientemente de que se ofrezca información a través de números telefónicos habilitados para la ocasión, siempre debe preverse que la mayor capilaridad se logra cuando alguien capta la información de un emisor principal y luego la difunde en el contacto personal, cara a cara.
No debemos negar que hubo fallas en la comunicación que no obedecieron a falta de recursos o porque dejaron de funcionar, estas son las que cada uno debe contabilizar y prever cómo evitarlo en próximas ocasiones que pueden ser en cualquier momento antes de terminar la temporada ciclónica el 30 de noviembre.
Y no se trata solo de informar o dar con celeridad una noticia, también hay que fomentar la cultura del análisis antes de la situación excepcional, pero también durante ella y al volver a la normalidad para lograr un escudo protector contra operaciones de guerra psicológica que aprovechan cualquier resquicio informativo.
En fin, que si hombre precavido vale por dos, si se prepara previsoramente cómo comunicar en momentos excepcionales, el contenido que se transmite también multiplica su valor.
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