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lunes, 18 de noviembre de 2024

Cuando educar no repara en sacrificios

Desde octubre, más de dos centenares de estudiantes asumen, junto a sus carreras universitarias, docencia responsable frente a un aula de la enseñanza Secundaria Básica y Preuniversitaria...

Yuniel Labacena Romero en Exclusivo 12/02/2015
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Cuando supe la convocatoria me sumé sin pensarlo dos veces. Preferí impartir Biología, pues es una asignatura que tiene similitudes con mi carrera y además posee tres frecuencias a la semana. Hasta ahora ha sido una experiencia maravillosa. Eso nos confesó Juan Leandro Azcuy, estudiante de tercer año de Medicina en la facultad de Ciencias Médicas Julio Trigo, en Arroyo Naranjo.

Este joven es uno de los casi 300 estudiantes, lo mismo en la capital como en otras provincias, que asumen junto a sus carreras universitarias, la docencia al frente de un aula, especialmente en la enseñanza Secundaria Básica y Preuniversitaria. Fue a finales de agosto del 2014, en las sesiones del Consejo Nacional de la FEU, cuando el Ministerio de Educación solicitó su apoyo para ampliar la cobertura docente del curso escolar que iniciaba.

Entonces más de 500 jóvenes estuvieron dispuestos a brindar su auxilio en las escuelas, y muchos fueron seleccionados en dependencia de las necesidades reales de cada territorio y sus condiciones docentes. En La Habana suplieron, por ejemplo, la falta de 60 profesores y permitieron aliviar la sobrecarga de no pocos profesores en activo, en los niveles de enseñanza ya mencionados.

Según nos contó Juan, la tarea es retribuir lo que ha recibido desde que inició sus estudios primarios. Él imparte clases a alumnos de noveno grado, en la Secundaria Básica Vicente Ponce, en Plaza de la Revolución, y está convencido de que “esta tarea no es de un día, sino de todo este curso escolar por ahora”, y por ello la toma con mucha responsabilidad.

Su colega, Tahis Sánchez Martínez, estudiante de la Universidad de Ciencias Informáticas y quien da Historia Moderna y Contemporánea a alumnos de 8vo. grado en la Secundaria Básica José Antonio Aguileras Maceira, de Marianao, reconoce la confianza depositada en los más nuevos para ocupar la tarea y el apoyo brindado por su centro para desempeñarse con regocijo.

Los lunes, miércoles y viernes, ella sale de la UCI a compartir con sus pupilos, no solo las clases sino las actividades extracurriculares. Siempre trato de saber qué les gusta a los adolescentes y eso me permite llegar a ellos. No se trata de dar la clase y ya, sino también de formar valores, afirmó.

UNA MISIÓN NECESARIA

Fue en octubre del pasado año cuando estos muchachos —la mayoría integrantes del Movimiento de Alumnos Ayudantes Frank País García—, comenzaron su labor. En la capital son 150 jóvenes los que participan en la tarea y provienen esencialmente de las universidades de La Habana, de las Ciencias Informáticas y las Médicas, de la CUJAE, y de los institutos superiores de Tecnologías y Ciencias Aplicadas, Relaciones Internacionales y Diseño.

De ellos, 117 lo hacen en Secundaria Básica, 28 en Preuniversitarios, tres en escuelas de oficio y dos en la Enseñanza Técnico Profesional. Marianao, La Lisa, La Habana del Este y Plaza son los municipios que más tienen. Para las provincias suman 146 los implicados y asumen asignaturas como Matemática, Educación Laboral, Física, Computación, Inglés, Biología, entre otras.

Juan explica que la convocatoria se hizo desde la FEU para todos sus estudiantes, fundamentalmente para quienes integran el Movimiento de Alumnos Ayudantes y otros que poseían buenos resultados académicos. “Luego tuvimos varias reuniones con el Secretariado Nacional de la organización, la dirección de la universidad y con la Ministra de Educación para explicarnos en detalle la misión.

”Fue en el municipio en el que nos ubicaron donde nos dieron la bienvenida y hablaron más de todo el proceso: la escuela, el grado, la asignatura que impartiríamos y el sistema de pago. También nos organizaron el horario, de acuerdo con nuestras posibilidades y pedidos, y tuvimos una buena preparación docente”.

Ello es algo que elogia Tahis y cuenta que muy temprano conocieron el claustro al que actualmente se suman y recibieron un buen adiestramiento. “No es la primera vez que me enfrentaba a un aula, pero sí que lo hacía con adolescentes de Secundaria. Tenía cierto miedo de cómo resultaría el encuentro y si me entendería con ellos, pero luego de ese inicio en los grupos se me fue pasando”.

EDUCAR CON AMOR

“Al inicio de un turno de clases me resultaba difícil lograr que los estudiantes regresaran a sus asientos y prestaran atención”, confesó Tahis. Sin embargo ella buscó maneras de motivarlos por ese fin. “En la Universidad es común el empleo de las nuevas tecnologías para el desarrollo de una clase. Acostumbrada a ello, intenté probarlo en mis turnos.

”Entonces decidí llevar una presentación con algunas imágenes y pequeños videos, que apoyaran el contenido. Al ponerla, instantáneamente llegó el silencio al aula y todos se quedaron esperando a que les diera las orientaciones. Desde entonces, trato de buscar algo novedoso en función de mis alumnos y de la clase”, afirma resuelta.

Para Juan, la planificación ha sido fundamental para llevar la universidad, la escuela y realizar otras actividades en mi tiempo libre. “Es un esfuerzo extra y hay que hacerlo bien, porque está en juego el aprendizaje de los muchachos”, apunta, y agrega que tan pronto se integró a la escuela recibió el respaldo de la dirección y el claustro de profesores, lo que ha permitido que se desarrolle mejor en cada clase.

“Combinar este horario con la universidad fue difícil, pero con el tiempo nos hemos ido acostumbrando. También el hecho de estar en quinto año de la carrera ha favorecido la labor”, asevera Tahis. “En la casa recibieron bastante bien la noticia. La única preocupación era si sería capaz de llevar la escuela, la carrera con sus tesis, las responsabilidades en la UJC y atender a mi novio, con la calidad que requerían todas y sin llegar a afectar mi salud. Por suerte, hasta ahora he demostrado que si puedo”.

EXPERIENCIAS PARA NO OLVIDAR

La experiencia de Juan en la Secundaria Básica Vicente Ponce le “ha aportado mucho, pues el intercambio con adolescentes siempre tiene algo nuevo que enseñarte. A la vez es gratificante y difícil, pues al llegar a un aula tienes que utilizar métodos atractivos y cambiar el lenguaje para que puedan entender lo que vas explicar.

”Ello me ha permitido hacer un análisis de la situación de la enseñanza secundaria en el país y los alumnos, pues el tiempo ha cambiado. Hoy se necesita dialogar mucho, mayor preparación y vínculo con lo que está viviendo la sociedad para enfrentarse a los estudiantes”.

Y asegura resuelto que esta vivencia como docente le ha despertado el “bichito” de seguir en un aula educando con amor. “Al graduarme, de algún modo contribuiré a formar a nuevos médicos, porque el conocimiento uno debe compartirlo y ponerlo en función de la sociedad y su país”.

Algo ha sorprendido a Tahis y es la acogida y el apoyo recibido de alumnos y padres. “Ha sido muy grato. Hemos logrado adaptarnos bien y somos un profesor más en la escuela. Muchos padres han mostrado asombro por nuestra “juventud” pero lo han tomado bastante bien y al menos a mí me han auxiliado en cuanto a las tareas, trabajos prácticos y demás temas de las asignaturas de sus hijos y sobre todo con su disciplina”.

Esta vivencia ha sido una revelación de cómo se encuentra la educación en estos momentos, del sacrificio que requiere un profesor para prepararse e impartir una clase, de lo difícil que es mantener la disciplina en un aula; pero sobre todo, de lo linda que es la profesión y que conlleva mucho sacrificio.

“Aunque nos pagan 6.53 pesos por cada hora trabajada, no es esa remuneración la que define como grande la tarea, sino su importancia. Haber compartido con muchachos tan jóvenes con nosotros y sobre todo contribuir a su formación es una etapa de la vida que no borraré jamás. Esta breve pero intensa etapa que llevamos dando clases ha sido muy bonita y una vivencia, que nunca olvidaremos”.
 


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Yuniel Labacena Romero


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