En un fallido intento por variar ante el mundo la verdad de lo que acontecía en la convulsa Cuba del año 1958, el gobierno del tirano Fulgencio Batista organizó para febrero de ese propio año dos eventos de trascendencia internacional: el Segundo Gran Premio Automovilístico de Cuba, el día 24, y la inauguración del Coliseo de la Ciudad Deportiva, el 26, devenidos ambos rotundos fracasos para la maquinaria publicitaria batistiana.
Para inaugurar el Coliseo se montó una muy divulgada cartelera de boxeo profesional que presentaba en el turno estelar al campeón mundial de los pesos ligeros, Joe Brown, frente al cubano Orlando “el Zurdo” Echeverría, quien llevaba largo tiempo alejado de los cuadriláteros. La pelea, pues, pintaba de “león a mono amarrado”…
En testimonio ofrecido a este comentarista luego del triunfo de la Revolución, Echevarría desentrañaba la verdad en torno al mencionado combate.
“Días antes de la pelea, un grupo de jóvenes del Movimiento 26 de Julio (M-26-7) había secuestrado en el lobby del céntrico Hotel Lincoln al quíntuple campeón de automovilismo Juan Manuel Fangio, lo cual arruinó la celebración del segundo Gran Premio de Cuba. Para evitar otro acto similar, el campeón mundial Joe Brown y yo fuimos también secuestrados, esta vez por agentes del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) y la policía batistiana”.
Y continuaba relatando el Zurdo de Jacomino: “Yo estaba desilusionado del boxeo, incluso, me había prometido dejarlo para siempre, pero iba a nacer mi primer hijo y necesitaba dinero. Cuco Conde me dijo que ganaría alrededor de 7000 pesos, de los cuales vi, luego de mucho trabajo, solo 250”.
Y prosiguió: “No, Cuco no era el promotor. El programa lo presentaba la Dirección General de Deportes (DGD), al frente de la cual estaba el coronel Roberto Fernández Miranda, cuñado de Batista. Cuco solamente ‘casaba’ las peleas.”
Más adelante, Echeverría especificaba: “Comencé mi entrenamiento para el combate con Brown en el reparto Lawton, en un gimnasio propiedad de mi manager ocasional. A los pocos días sucedió lo del secuestro de Fangio, y los esbirros de Batista me trasladaron, como quien dice preso, hacia la playa Tarará. No me dejaban moverme solo ni para ir a orinar, pues tenían miedo de una nueva acción del M-26-7 que impidiera la inauguración del Coliseo, programa que iba a ser televisado de costa a costa en los Estados Unidos. Y el trabajo de ellos, según me decían, era ‘cuidarme’ hasta el momento mismo en que subiera al ring”.
El zurdo Echevarría abundaba: “Al terminar el pesaje el 26 de febrero, día de la pelea, nos hicimos una foto y volvimos Brown y yo a nuestros respectivos lugares de ‘encarcelamiento’: el norteamericano en un céntrico y protegido hotel, y yo en una residencia de Tarará.
”Almorcé con buen apetito y me tiré a dormir, mas no pude coger el sueño. Me levanté para dar una vueltecita por los alrededores y estirar las piernas, pero los agentes del SIM, que no me perdían pie ni pisada, me dijeron que volviera a la cama. Allí quedé hasta que llegó la hora de salir para el Coliseo de la entonces en construcción Ciudad Deportiva.
”Entramos por detrás en busca del túnel que conduce de los camerinos al cuadrilátero, situado en el centro del Coliseo, y me tendí sobre la mesa de masajes. Allí permanecí hasta que nos avisaron. Salté de la mesa, me moví un poco y traté de salir al pasillo, pero mis secuestradores no me lo permitieron; momentos después llegué al ring, acompañado por los ‘custodios’ que me llevaron hasta la misma esquina. Una vez allí se despidieron de mí con un movimiento de cabeza. Uno de ellos, el que más cara de esbirro tenía, me dijo: “Ya terminamos contigo”.
El italo-americano Ángelo Dundee, de gran experiencia en el boxeo profesional y manager de varios campeones, se acercó a Echeverría y le convenció de que tenía posibilidades de triunfo si en los inicios del combate sorprendía a Brown con un buen golpe de izquierda, la mano que lo había llevado a planos estelares. Insistía Dundee en que a medida que la pelea avanzara, las posibilidades serían menos para el cubano, y al parecer, sus palabras influyeron en la táctica de combate que se trazó Echevarría para esa noche.
Echevarría lo reconoció así tras su temprana derrota frente a Brown. “Cuando sonó el gong salí de la esquina a comerme a Brown, lo trabé con la izquierda y, cuando vi que le había hecho daño, salí a rematarlo; pero él sabía mucho, fingió sentirse peor de lo que estaba y aprovechó mi ataque desordenado. Su derecha rebotó en mi cabeza y caí desplomado. Las luces del Coliseo comenzaron a tornarse borrosas, fui a la lona y mientras me hacían el conteo, el referee Johnny Cruz me susurraba al oído ‘no te levantes zurdo, no te levantes’. No le hice caso y al ponerme de nuevo en pie un barraje de izquierdas y derechas me volvió a tirar, esta vez por la cuenta de diez. En un abrir y cerrar de ojos, la pelea había terminado”.
Lo que nunca supo el Zurdo fue que Brown, a petición de la Dirección General de Deportes, se había comprometido a darle largo a la pelea, pactada a diez asaltos, con el objetivo de que el mensaje del gobierno batistiano, desvirtuando lo que sucedía en Cuba, permaneciese por más tiempo en las pantallas de los televisores. Pero al sentir la izquierda de Echevarría, Brown no quiso arriesgar, y olvidándose del compromiso decidió terminar pronto.
Antes que el Coliseo fuera construido, los programas profesionales de boxeo y otros grandes eventos deportivos de sala se efectuaban en el Palacio de Convenciones y Deportes situado en Paseo y Mar, justamente donde después se erigiera la Fuente de la Juventud.
El Palacio de Deportes fue demolido al ser vendido ese tramo de nuestro Malecón a un grupo de mafiosos que pretendían establecer una cadena de casinos de juego a lo largo del litoral habanero, dando lugar a que se construyera el Coliseo de la Ciudad Deportiva, lo cual constituyó un fabuloso negocio que engordó aún más las cuentas bancarias de los personeros del régimen batistiano.
La inauguración del Coliseo de la Ciudad Deportiva
Plato fuerte: la pelea de boxeo entre el zurdo Echevarría y Joe Brown, campeón del mundo, televisada de costa a costa de los EE. UU. Batista pretendía tergiversar la verdad de Cuba. El tiro le salió por la culata...
3 comentarios
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Lidi
16/6/15 15:38
Yo soy una de las nietas del zurdo Echevarria, hija de esa hija que estaba por nacer y que nacio a principios del ano 1958. Se que este articulo no va de mi abuelo, pero es uno de los pocos en los que se hace mencion a su figura no menos importante para el boxeo nacional. Mis abuelos me contaron que para que mi abuelo no se escapara de los entrenamientos (pues queria ver a mi abuela), lo llevaban a entrenar montado en un yate o lancha, y el se escapo una vez nadando. Tengo otras anecdotas como que me abuelo "noqueo" a mi mama mientras jugando la ensenaba a boxear. Y muchas otras anecdotas sobre como se desarrollaban-arreglablan las peleas, asi como de importantes boxeadores con los que boxeo a mi abuelo...a ver si me animo a escribir algunas.
Ismael Glez
28/2/14 8:43
Interesantisimo articulo Elio yo era un nene de 4 añitos cdo se celebro dicho espectaculo. Q diferencia ahora en donde nuestros atletas del boxeo pueden mostrar todas su potencialidades a su pueblo q los quiere respeta y porq no ama, porq necesita crear sus idolos deportivos de hoy en dia. Muchas gracias por hacermelo rememorar conesta cronica, y hacerla conocer a aquellos como yo y otros mucho mas jovenes todo aquello q paso en aquella etapa terrible de nuestra sociedad. Buen fin de semana a ud y a todos los amigos del foro.
Miriam Otero
25/2/14 14:08
Gracias a Elio, por regalarnos este artículo.
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