Seis preguntas y respuestas sobre el Pacto del Zanjón

El 10 de febrero de 1878 la mayor parte del Ejército Libertador firmó el convenio conocido como Pacto del Zanjón. Este significó el final de la primera guerra independentista en casi toda Cuba. Después de casi 10 años de lucha, el grueso del mambisado se rendía ante el gran poderío colonialista.

1- ¿Qué causas condujeron a los mambises al Pacto del Zanjón?

Tras nueve años de incesante bregar, los mambises acumulaban gran agotamiento. La enorme escasez de recursos predominante durante la guerra también iba contra los ánimos de la tropa. Otros factores fueron el apoyo casi nulo del exterior; la oposición del gobierno de Estados Unidos a la lucha insurrecta, mientras ayudaba a España de disímiles formas; la crisis de los aparatos de dirección revolucionaria; y la labor pacifista de Arsenio Martínez Campos.

2- ¿En el campo mambí era legal portar propuestas españolas sobre una paz sin independencia?

Dentro de las fuerzas antillanas nadie podía ser portavoz de alguna propuesta que España hiciera para alcanzar la paz si esta no incluía la independencia. Quien incurriera en ello podía ser tratado como espía, juzgado y fusilado. Así lo estableció el llamado decreto Spotorno, aprobado en 1875.

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Por tal motivo, para evitar riesgos personales, los diputados de la Cámara de Representantes, reunidos en Loma de Sevilla, aprobaron su derogación como paso previo a hacer proposiciones a Martínez Campos.

3- ¿Cómo se organizó el diálogo con los españoles?

De acuerdo con la Constitución de Guáimaro, ni el gobierno ni el legislativo estaban facultados para entablar negociaciones de esa índole. De tal modo, la Cámara acordó —con la protesta de alguno de sus miembros— autodisolverse. Para negociar la paz con el mando peninsular fue conformado un comité de siete individuos, conocido como Comité del Centro.

A tal efecto, la representación cubana quedó integrada por los brigadieres Manuel Suárez y Rafael Rodríguez, los coroneles Juan B. Spotorno y Emilio L. Luaces, el teniente coronel Ramón Roa, el comandante Enrique Collazo y el exdiputado Ramón Pérez Trujillo.

4- ¿Máximo Gómez fue un promotor de la capitulación?

Varios de sus contemporáneos achacaron a Gómez parte de la responsabilidad de que los cubanos optaran por rendirse. Esto suele relacionarse con su intervención en una reunión en la que se evaluaba la situación militar de Camagüey.

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Sin embargo, en aquel encuentro no oficial, el consejo del Generalísimo fue solicitar a Martínez Campos un cese al fuego con el objetivo de reunir al pueblo en asamblea y deliberar sobre sus destinos; mientras tanto, enviar una comisión al extranjero. Si la mayoría del pueblo se inclinaba a la paz —propuso Gómez— debía estudiarse bajo qué bases. Si se optaba por continuar la guerra se habría ganado tiempo para reunificar las fuerzas y escoger un nuevo gobierno por voto popular, lo cual minaría el prestigio de Martínez Campos, último as de la metrópoli.

5- ¿Qué dijo Antonio Maceo cuando conoció lo pactado en el Zanjón?

De acuerdo con su médico y amigo, brigadier Félix Figueredo, quien se encontraba con él cuando recibió las amargas noticias, el Titán de Bronce exclamó:

“¡Y toda esa gente trataba con los españoles cuando aquí peleábamos con mayor entusiasmo, cuando nos sacrificábamos para vencerlos!... ¿Qué dirán ahora mis subalternos? Mis hermanos, unos inutilizados, los otros heridos, ¿qué dirán? ¡Y los demás heridos…! El teniente coronel Laffitte, mi buen compañero, muerto el día primero! ¡El comandante Elías Pérez que cayó el día 7! ¡Y yo, que tengo todo el pecho sembrado de balas españolas!”.

6- ¿Cuáles fueron las implicaciones de la paz?

La paz del Zanjón no contempló ninguno de los dos objetivos principales de la guerra: la abolición de la esclavitud y la independencia de Cuba. Sin embargo, fue aprobada la libertad para los exesclavos y ex colonos chinos que formaban parte del Ejército Libertador. También se indultaron a los desertores del ejército colonial. España accedió a autorizar la formación de partidos políticos que no lucharan contra su poder; y a otorgar libertad de prensa y reunión mientras no sirvieran para atacar a la metrópoli.

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Para la realización de este texto fueron consultados los libros Historia de Cuba. 1492-1898, de Eduardo Torres-Cuevas y Oscar Loyola Vega; y Antonio Maceo. Apuntes para una historia de su vida I, de José L. Franco.