Que la historia se mueve en espiral y suele alternar altas y bajas no parecería un tema que admita discusión.
Así, el vuelco político de derecha que se ejecuta en Ucrania cuando la estabilización parecía la palabra orden poco tiempo atrás, pone en evidencia esa sucesión que en mucho tiene que ver con la puja entre intereses contrapuestos, tanto de orden interno como geopolíticos.
Así, hace apenas unas semanas, el gobierno del presidente Víctor Yanukóvich, hoy depuesto por la explosiva mezcla de un legislativo dominado por la oposición, el clima de inquietud creado por las repetidas y violentas manifestaciones extremistas, y las abiertas hostilidad e injerencia de Occidente, se proyectaba como una fuerza salvadora de la honra nacional al desestimar las onerosas exigencias de una posible alianza con la Unión Europea (UE).
Ligaduras que harían de Ucrania un amplio mercado para producciones occidentales sin salida, y que significarían también el desplazamiento del país como fuerte plaza agrícola regional a cuenta de abrir sus puertas a los insumos alimentarios oeste-europeos, afincados en subsidios oficiales que les brindan una ilegítima competitividad.
Por añadidura, el pacto con la UE demandaba de Kiev una severa lista de exigencias de corte impopular, como el alza del precio del gas, recortes de salarios y pensiones, y la suspensión de gastos sociales.
La negativa oficial de Ucrania recibió entonces la más acerba crítica de Europa Occidental y los Estados Unidos, este último empeñado además en el control sobre una de las más importantes ex repúblicas soviéticas, con una extensa frontera con Rusia y, por tanto, plaza geopolítica de primer orden en el empeño hegemonista de cercar a Moscú y a Beijing, los dos grandes “oponentes” globales identificados por los círculos imperiales de poder.
En consecuencia, el trabajo de zapa nunca cesó, y junto a las amenazas de sanciones externas y las campañas mediáticas de descrédito, las autoridades ucranianas vieron crecer la actividad cada vez más osada y destructiva de los grupos de oposición política y de la extrema derecha.
No han bastado tampoco los esfuerzos del Kremlin para apoyar la economía interna ucraniana mediante la suavización de las finanzas para la compra y traslado de gas y la implementación de créditos de emergencia. Al final ha sido una oposición variopinta la que aparece encaramada en el gobierno en medio del jolgorio de las fuerzas derechista globales y la premura para colocar a Kiev en la órbita occidental.
Así, el nombrado “ministro interino de economía”, Yuri Kolobov, informó de la “urgente solicitud” de “ayuda financiera” al Fondo Monetario Internacional, FMI, y a la Unión Europea, entidades que –como ya se apuntó- habían condicionado semejante apoyo a las tituladas “reformas estructurales” nacionales.
En presurosas negociaciones con los embajadores de Estados Unidos y la UE en la capital ucraniana, se habló de un préstamo de 35 mil millones de dólares en el transcurso de 2014 y 2015, con la aceptación por anticipado de todas las condicionantes que los deudores estimen pertinentes.
Mientras, otras fuentes puntualizan el clima fomentado en diferentes puntos del país por segmentos y grupos de corte extremista, que llegan incluso a reproducir consignas y actos xenófobos y fascistas, y apuntan su ira en especial contra “los comunistas, los judíos y la escoria rusa”, en un escenario que, según analistas, no se ha visto en Europa desde los tiempos del Tercer Reich germano, liderado por Adolfo Hitler.
Y mientras dirigentes euro occidentales y norteamericanos se felicitan y envían sus primeras delegaciones oficiales a un terreno que esperan sumar indefectiblemente a su esfera de influencia, Rusia abogó por lograr la estabilidad interna en Ucrania, respetar su integridad territorial, y mantener el diálogo bilateral con Kiev a pesar de un clima “complicado”.
Según han dicho las nuevas autoridades ucranianas, el llamado gobierno de transición ejercerá sus funciones hasta mayo próximo, en que se realizarán comicios generales, para los cuales ya se margina sin mayores contemplaciones a los grupos de izquierda y a los partidarios del depuesto Víctor Yanukóvich.
José Cernuda Vazquez desde FB
25/2/14 13:38
Esta demostrado que en la mayoría de los países si no es con las protestas violentas no se consigue nada, y el pueblo es el que manda, no un grupo de energúmenos sin escrúpulos.
Fernando Padron Tapia desde FB
25/2/14 13:37
es la única manera de hacer entender a los desgobernantes quienes son realmente los dueños de los países y que es el pueblo asi quieren asi será atajo de ladrones encorbatados y retoricos mediocres ya pongan sus barbas a remojar si gustan amen
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