Desde sus primeros días, la Revolución Cubana enfrentó los más disímiles retos en todos los ámbitos, de mayor o menor envergadura. Ya lo había dicho Fidel: con el triunfo de enero de 1959, apenas se daban los primeros pasos de una obra que se avizoraba gigantesca, compleja, posible, pero colmada de amenazas de toda índole que solo podrían vencerse entre todos.
Por eso, desde las primeras semanas posteriores al triunfo, los principales líderes del movimiento 26 de Julio, y especialmente el Comandante Ernesto Che Guevara y el propio Fidel Castro, contarían con el pueblo para tomar algunas de las decisiones principales, acometer tareas, convencer, reflexionar, construir entre todos aquello por lo que se había luchado con entrega y desprendimiento absolutos.
Precisamente fue el pueblo, protagonista de las primeras medidas tomadas para asegurar el triunfo, quien demostraría con su empuje estar al lado de los rebeldes que le devolvieron su dignidad y ser capaces de defender sus intereses, ideas, derechos y verdades.
En aquellos días de enero, en que se difamaba sobre la decisión del gobierno revolucionario de enjuiciar a los criminales y asesinos que tantas vidas y lágrimas habían arrancado a este país, se vivió momentos emocionantes, de reafirmación. Y mientras se realizaban juicios orales, públicos, con pruebas irrefutables contra los esbirros y sus secuaces, una oleada de mentiras se tejía en torno a la realidad cubana.
Grandes medios de prensa occidentales – especialmente las agencias noticiosas Associated Press y United Press-, la Sociedad Interamericana de Prensa y varios congresistas norteamericanos, se ensañaron en mostrar una Cuba en la que se erigía un gobierno cruel, y apoyarían el no reconocimiento de algunos países hacia este y hacia sus principales representantes.
Así lo describiría Fidel: “En los cables hay una insidia permanente (…) Siempre mencionan "los rápidos procesos de los partidarios de Batista". Lo recalcan. Aparentemente, son imparciales, pero emplean determinadas palabras y sutilezas, como maestros que son de la intriga (…)”
Documentos históricos reflejan cómo miembros del Departamento de Estado norteamericano pidieron a su gobierno la intervención en el asunto cubano, falsificando hechos, construyendo calumnias que tenían una alta repercusión en la prensa financiada por ellos mismos. E incluso, un representante del partido republicano, Wayne Hays, pidió la adopción de sanciones económicas como la rebaja de la cuota azucarera, un embargo comercial y si era necesario, hasta el envío de tropas al país.
Fue así que un grupo de periodistas cubanos convocados por el nuevo gobierno colaborarían en la organización de acciones rápidas y directas para dar respuesta a las infamias contra la Cuba. Figuras como Santiago Riera, Jorge Quintana –decano del Colegio nacional de Periodistas- y Mario Kuchil, quienes habían sufrido exilio o torturas durante el gobierno de Batista, trabajaron de forma rápida para reunir en Cuba a otras figuras como el argentino Jorge Ricardo Massetti, el uruguayo Carlos María Gutiérrez y otras tantas de 20 ciudades norteamericanas.
Resaltaron también entre los que llegaron a Cuba: Jules Dubois, importante periodista del Chicago Tribune que años después se supo que era en realidad un coronel de la CIA; Adan Clayton Powell, líder del movimiento de los Derechos Civiles y legislador negro de Harlem que había pedido que Estados Unidos reconociera el gobierno cubano y le prestara una ayuda de 200 millones de dólares; y Charles O Porter, senador puertorriqueño y presidente de la Asociación de periodistas de ese país. A ellos se sumaron el colombiano Gabriel García Márquez y el narrador y periodista uruguayo Carlos Martínez Moreno.
Protagonistas de aquella época cuentan que a la llegada de estos profesionales, se les entregó un portafolio con documentos y fotos que mostraban las torturas y asesinatos cometidos por Batista y una edición especial de la Revista Bohemia que contenía materiales que habían sido censurados durante los años de dictadura. Comenzaría entonces la Operación Verdad, es decir, mostrar Cuba al mundo lo que verdaderamente pretendía la Revolución naciente.
Millones de cubanos se reunirían el día 21 de enero frente al Palacio Presidencial para escuchar a su líder, quien explicaría con detalles la campaña mediática que se realizaba y calificó las acciones acometidas por el gobierno contra los esbirros sancionados, no como actos de venganza u odio, sino como justicia reclamada por el pueblo.
Se denunció también que los medios de prensa y gobiernos extranjeros que durante siete años habían permanecido silenciosos y ocultaban al mundo el trato que durante la lucha el Ejército Rebelde había dado a los prisioneros en los campos de batalla y a los heridos, que habían sido atendidos por médicos o devueltos, ahora hablaban de matanzas, baños de sangre y calumnias exageradas.
En aquel lugar y frente a casi un millón de cubano expectantes, Fidel Castro diría al mundo que él no tenía que rendir cuentas ni al congreso norteamericano, ni a ningún gobierno extranjero, que solo rendiría cuentas al pueblo. Y al otro día, reunido con los periodistas invitados en el Cabaret Copa Room del Riviera, les agradecería su estancia en Cuba y los invitaría a contar al mundo lo que vieran, la realidad de la Revolución, del pueblo construyendo sus destinos y tomando decisiones junto al gobierno.
Dijo que Cuba había tenido muchos amigos entre los pueblos, pero estos habían sido impotentes hasta ahora, pues poco han podido hacer en América y había que observar cómo reaccionaban contra nosotros determinados intereses. Y preguntó "¿Quieren ustedes los periodistas ayudar a los pueblos?”, a lo que él mismo respondió: “Pues tienen un arma formidable en la mano: la opinión pública continental. Úsenla, y verán cómo ayudan a redimir los pueblos y salvar muchas vidas".
Fidel respondió también diversas preguntas y en los días siguientes, tanto él como el Che Guevara ofrecieron entrevistas, participaron en reportes especiales para múltiples medios nacionales y extranjeros aclarando muchos temas, particularmente sobre los fallos dictados por los tribunales revolucionarios. La habitación 2324 del Hotel Habana Hilton, donde radicaba la Comandancia de la Revolución y la Fortaleza de la Cabaña, fueron las sedes principales de muchas de estas entrevistas.
Al regresar a sus países, muchos de los periodistas que vinieron a Cuba no pudieron publicar lo que escribieron. Algunos fueron desde entonces amigos y colaboradores cercanos de nuestro proceso, aunque les costaría quedarse sin empleos, ser perseguidos.
La Operación Verdad fue una gran estrategia del gobierno revolucionario, pero ante todo, nos enseñó que hacían falta acciones mayores, que unificaran también los pocos medios con que contábamos en el continente en función de las causas nobles de nuestros pueblos, no de campañas orquestadas por poderosos para aplastar la soberanía y la dignidad de los que luchaban por forjar un futuro. De sus enseñanzas surgieron los cimientos para la creación de la agencia informativa Prensa Latina, para hablar sobre la realidad de nuestros pueblos con la colaboración de todos.
A más de 50 años de aquellos sucesos, la Revolución Cubana vive todos los días su propia Operación Verdad, apoyada por millones de amigos en el mundo, pues el imperio y los grandes monopolios de la comunicación no han cesado ni un solo momento de tejer campañas mediáticas contra cada acción gestada por esta obra del pueblo y para el pueblo.
Mary de marianao
22/1/19 12:25
Los ciudadanos cubanos queremos creer y compartir todo lo que publica nuestra prensa y nuestros medios en general. Pero para ello, es necesario profesionalizar a nuestros medios informativos, todavía no llegan al meollo de los asuntos. En muchos casos son simples repetidores de lo que toman de las redes y no añaden nada de su propia cosecha.
Otros infelices casos se refieren a que se convoca muy poco a funcionarios y dirigentes a que se pronuncien ante el pueblo en los diferentes medios. Se dedica mucho mas tiempo a convocar a artistas que a dirigentes. Creo que hay un desequilibrio en ese sentido.
Los cubanos queremos creer en que nuestro destino está en buenas manos en todo momento. Queremos saber que nuestros dirigentes están haciendo lo que tienen que hacer, que dominan los problemas del pueblo y que trabajan enconadamente para resolver lo que les corresponde de los disimiles problemas que atraviesa el ciudadano cubano en su dia a dia.
No basta con que nos informen que tal ministro o dirigente fue a tal zona a “constatar” tal o mas cual cosa (que mal me cae esa palabra y mira que la usan). Hace falta que los convoquen a dialogar con el pueblo, que la gente pueda preguntar cosas y aclararse sus dudas.
Ahora, una gran mayoría de los cubanos tenemos internet. Y los representantes del gobierno también lo tienen, y sin embargo resulta muy difícil interactuar con ellos. Preguntas y no te responden, o te bloquean el acceso a su cuenta (a mi me pasó y tengo pruebas). Los correos y mensajes que se dirigen a atencion a la poblacion no funcionan. Te pelotean, o te dicen que vayas a la oficina que está en tal sitio (a mi también me pasó).
Internet ahora nos abre otras perspectivas. Antes no sabíamos que se publicaba en el extranjero o en la prensa amarillista sobre nosotros. Solo nos enterábamos de lo que sobre ello, publicaba la prensa. Y nos enterábamos a medias. Muchas veces decíamos, pero y esto ¿por qué? ¿Qué fue lo que pasó? Y en esa nos quedábamos. Ahora no. Ahora podemos ver de primera mano todas las cosas que por ahí se hablan de nosotros. Es verdad que hay mucha difamación y mucha basura. Pero… hay veces que dices: ¿esto será verdad? o sencillamente dices: Esto lo estoy viviendo, es verdad, es un problema real que tenemos ¿y por qué la prensa nacional no se pronuncia al respecto?
Gran tarea tiene por delante nuestros medios informativos. Y si queremos unir fuerzas, tenemos que hacer que toda la gente nuestra crea en nuestro propio proyecto. Tenemos que convocar dirigentes y exigirles explicaciones sobre las cosas que pasan. Por ejemplo: Para nadie es un secreto los problemas que hoy en día tenemos los cubanos para poder alimentar nuestra familia, para poder medicar nuestros enfermos. Hay en estos momentos escasez general de medicamentos, muchísimos están “en falta”. Hay serios problemas con productos de primera necesidad en las tiendas (leche, pollo, aceite, harina, huevos).
La prensa independiente amarillista y contrarevolucionaria, está de regocijo con esta difícil situación. Y la prensa nuestra no se pronuncia. No convoca dirigentes como hicieron en diciembre con el tema de la harina para aclarar la situación.
Y sobre esta intervención del asunto de la harina, como se dice en buen cubano “esa gaveta tiene cucarachas”. En la mesa redonda todo quedó muy bien, pero después, el periódico 5 de septiembre abrió la gaveta y encontró cantidad de cucarachas en el artículo http://www.5septiembre.cu/al-pan-pan/. Ese tipo de prensa como la de nuestro periódico cienfueguero es la que necesitamos. Hace falta descubrir y poner a la luz publica la VERDADERA VERDAD que nuestros funcionarios no dicen cuando los convocamos.
Raynel
27/2/14 8:55
!!Viva Fideel!!!! Saludos para nuestro invicto comandante en jefe desde el pedagógico de Holguín.
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