jueves, 28 de marzo de 2024

Destituyeron a Castillo, pero sigue la crisis política (+Audio)

El impopular Congreso Nacional peruano defenestró al ahora encarcelado presidente Pedro Castillo, mientras crece la incertidumbre...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 08/12/2022
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Dina Boluarte Zegarra - Perú
Dina Boluarte Zegarra fue investida por el Congreso Nacional. La abogada, que ocupaba la vicepresidencia, solicitó una tregua política a los legisladores para iniciar el diálogo que le fuera negado al defenestrado maestro de Cajamarca.

El Congreso Nacional de Perú, con un 84% de rechazo de la población, consiguió hace pocas horas la destitución del presidente Pedro Castillo, lo cual no significa que la crisis política permanente de ese país haya menguado.

Castillo, quien era considerado un político progresista, solo ejerció el cargo un año y medio, en medio de la guerra permanente que le hizo el poder legislativo, no logró poner en práctica ninguno de sus programas sociales y tampoco cumplir con el compromiso de dotar a Perú de una nueva Carta Magna, uno de sus compromisos de gobierno con el pueblo pobre de la nación andina.

Cinco gabinetes rechazados y más de 60 ministros cambiados es el resultado de las tensas relaciones entre el Ejecutivo y los congresistas que lo repudiaron siempre, entre otras causas, por sus ideas políticas. Incluso lo tildaron de comunista y de querer convertir a Perú en una nueva Venezuela, en abierta crítica al gobierno del presidente izquierdista Nicolás Maduro.

De origen humilde, hay indicios de que el órgano legislativo, integrado mayoritariamente por bloques de conservadores, tenía en sus planes eliminar a esta figura que, por primera vez, representaba a la población humilde de Perú, incluso desde antes de que asumiera. Solo mas de un mes después de que ganara los comicios contra la derechista Keiko Fujimori fue que el exmaestro de primaria de Cajamarca resultó aceptado y a regañadientes.

La asunción de un mandatario mestizo, procedente de una de las localidades más pobres del Perú profundo, resultó imperdonable para la oligarquía peruana, residente en su mayoría en Lima, la capital.

Nadie dice que Castillo era el presidente perfecto, porque cometió ciertos errores en el manejo político de determinadas situaciones e incluso hizo guiños a la derecha para que lo dejaran en paz. Todo fue poco. No lo querían, había que quitarlo y  él mismo dio un salto al vacío cuando el pasado martes decidió el cierre del Congreso Nacional –no sería el primero en hacerlo- y declaró el estado de excepción. ¨Se nos viene una dictadura¨, fue el criterio casi unánime de los representantes, en su mayoría, de la clase empresarial y conservadora en el poder legislativo, una aseveración replicada de inmediato por los medios hegemónicos del país..

Castillo no se percató de que desde hacía días el complot en su contra terminaría de explotar y se lanzó al vacío en lo que se denomina un auto-golpe de Estado, sin que las Fuerzas Armadas le brindaran apoyo. Actuó sin previo aviso al Ejecutivo e incluso quienes en un momento de consulta en el propio Congreso le respaldaron, cuando llegó el momento le dieron la espalda.

En este contexto también fue fundamental el papel de los medios de prensa conservadores que le vigilaban, acosaban, se hacían eco de las excusas inventadas en el Congreso para destituirlo, hasta que por fin lo lograron en un tercer intento.

El maestro de Cajamarca debía presentarse ayer ante los legisladores para discutir su tercera vacancia, pero sorprendió con un mensaje a la nación en el que anunciaba la clausura del actual congreso de manera temporal y la convocatoria a elecciones para formar otro con facultades constituyentes y la inmediata elaboración de una nueva Carta Magna en un plazo no mayor de nueve meses.

Explicó que gobernaría mediante decretos-leyes, y sostuvo hasta el final que su decisión  buscaba¨ “restablecer el Estado de derecho debido al reclamo ciudadano a lo largo y ancho del país”. A la vez, decretó un toque de queda a nivel nacional desde 22:00 (hora local) hasta las 04:00 de este jueves.

Sin embargo, no pudo poner en práctica su plan. En apresurado paso, se produjo la votación de la vacancia, que se esperaba fracasara como antes, pero esta vez logró su objetivo con 101 votos a favor, dada la para ellos inconveniente decisión presidencial. Fue destituido y detenido mientras salía del palacio presidencial en Lima y la Procaduría General del Estado lo acusa ahora de delitos de sedición, abuso de autoridad y grave perturbación de la tranquilidad pública.

Para analistas resulta inadmisible la detención de Castillo, que recibió la banda presidencial en julio del pasado año con la creencia, o la ingenuidad, de considerar de que los restantes poderes le darían apoyo. En realidad, el maestro tenía poca experiencia política, pues salió a la luz cuando condujo una huelga general del magisterio por una reclamación salarial.

Reconocido como un hombre de bien, que recorría Cajamarca a caballo como la mayoría de los campesinos, el después presidente se tornó muy conocido en el ámbito de los trabajadores, los mismos que ahora en la zona sur del Perú iniciaron marchas y protestas públicas en su defensa luego de su destitución.

Al maestro y a varios miembros de su familia le han abierto un expediente acusatorio por asociación ilícita y corrupción que puede costarle años de cárcel, una situación que solo podría ser revertida si los movimientos populares le dieran una paliza a la tradición abusiva de la derecha.

Ahora, y ante la duda de poder probar tales señalamientos, lo apresaron por el presunto delito de rebelión, pues no hay una configuración judicial de esa causa.

GOLPE PREPARADO DE ANTEMANO

La vicepresidenta peruana Dina Boluarte Zegarra, abogada considerada una figura de la izquierda, que surgió con Castillo con el partido Nuevo Perú, que ambos abandonaron después, forma parte, según observadores, de la destitución del mandatario y su inmediata designación, cuando hasta hace unos días también estaba acusada por los legisladores por tráfico de influencias. Este rápido movimiento político llama la atención en el actual contexto.

Previendo la inminente sustitución del mandatario, el Congreso Nacional sostuvo una reunión con la ahora presidenta Boluarte Zegarra, en la que fue anulada sus controversias que poseían el mismo carácter de las dirigidas contra el dignatario.

Para observadores, la abogada, que ahora es la primera mujer en asumir la primera magistratura en la historia del país, hizo las paces para dejar libre el camino a la derecha hacia la casa de gobierno.

Tras ser juramentada, la nueva dignataria pidió una tregua a los congresistas para iniciar un proceso de diálogo en el que seguramente tendrá que ceder a las decisiones derechistas. Ella, quizás la más cercana al presidente, conoce muy bien las argucias del poder cuya función política fundamental es analizar y dar vía libre a las propuestas del Ejecutivo, en una especie de acuerdo bisagra para llevar adelante los proyectos oficiales.

En conferencia de prensa este jueves, Boluonde señaló que la inestabilidad política en el país es antigua y se está fraguando desde hace años, negó la posibilidad de la realización de elecciones, pues, dijo, se encargará de los problemas más acuciantes de la nación.

Las relaciones con los países de la región deben ser idóneas, resaltó la dignataria, e indicó que la reunión de la Alianza del Atlántico prevista para el día 14 está suspendida pero su país recibirá la presidencia protempore, como estaba planificado.

Algunos medios políticos, como el Movimiento Nuevo Perú rechazaron la solicitada paz de la presidenta, pues, dijeron sus dirigentes a periodistas, tal actitud solo dará más poder a la derecha que dirigirá el país a través del gabinete y exigieron la convocatoria a elecciones generales.

Si ella gobierna para la derecha, entonces habrá estabilidad política, pues la economía peruana, según últimas informaciones, está en un buen momento a pesar de la crisis internacional en ese rubro.

De lo contrario, son pocos los que le auguran a la presidenta una larga estancia en el cargo, aun cuando asegurara que saldrá en el 2026 cuando concluye el actual mandato. Criterio muy parecido al proclamado por el defenestrado Castillo en su toma de posesionó.

Desde 2016, seis presidentes fueron sacados del cargo por decisión del poder legislativo. Uno por año. Y el maestro no sería la excepción.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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