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viernes, 22 de noviembre de 2024

Gobernanza local: desde la base se forja la estructura

Entre aspiraciones y obstáculos se constituye el nuevo poder popular…

Mauricio Escuela Orozco en Exclusivo 04/05/2024
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Capitolio de La Habana, sede de la Asamblea Nacional del Poder Popular

Las funciones de gobierno son uno de los atributos que están llamados a cambiar en Cuba si se requiere que todo posea un diseño más efectivo y en la cuerda de los problemas de la gente. Desde hace años se está hablando a nivel de Asamblea Nacional acerca de la autonomía de los municipios y de los poderes que deben poseer las instancias a nivel de provincia.

 

Ahora, cuando se están estrenando estructuras que están llamadas a hacer lo que se ha anhelado, existen desperfectos en las formas de ejecución que merecen ser revisados cuanto antes. En primer lugar, la subordinación de las empresas locales y de toda la actividad económica a los gobernadores e intendentes no es del todo cierta en la medida en que se siguen elaborando los planes desde arriba y con arreglo a metas que poseen una relación a veces metafísica y formal con las necesidades de la base y de la propia comunidad.

 

Vemos productos que no están en el mercado de forma accesible para el común de la gente y que, sin embargo, se producen en los territorios. Sin ir más lejos, en Remedios, ciudad donde he vivido gran parte de mi existencia, está la fábrica de dulces Los Atrevidos, pero rara vez se observa la presencia de esas conservas y especialidades en las tiendas del lugar.

 

Pensar en la actividad administrativa y económica pasa por las necesidades de las personas y el derecho de la masa a proponer soluciones y vías de ejecución que no dejen fuera todo ese conglomerado de intereses. De eso se trata cuando se habla de destrabar el bloqueo interno y de la lucha contra la corrupción.

 

Nada de lo que se prometa en materia de gobierno puede quedarse en un plano de formalidad, sino que tiene que poseer una vía de ejecución en la cual estén presentes los implicados para bien y para mal. Porque si existen afectaciones a la comunidad, esta debe ser la primera en saberlas y en darles un curso legal para las soluciones. La nueva fisonomía de los gobiernos municipales y provinciales tiene que darse a entender a partir de políticas públicas que transformen la realidad y que no se queden solo en actos comunicacionales.

 

 

La confianza de los gobernados en las instituciones se da en función de que exista una comunión de intereses que jamás se abandone. Al contrario, siempre que el gobierno pueda ser más local y particular, será mejor para el país. Ello se traduce en un manejo eficiente de las finanzas y en una relación dialéctica con el mercado y sus fuerzas nacientes que están presentes en los nuevos actores de la sociedad como lo son las mipymes y los trabajadores por cuenta propia.

 

En el país existe una crisis de liquidez monetaria y se han hecho pocas iniciativas desde lo local para buscar soluciones, todo ha estado sobre la base de las disposiciones de los organismos superiores para acometer los cambios que de hecho no aguantan un segundo más. A esos intereses del pueblo debe ir todo gobierno si se considera una institución que emana del verdadero poder.

 

En Cuba existe el riesgo de la construcción de la democracia popular, que es quizás la más real manera de acceder a una estructura que responda a las necesidades; pero sin transparencia y sin disposición de recursos, bien poco puede hacerse. Hay que discutir el uso del presupuesto con las personas y decirles en dónde se puso hasta el último centavo, hay que desarrollar una comunicación eficiente que no deje ningún vacío en el sistema que pueda ser mal interpretado. Con esto quiero decir, que las cuestiones que están mal y las que debemos mejorar son de conocimiento de la gente y que solo en la implicación de las comunidades veremos los cambios.

 

Cuando se producen formas de gestión que no solo son legales, sino que poseen un arraigo en las soluciones reales, las personas creen en el gobierno y lo ven como un espacio legítimo. Eso le otorga al país estabilidad y el necesario empuje para aprovechar las fuerzas que están dormidas. Pero ese milagro no se ha producido en gran medida por la propia modorra que nos acomete y que genera otros males mayores que tienen que atajarse a tiempo.

 

Hace unos días la ciudad de Santa Clara, por ejemplo, ha estado sin servicio de agua debido a dos incendios al unísono que dañaron las vías de abasto. Decirle a la población con oportunidad eficiente no solo cuándo vuelve el acueducto, sino los pormenores de lo que pasó es el estilo correcto de trabajo. Ni el secretismo, ni minimizar los errores y los accidentes, van a ser formas de gobernar que estén a la altura de los tiempos en los cuales las redes sociales no dejan espacio.

 

La cuestión de lo local en Cuba está ante un gran reto y pareciera que cada estructura tiene que ponerse en tensión y repensar sus funciones. De lo contrario, aunque existan buenas intenciones, todo quedará en el papel y en proyecciones. Y ese no es el país que estamos soñando.

 


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Mauricio Escuela Orozco

Periodista de profesión, escritor por instinto, defensor de la cultura por vocación


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