El gobierno ecuatoriano de Daniel Noboa aún celebra los resultados del referendo y consulta popular celebrado este fin de semana, en el que aunque ganó en cuanto a números de preguntas (9) perdió en dos consideradas fundamentales para evitar el progreso del neoliberalismo en el país.
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Un 66 % de los 13 000 000 de electores convocados participó en ejercicio electoral, pero muchos de ellos, indican analistas, o desconocían el valor de las interrogantes o fueron a última hora a votar por temor a represalias en una nación cuyo mandatario declaró el estado de guerra interna y el régimen de excepción.
Esto a casi cinco meses del inicio de su mandato el 23 de noviembre de 2023. Analistas políticas como María Belén Lor consideran que el resultado está vinculado con el alto nivel de aceptación que tiene el mandatario, pese a los cortes de luz y la situación interna. Noboa llegó al Palacio de Corondelet, ganándose a la gente con palabras persuasivas y no de enfrentamientos con su principal rival, la candidata de Revolución Ciudadana y favorita Luisa González.
Sólo conocido por su apellido y su dinero, no por ser un político, ganó, sin embargo, la confianza de la población con una narrativa poco usada en el país, con la aceptación de sus adversarios, alejándose de las continuas trifulcas internas que tuvieron un climax durante el mandato de su antecesor, el banquero Guillermo Lasso.
El anterior dignatario, en pugna con el Congreso Nacional que quiso destituirlo, dictó una muerte cruzada. Cerró el Parlamento y decretó elecciones generales adelantadas ganadas por este joven de 36 años, cuya mejor credencial es ser hijo del llamado Rey del Banano, Álvaro Noboa, quien hizo cinco intentos fallidos para estar en el cargo que ahora ocupa su descendiente.
La realidad ecuatoriana rebasó las posibilidades y experiencia del mandatario que cometió un gravísimo error diplomático el pasado día 5 cuando tropas de élite asaltaron la embajada de México en Quito y secuestraron al exvicepresidente Jorge Glas, asilado político en esa sede.
Aún con el rechazo internacional a esa violación de la Convención de Ginebra, con los ataques de las bandas paramilitares a personas y objetivos económicos, y los cortes de luz por negligencias internas desde hace dos semanas, Noboa se las jugó en el proceso electoral que tuvo lugar en Ecuador este último domingo.
En los últimos 15 días, sondeos y estados de opinión indicaban que tendría un Sí rotundo las preguntas relacionadas con la seguridad interna del llamado país meridiano del mundo, donde las bandas paramilitares vinculadas al narcotráfico le han puesto rabo al Ejecutivo, que fracasó en su plan de contención Ave Fénix para aniquilarlas.
Desde que Noboa asumió, esos grupos armados intensificaron sus actividades y con ello el terror en los cantones ecuatorianos para hacerse de territorios importantes para el tránsito de las drogas hacia Estados Unidos, el mayor consumidor de estupefacientes del planeta.
La realidad indica que el presidente hasta ahora no ha logrado controlar el caos implantado por el narco, que permea hasta las instituciones, y buscó alternativas en Estados Unidos (EE.UU.) y su ejecutor, el Comando Sur, y además preguntó a la población en el referendo si estaba de acuerdo en la entrada de las Fuerzas Armadas más la policía en el combate al tráfico y sus nefastas consecuencias.
Era lógico que todas las interrogantes sobre este asunto –secuestros, asesinatos, atentados- resultaran aprobadas por la población. Desde un primer momento se conocía que nadie votaría para que continúe la tensa situación existente en el país, donde ya es imposible circular por las calles, rige un estado de excepción donde cualquiera –culpable o inocente- puede parar en la cárcel y las fuerzas del orden son vilipendiadas.
En ese sentido, la analista política Madeleine Molina considera que “Hubo un aprovechamiento del momento de aceptación, porque el ecuatoriano en su mayoría no lee mucho y es muy visceral al momento de votar. La consulta en el mandato de Lasso (2021-2023) se planteó cuando tenía un bajo nivel de popularidad y perdió. Ahora gana con preguntas similares”.
Molina refirió que en este caso Noboa “gana perdiendo”, debido a que finalmente obtuvo NO rotundo en dos interrogantes de gran importancia para sus pretensiones de ser reelecto.
“Un triunfo total, estimó, hubiera sido si ganar en todas las preguntas considerando lo del arbitraje y lo laboral, que son las únicas que topaban temas aparte de la seguridad”.
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La piedra que le dolerá en el zapato al mandatario resultaron las cuestiones sobre el arbitraje internacional que favorecería a las empresas trasnacionales, y la tercerización del empleo, que chocaría con los intereses de los trabajadores.
El mensaje dado por los votantes es que no cederán soberanía a las empresas transnacionales mineras, petroleras y de distinta índole que llegan a Ecuador para saquear y devastar los territorios y, a cambio, piden que el país les pague.
Esta es la segunda vez que el pueblo le dice No al arbitraje internacional inversionista-Estado por medio de un voto directo en las urnas. La primera vez fue en el referendo constitucional de 2008, cuando se consagró el artículo 422 de la nueva Carta Magna.
Hay coincidencia en medios políticos ecuatorianos que la derrota en este item resultó un duro golpe a la corrupción del sistema de arbitraje inversionista-Estado, con repercusiones nacionales, regionales y mundiales. Qué hará el Ejecutivo para satisfacer a las trasnacionales todavía es un misterio.
En la segunda con el NO por respuesta se le preguntó a la ciudadanía si aprobaba enmendar la Constitución de la República y reformar el Código de Trabajo en beneficio de los empleadores. Se trata de contrataciones a plazo fijo y por horas, lo que repercute en el desempleo y el desamparo laboral.
Sobre esa última interrogante, José Villavicencio, presidente de la Unión General de Trabajadores del Ecuador (UGTE) y también titular del Frente Unitario de Trabajadores (FUT) —que agrupa a otras organizaciones sindicales— advirtió el pasado mes que en el fondo, el Gobierno buscaba "romper el candado constitucional del artículo 327 de la Constitución", donde "se prohíbe el trabajo por horas, la precarización, la intermediación y la tercerización laboral".
Luego de semanas de campaña del oficialismo por votar la chapa completa (lo que no se cumplió) varios políticos progresistas o de izquierda consideraron un triunfo la posición popular que permite evidenciar la unidad de un abanico de sectores ecuatorianos, desde las organizaciones indígenas y campesinas hasta las amas de casa.
Aunque Noboa se auto-cataloga de demócrata, le resultará difícil manejar la derrota en dos aspectos considerados básicos para su futuro gobierno, pues ya considera –y así lo dijo este domingo- tiene el camino expedito para la continuidad política.
Su victoria o no en las elecciones generales del próximo año depende de la labor de actores de la oposición de Noboa, como la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), el FUT, los intelectuales de izquierda, una masa socialista, estudiantes y trabajadores, los que ejercerán una mayor presión de aquí en adelante.
Estos millones de actores políticos serán una dificultad en los objetivos de Noboa que, de reelegirse, seguiría en el poder al menos hasta 2029. Para lograrlo, debería buscar métodos para satisfacer a ciertas áreas de la sociedad a largo plazo. Una tarea muy difícil para el corto tiempo que tiene de mandato.
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