viernes, 26 de abril de 2024

Conferencia de Beijing: 25 años después y una pandemia

Es preciso promover y proteger los derechos de mujeres y niñas en todos los ámbitos de la sociedad y la vida familiar. Hacia ese ideal se dirigía el trabajo en la Conferencia de Beijing. Desde entonces los exámenes periódicos quinquenales muestran los avances, aunque los retos persisten...

Dailene Dovale de la Cruz en Exclusivo 30/09/2020
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Habana fase autoctona
Es preciso promover y proteger los derechos de mujeres y niñas en todos los ámbitos de la sociedad y la vida familiar.

Imagínalo, un mundo sin brechas entre hombres y mujeres; un mundo sin inequidades o desigualdades por motivo de sexo o identidad de género. Resulta una realidad por conquistar. Es todavía una utopía, pero si miramos de cerca notaremos el movimiento, las luchas y reclamos por empoderar a las mujeres y las niñas. Notaremos también todo lo alcanzado y lo que queda en un camino que se vislumbra arduo y largo, pero en extremo necesario.

Dentro de los referentes en cuanto a materia de género destaca la cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada en Beijing en 1995. Han transcurrido 25 años y es visible el punto de inflexión que provocó en la agenda global sobre igualdad de género. La Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, por ejemplo, fue adoptada por más de 189 países y representa un programa en favor del empoderamiento de la mujer en torno a una serie de objetivos estratégicos.

¿Cómo es la vida de las mujeres en situaciones de pobreza? ¿Qué acceso tienen a la educación y a la preparación? ¿A los servicios de salud? ¿Qué medidas y acciones se toman para luchar contra la violencia hacia ellas? ¿Cuántos las afectan los conflictos armados?

La vida de las mujeres, así en plural, es diversa en distintas partes del mundo y está mediada por otros factores como clase social, raza u orientación sexual. Sin embargo, desde la Conferencia de Beijing se establecieron doce esferas cruciales: derechos de las niñas, la mujer y la pobreza, educación y capacitación, acceso a la salud; erradicación de la violencia contra la mujer, conflictos armados; la economía, el ejercicio del poder y la toma de decisiones, mecanismos institucionales para el empoderamiento femenino, los derechos humanos de la mujer, su nivel de decisión en los medios de difusión y el medio ambiente.

La Plataforma de Acción de Beijing constituía un punto de inspiración al unir a 17 mil participantes y 30 mil activistas en un objetivo común, la igualdad de género en todo el mundo.

DE REDES, IDEAS Y ESPERANZA

Una gran red de esfuerzos e ideas se tejió alrededor de la Conferencia de Beijing.  Una red de esperanza que se constituía a partir del trabajo consciente de activistas, organizaciones y gobiernos. Vivir sin violencia, asistir a la escuela, participar en decisiones, tener igual reconocimiento por igual trabajo. Los retos eran, y son muchísimos. Una de ellas es la necesidad de adoptar medidas macroeconómicas y estrategias de desarrollo para ayudar a las mujeres en situación de pobreza. Esto involucraba cambios más profundos desde la administración y las leyes para asegurar que ellas tuvieran igual acceso a recursos económicos. Implicaba también reconocer y revertir la feminización de la pobreza.

El acceso al empleo, tener condiciones apropiadas de trabajo y control sobre recursos económicos son también formas de asegurar la equidad. En ese mundo ideal tan anhelado, las mujeres tendrían acceso a entrenamiento, a información y tecnología; se eliminaría toda forma de segregación o discriminación en el trabajo y hacia el interior del hogar las responsabilidades en cuanto al cuidado de la casa y la atención de los niños estaría dividida de forma equitativa.

Ninguna de las esferas reflejadas se encuentra independiente de la otra. Al contrario, representan aspectos en la vida de las niñas y mujeres, que se entretejen entre sí. El acceso a la educación y a la capacitación son necesidades básicas. Asegurar el acceso a la educación; eliminar el analfabetismo entre las mujeres; inspirarlas a seguir carreras relacionadas con la ciencia y la tecnología; a continuar los estudios, son algunas de las ideas planteadas desde hace ya 25 años. Para ello es vital escuelas libres de discriminación.

Las acciones irían además hacia prevenir y eliminar la violencia de género, a estudiar sus causas y consecuencias para conocer la eficacia de las medidas preventivas y a eliminar el tráfico de mujeres, así como asistir a las víctimas. Pero con esto no basta, resultaría necesario asegurar la participación en las estructuras de poder; información precisa y acceso a servicios de salud; tener un enfoque de género en la legislación, políticas públicas programas y proyectos; analizar las estadísticas con miradas inclusivas para detectar brechas entre hombres y mujeres o ser representadas de forma digna y libre de estereotipos patriarcales en los medios de comunicación.

Es preciso promover y proteger los derechos de mujeres y niñas en todos los ámbitos de la sociedad y la vida familiar. Hacia ese ideal se dirigía el trabajo en la Conferencia de Beijing. Desde entonces los exámenes periódicos quinquenales muestran los avances en cuanto al acceso a cargos públicos; a la protección jurídica contra la violencia de género y al amparo de constituciones que garantizan la igualdad.

Los retos persisten. Desde su sitio web, ONU Mujeres alertaba que todavía hoy las mujeres ganan menos que los hombres, es más probable que tengan empleos de poca calidad y que la tercera parte de ellas sufra violencia física o sexual en el transcurso de sus vidas.

DESAFÍOS DE UN MUNDO EN PANDEMIA

El 1 de octubre de 2020, según reportó la agencia IPS, se celebrará la Reunión de Alto Nivel convocada por el presidente de la Asamblea General en coincidencia con el 25 aniversario de la Plataforma de Acción de Beijing.

En el actual contexto destacan las consecuencias de la COVID-19 en el orden social y económico. Por un lado, es notable el liderazgo de las mujeres y su aporte en las economías nacionales. A la par, la crisis sanitaria y la necesidad de quedarse en casa, aisladas de redes de apoyo, ha conllevado en todo el mundo un aumento de en los índices de violencia contra las mujeres. De no darse atención a este problema se podrían revertir los pasos dados con tanto esfuerzo. Lo alertaba el 21 de julio, el presidente de la Asamblea General de la ONU en su 74 período de sesiones, Tijjani Muahammad Bande, durante su intervención audiencia virtual interactiva de múltiples partes interesadas con motivo del 25 aniversario del Programa de Beijing.

Un mundo que se debate en cómo conseguir una nueva normalidad, arrastra viejos problemas machistas y los agrava en un escenario de incertidumbre. Muchos de los recursos esenciales para la salud de las mujeres, alertaba Muahammad Bande, se dirigieron hacia la respuesta a la pandemia. A esto se le suma un aumento significativo en el trabajo de cuidado no remunerado.

“Sabemos que los confinamientos y las cuarentenas son esenciales para reducir la COVID-19. Pero pueden hacer que las mujeres se ven atrapadas con parejas abusivas”, adivirtió António Guterres, Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas y recalcó en el estremecedor repunte global de la violencia doméstica, junto al aumento de las presiones económicas, sociales y del miedo.

Urge una perenne vigilancia para defender logrado en materia de derechos y avanzar en el camino de un cambio profundo y sistémico. Se precisa una mirada que no se quede solo en los espacios públicos, sino que ratifique lo personal como político. Desde la columna Letras de Género, de Cubadebate, se ha reiterado cómo el escenario de mayor peligro para las mujeres es el hogar, al ser considerado un espacio privado donde no se pueden realizar interferencias y la necesidad de no dejar atrás a mujeres y niñas vulnerables.

La realidad cubana está matizada, a su vez, por el efecto la  política  de  bloqueo  económico,  comercial y  financiero  del  gobierno  de  los  Estados  Unidos. Tiene también desde 1997, un Plan de Acción Nacional de seguimiento a la Conferencia de Beijing, que institucionaliza la política de equidad de género, reconocer a la Federación de Mujeres Cubanas en el avance de la mujer en Cuba y establece aspectos prioritarios en el trabajo por la igualdad y equidad de género.

Se avanza en el manejo de estadísticas, son evidencia de ello la Encuesta Nacional sobre Igualdad de Género en 2016 y el proyecto “Caracterización sociodemográfica de la población cubana afectada por la COVID-19”, que busca las distintas intersecciones entre los principales impactos de la COVID-19, que incorporen el enfoque de género. Mientras, las mujeres cubanas de todas las edades luchan contra la pandemia desde hospitales, centros de investigación o de aislamiento, en las más diversas esferas productivas o desde el hogar en una mezcla de teletrabajo y nuevo rol de maestra.


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Dailene Dovale de la Cruz

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