El béisbol, como la vida, da oportunidades. Erlis Casanova, el «comeinning» de las aperturas, y Yordanis Samón, el mejor bateador cubano en eventos internacionales de los últimos tiempos, dijeron este jueves: «aquí, estamos», y dieron a los Alazanes de Granma la primera victoria en la Liga de Campeones de béisbol.
Dicen que ya los dieron por viejos, pero ellos confirmaron que siguen siendo buenos en lo que hacen, dentro y fuera de la isla.
Erlis caminó siente entradas (1CL, 4H, 6K y 1BB), se fue sin decisión en el choque ante los Halcones Rojos estadounidenses, pero cumplió con su encomienda: dejar lo menos posible al bullpen.
No hay muchos ahora mismo en el país con sus herramientas y capacidades para formar parte de rotaciones exitosas. Que no quiere decir que tenga que ganar el juego, su función en transitar por lo menos dos tercios de partido con no más de tres carreras permitidas. Erlis cumple y sobrecumple.
En la serie nacional pasada cubrió toda la ruta en nueve de once aperturas, fue el mejor lanzador derecho del Todos Estrellas, y ahora confirma su potencial ante un equipo norteamericano que, si bien no es de lo más sublime, cuenta con jugadores fichados alguna vez por organizaciones de MLB.
Leí comentarios cuestionando que trabajara en el séptimo, pero a mí en lo particular me pareció sensato.
Tras su salida la situación se complicó par de veces. Par de doble play resolvieron los entuertos y por esas ironías de las reglas de anotación en el béisbol, la victoria fue para Yanielquis Duardo y el salvamento, ese sí justo, a la cuenta de Alberto Pablo Civil, llamado de urgencia cuando el matador Juan Xavier Peñalver dio vida a los rivales.
Pero todo el que sabe de este deporte no cuestiona que Casanova resultó protagonista, aunque cuando pasen los años quizá muchos, acostumbrados a fijarse en ganador y perdedor, ni recuerden su soberbia actuación en el juego inaugural de la Liga de Campeones.
Si Casanova fue el hombre del montículo; Yordanis Samón se llevó los lauros con el madero. No tendrá belleza en el swing, pero golpea duro la pelota y suele colocarla donde no hay mano enguantada que la capture.
Empezó ponchándose y después ligó tres imparables seguidos, con el último, un tubey, remolcó la carrera que puso encima definitivamente a su equipo, el mismo con el que debutó en series nacionales y que luego fue cuatro veces campeón cuando él decidió abandonarlo. El béisbol, su mística, sus misterios.
Samón, el rey de doble en Cuba, consistente bate en mano, golpeador de la pelota cuando otros de más linaje no han podido a la hora buena, sigue confirmando que está entero. Nadie produjo más que él: 4-3, 1CI, 2CA.
Halado por ese tándem, los Alazanes de Cuba firmaron un éxito que dejó sensaciones agradables a una afición hambrienta de victorias. Se vio un equipo hermético a la defensa y a una dirección enfocada, que no se volvió loca con el recurrente toque-toque que mata y no salva.
El campeonato es tan breve que no hay margen para improvisaciones ni festejos adelantados. Un segundo éxito este viernes ante Caimanes de Barranquilla virtualmente pondría a Cuba en la final, pero matemáticamente quedarían aún resquicios para los demás.
Lo mejor es ganar. El pícher habanero Raymond Figueredo va a su gran examen. El equipo que reforzó necesita que camine todo lo más que pueda. A fin de cuentas, posiblemente sea su único trabajo en el torneo.
Los Caimanes llevaron a Mérida algunas piezas interesantes con proyección y su abridor ante Cuba, Carlos Ocampo, estuvo cinco temporadas en ligas menores estadounidenses, aunque no pasó del nivel AA.
Otro triunfo desbocaría a los Alazanes, y con ellos a los seguidores cubanos del béisbol. Incluso dejaría sin efecto la encendida polémica sobre si son Alazanes de Cuba o Cugranma, por las proporciones de naturales y refuerzos.
Leonel
29/9/23 16:49
Esperemos un buen resultado. Felicidades
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