Han pasado algunos días desde que llegamos a esta ciudad del sur de Perú –Nuevo Chimbote. No la conozco, pero he logrado captar un gran lugar que simplemente se construye.
Ayer volvimos a mudarnos. Ahora, desde la azotea de este hotel, mi vista domina mejor la urbe que, por cierto, hoy regaló unas preciosas vistas al tener el cielo despejado y el sol salir con verdadera fuerza… como en Cuba. Las cercanas montañas que bordean la costa y el Pacífico, azul oscuro, se dejaron ver con nitidez.
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Amaneció y, sobre las siete, nos dirigimos al hospital regional donde trabajaré próximamente; una edificación que sobresale por cuanto exhibe de sobriedad y elegancia.
Primero fuimos atendidos por una enfermera que, muy locuaz, nos resumió al neumólogo y a mí la situación sanitaria de la región. Asimismo, nos inquirió sobre cómo evoluciona Cuba al respecto y, después, nos ofreció sus oficinas para descansar durante las madrugadas. Nada: hospitalidad, camaradería…
Después nos recibió la doctora que coordina la atención a la pandemia en el centro. Igualmente: educada, amable, interesada en conocer características de nuestro sistema de salud, sobre todo en la respuesta a la actual encrucijada.
A veces mi connacional, en ocasiones yo, describimos las particularidades que hacen de él algo único. Intercambiamos sobre los protocolos médicos, y explicamos el porqué de nuestra baja mortalidad, así como del uso de los fármacos.
Supimos que los pacientes de aquí tienen que pagar sus medicamentos e igualmente el resto de los insumos clínicos que se emplearán en su atención. Ello puede resultar complejo, en especial para los de menores recursos… que suelen ser los más afectados.
Recorrimos las diferentes áreas. Diversas carpas dispuestas en la entrada fungen de recepción para los pacientes con Covid-19. Allí se clasifican y observan, para luego ingresar al recinto hospitalario.
También conocimos las salas de internamiento, donde fuimos presentados y conversamos de manera breve con otros profesionales peruanos, todos con los correspondientes medios de protección. Nuevamente salimos hacia donde se encontraban las carpas, que también funcionan como sitio de intercambio. Nos despidieron de forma cordial tras informarnos los horarios de trabajo.
AHORA, SOLO NERVIOS, ANSIAS, SILENCIOS…
A partir de mañana, en el hospital regional Eleazar Guzmán Barrón, de Nuevo Chimbote, Áncash, Perú, dos cubanos atenderán a sus primeros pacientes de estos lares infectados por el “dichoso” coronavirus. Para eso estamos aquí. Aún no conozco las interioridades del trabajo, pero de solo haber visto a los colegas peruanos en sus funciones, parece agotador.
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