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miércoles, 9 de octubre de 2024

Cuando confiamos demasiado…

No siempre la percepción de riesgo en situaciones de desastres, como la que genera un huracán, es elevada...

Ana María Domínguez Cruz en Exclusivo 13/09/2017
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Inundaciones en Centro Habana
Nunca estarán de más las advertencias, los llamados de conciencia, las reflexiones colectivas. (Fernando Medina Fernández / Cubahora)

Que mi familia, mis vecinos y mis amigos estén bien…que sus casas y pertenencias estén a salvo, y que sobre todas las cosas, no haya que lamentar ni siquiera la muerte de un conocido, es parte esencial de la felicidad que me embarga en estos días, luego del paso del poderoso huracán Irma.

No importa que la corriente eléctrica haya demorado en llegar a mi circuito y que por tanto no fluyera el agua por las tuberías del edificio. ¡Qué importa que el gas baje y suba, y que unas veces el arroz se coma frio y el pan caliente! Lo que realmente importa es que el techo donde se vive esta incólume y que las vidas debajo de él están ahí. Lo que inunda de regocijo es saber que se trabaja mucho para que aquellos que perdieron parcial o totalmente sus casas y bienes puedan echar hacia adelante.

Pero aunque tenga luz, agua, gas, teléfono, comida,  y la recuperación de mi operación a pocos días de realizarse transcurra de manera normal, no puedo dejar de pensar en la tristeza que ha embargado a varias familias del país luego de reportarse el fallecimiento de diez cubanos.

Imposible saber si aquel señor tuvo tiempo antes para desconectar su antena de televisión o si lo dejó para el final, cuando ya el temporal era amenazante. No pretendo saber si el hombre aquel transitaba por la calle rumbo a su casa o trabajo justo cuando un poste le tronchó la respiración, o si aquella anciana dormía minutos antes de que el mar inundara su domicilio. Tampoco sé que hacían esas muchachas en la guagua en el momento que un derrumbe parcial de un edificio les cayó encima, y desconozco los motivos por los cuales los otros se negaron a ser evacuados de sus viviendas. Lo que sí sé es que se sufre la muerte, aunque sea de un desconocido, y se sufre mucho, cuando se imagina evitable.

Y en vez de diez, podían haber sido más los fallecidos, porque aunque muchos casos pueden ser accidentes, las imprudencias, a veces, sobran. No basta que los medios de comunicación repitan hasta el cansancio las medidas a tomar y lo vital que resulta que la disciplina reine. No siempre es suficiente la alerta de los padres, de los abuelos y hasta de los hijos…Hay quien sale a tomar fotos al día siguiente de las lluvias y los vientos, y no son pocos los que se sumergen en las aguas que corren en las calles de la zona baja de la ciudad para disfrutar de la “aventura acuática” o rescatar algún mueble y objeto.

¿Qué pasa si se pisa y el hueco de la alcantarilla estaba al descubierto? ¿Qué puede suceder si se transita por aceras y calles en las que se ven los tendidos eléctricos caídos? ¿Y si alguien cruza un río mientras está crecido?  ¿Cuántas heridas en el  Cuerpo de Guardia de los hospitales dejarían de atenderse? ¿Por qué no se aceptarían las medidas del Estado Mayor de la Defensa Civil?

Nunca estarán de más las advertencias, los llamados de conciencia, las reflexiones colectivas. Lo que no se le ocurre a uno, le pasa por la mente al de al lado, y le toca a aquel entonces, detenerlo y cuidarle su vida. No siempre la percepción de riesgo en situaciones de desastre, como la que genera un huracán, es elevada. Es que confiamos, damos por sentado que nada nos pasará, o que en todo caso, si algo sucediera, nos podemos salvar. Y se me aprieta el pecho, de todos modos, por esos diez cubanos.


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Ana María Domínguez Cruz

"Una periodista cubana en mi tercera década de vida, dispuesta a deslizar mis dedos por el teclado".

Se han publicado 1 comentarios


Gina
 14/9/17 14:48

Me quede horrorizada con las imagenes vistas después del paso del huracán Irma ,muchas personas, se lanzan a las calles a husmear sin esperar la tranquilidad de los vientos y del mar . Aunque en mi ciudad Sancti Spiritus no sufrimos  muertes, tambien pude apreciar desde la persiana de mi apto, personas en la calle debajo de los fuertes vientos y rachas. No les importo ver caer arboles, ni las cubiertas de los edificios ,ni postes telefónicos para recoger alguna fruta que se caian de patios aledaños, pensaron a lo mejor que no les podía pasar nada , gracias a dios fue así, pero falta conciencia de percepción de riesgo. Dar gracias a la Revolución por la forma rápida de actuar ante situaciones de desastres , por todas las personas que constribuyen a esto ,por mantenernos informado  antes,durante y después del paso de un huracán y por la rápides en la fase de recuperación.

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