Cerca de la media rueda, los populares 50 años, me las arreglo para agradecer muchas cosas. Algunas han venido a mostrar cuán fuerte resultaba yo misma sin yo misma entenderlo, otras han llegado disfrazadas de reto y nuevas oportunidades de crecimiento.
La maternidad y la docencia pudieran ser los hilos que han dibujado mi camino hasta aquí. ¿Será que una implica dosis importantes de la otra? Bien conocen mis colegas y alumnos todos, los de allá y los de aquí, de lo que hablo.
Desde que “abandoné” a mis residentes de neurología matanceros, de alguna forma persiste un sentimiento por ellos que he tratado de volcar en mis nuevos educandos. No pudo ser más grata la sorpresa, amortiguadora de distancias, de conocer que aquí también tendría alumnos de neurología y que los de pregrado, aunque tutorados por otra doctora, estarían en mi cubículo de atención médica.
Han pasado 8 meses de bidireccional entrega, pues quienes desanden magisterios con un mínimo de humildad de sobra conocen que aprende más el profesor. Y llega otro reto: enseñar algo que solo sé por teoría y que en Cuba resulta una especialidad otra, aunque de cerca nos acompaña: neurofisiología.
Mis residentes ya están acostumbrados a mis altas dosis de sinceridad y saben que soy otra alumna que les acompaña 14 años después de su graduación de neuróloga. Facebook y sus postales de buenas vibras dice que todo tiene un tiempo y este parece ser el mío para cristalizar sobre Electroencefalografía. El Dr. Elder —jefe de servicio, cubano que ya cumplió dos misiones internacionalistas aquí y, ahora, con su familia cubano-mozambiqueña, guía la docencia nuestra— me ha dado esta posibilidad.
Él, desde su experiencia sedimentada en estos temas, cuida atento de que cada residente y especialista a su cargo sea un entendido en el asunto. Así, entre todos, enseñamos-aprendemos y logramos que estos filhios nuestros queden con nuestro archipiélago y su gente a través de los nuevos caminos neurológicos que toman.
También enseñé aprendiendo a ser madre y mis hijos no dejan de darme las más preciosas lecciones de vida. Un periodista y una música, de conjunto con mis residentes de neurología y medicina interna, alumnos todos, guían por caminos seguros a una madre-médica-maestra.
Es viaje bueno.
Caridad Ortiz Piedra
14/11/21 21:42
No te equivocas excelentísima alumna, madre, profesora,Doctora. Todo marcha a la par, y en tu largo viaje por el espacio de la vida, tu buena vibra, la de siempre, va repartiendo la luz del saber con una fuerza madre que solo de ti puede emanar. No te detengas, eres el espejo en el que tantos cuerpos miran su rostro refractado con tu luz. Felicidades
Lissette
9/11/21 6:39
Hermosas muy sinceras y sabias palabras.. acá sus residentes le extrañamos un montón
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