No vengo a tapar el sol con un dedo ni a ofrecer falsas esperanzas. El deporte cubano en el año 2024 nos dejó una mezcla de emociones, como la vida misma. Hubo momentos de orgullo que hicieron vibrar los corazones. Y otros que nos dejaron pensando en lo mucho que tenemos por hacer.
No vengo tampoco a hablar solo de las muy conocidas y divulgadas hazañas de Mijaín López y Omara Durand, como quizás lo indiquen los elementos gráficos utilizados para acompañar a este trabajo, aunque será inevitable hacerlo.
El punto máximo de la atención deportiva este año enfocó a los Juegos Olímpicos de París 2024, de los que, en el centro de las alegrías, estuvo una vez más el colosal Mijaín.
Yo tuve la suerte de estar a pocos metros de su hazaña, como periodista, enviado especial de la revista BOHEMIA, y escribir de ella tanto para esa centenaria publicación (fundada en 1908), como para Cubahora (nuestra primera revista digital de Cuba, la cual vio la luz en 1998).
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Y también de estar a pocos metros de ocho de las nueve medallas ganadas por Cuba (la única excepción fue la del canotaje, pues la sede era lejana, y cómo iban hacia allá otros colegas decidí quedarme más cerca de otras posibles).
La quinta medalla de oro olímpica de Mijaín en lucha grecorromana (división de los 130 kilogramos), único deportista con ese palmarés en una misma prueba individual, a pocos días de cumplir 42 años, no fue solo una victoria. Fue un acto de grandeza, un testimonio de perseverancia y amor por la bandera que ha llevado con tanto orgullo al pecho.
En sus ojos brillaba el orgullo de un país entero, el agradecimiento a cada sacrificio y la promesa cumplida de no rendirse jamás.
¿Cómo no emocionarse al ver esa imagen de triunfo?
¿Y con la escena de cuando dejó sus zapatillas victoriosas sobre el tapiz, cumpliendo el ritual de que fue su última pelea?
Recordando
Bueno, otra pregunta: ¿hablamos ahora de Omara Durand? ¡No…! Ahora le pedimos permiso a la reina de la velocidad para terminar primero con las faenas de los Juegos Olímpicos.
Se impone recordar que Cuba terminó en el lugar 32 (se pronosticó por nuestro organismo deportivo volver a quedar entre los 20 primeros), ahora con dos medallas de oro (se vaticinaron al menos cinco), una de plata y seis de bronce.
El otro campeón, valgan estos recordatorios también a modo de homenajes, resultó el boxeador Erislandy Álvarez (63,5 kilogramos), un debutante en Juegos Olímpicos. Cuando lo escuché hablar ante la prensa en la Zona Mixta, tras su primera victoria, se mostró de verdad muy convencido.
Pero a este muchacho, alegre y confiado, todavía le faltaba un largo camino por delante, hasta llegar al combate final. Lo vi entonces, ante a unos 15 mil aficionados franceses, pelear con el local Sofiane Oumiha, el favorito, quien ya lo había vencido una vez. Pero aquella noche inolvidable, en el emblemático estadio Roland Garros, la famosa plaza del tenis mundial, luego de encarnizado peleón, la gloria fue suya.
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Y emocionante resultó todo lo demás, difícil de resumir:
La primera medalla de una luchadora: la de plata de Yusneylis Guzmán (50 kilogramos).
Ahora vamos para las seis de bronce:
La tercera y última presea olímpica del boxeador Arlen López (80), tras sus dos de oro en Río 2016 y Tokio 2020.
La nueva medalla del luchador Luis Orta (67), pues había sido campeón en los de Tokio 2020.
Yarisleidis Cirilo en la canoa individual C1 a 200 metros, en la regata más rápida de toda la historia.
Gabriel Rosillo (lucha grecorromana/97), quien sin llegar al oro demostró porque fue campeón mundial de Belgrado 2023.
Sí, hagamos una pausa antes de mencionar a los otros…
Una promesa
Rafael Alba (+80), el mejor representante cubano del taekwondo de toda la historia, y no olvidamos la corona de Ángel Valodia Matos en los de Sídney 2000, volvió a demostrar toda su jerarquía, en el majestuoso Grand Palais de París, donde repitió su faena de Tokio 2020.
Milaymis de la Caridad Marín (76) llevó más allá la faena de las luchadoras, impulsadas por un entrenador muy exitoso, Filiberto Delgado. “Yo le digo el Rey Midas, todo lo que toca lo convierte en oro”, dijo. Y su bronce es como un oro…
Bueno, todavía no he escrito de Omara. Ni de muchos otros puntos. Pero no quiero agotar a los lectores con un texto demasiado largo en esta primera entrega. Volveré con más…
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