Basten las cifras que ahora mismo sitúan los arsenales nucleares existentes en el mundo en no menos de 23 mil artefactos de destrucción masiva, de los cuales más de la mitad están en permanente estado operativo.
Si se añaden las más de doscientas bombas nucleares que se estima poseen los sionistas de Israel, y que nunca han sido declaradas oficialmente por Tel Aviv ni contabilizadas por las estadísticas internacionales, el riesgo sobre la humanidad se hace más intenso en materia de niveles de irreversible destrucción.
Y pese a esfuerzos diplomáticos, diálogos de todo tipo, conferencias, y sesiones especiales en los máximos organismos globales, nada se avizora en materia de eficacia para quitarnos del cuello el filo definitivo de una guerra terminante en cuanto a su rostro más negativo.
Pero estemos claros, porque suelen los padres de tan monstruosa paternidad esconder y desdibujar sus responsabilidades, e intentar meter en un mismo saco a todos los que han incursionado e incursionan en el escabroso terreno de las armas.
Y es que una cosa es llenar el saco de artefactos de muerte cada vez más demoledores para intentar imponerse a los demás a como de lugar, y otra producirlos y desarrollarlos para evitar, precisamente, que los incendiarios nos vuelen la cabeza impunemente.
Y aunque resulte un triste pasaje por sus bases, recuérdese que los contados acuerdos sobre desarme atómico y regulación de medios bélicos logrados en los tiempos de la llamada Guerra Fría, solo pudieron materializarse a partir de la capacidad de los dos grandes contendientes de la época, los Estados Unidos y la Unión Soviética, de devastarse mutuamente. De manera que, a expensas de perecer juntos, mejor ponerse temporalmente de acuerdo.
Y vale subrayar el acápite de temporalidad, porque lo cierto es que en Occidente nunca han cesado los sueños de lograr la supremacía global y borrar del mapa a peligrosos y simétricos contrincantes.
Ahí está el titulado programa de la sombrilla antimisiles Made in U.S.A., aún en ejecución, y cuyo único objetivo es lograr la impunidad para propinar los primeros golpes nucleares sin posible respuesta de las víctimas.
Y en otros planos, cómo clasificar la escalada de conflictos de neta conquista que vive el planeta por estos días a instancias de “guerras antiterroristas”, eliminación de presuntos “arsenales de armas químicas y de destrucción masiva”, o barrera ante las apetencias de “imperios emergentes”, entre otros artilugios propagandísticos.
Lo cierto es que los hegemonistas no paran ni van a hacerlo, y siguen dedicando ingentes recursos financieros y científicos a encontrar la manera de imponerse finalmente al resto del orbe, algunas veces sin mucho éxito.
Y en ese sentido, por ejemplo, hace apenas unos días se conoció de la provocada destrucción en pleno lanzamiento por expertos del Pentágono, de la denominada Advanced Hypersonic Weapon, AHW, un misil hipersónico que debe viajar cinco veces más rápido que el sonido, y que es capaz de colocar un explosivo de alto rango en cualquier esquina del mundo en menos de una hora.
Un problema en el sistema de vuelo determinó la caída intencional del aparato, uno de cuyos prototipos ya había sido probado en 2011 y había volado desde Hawai hasta el atolón de Kwajalein, en las Islas Marshall, recorriendo cuatro mil kilómetros en treinta minutos, a una velocidad superior a los cinco mil 800 kilómetros por hora.
Y frente a tales ensayos, del otro lado las lógicas repuestas no suelen demorar. Así, China anunció sus exitosos experimentos con un torpedo submarino denominado de “supercavitación” con capacidad para atravesar el Océano Pacífico en unos 100 minutos a velocidades extremas.
El diseño de esta arma permite utilizar a su favor los flujos de agua que se producen por el desplazamiento del torpedo, lo que disminuye considerablemente la fricción en contra de su avance.
Mientras, Rusia dio a conocer la puesta en activo de su primer destacamento de misiles S-500 que actuará como resguardo contra ataques nucleares sobre Moscú y las provincias centrales del país.
El S-500 es capaz de derribar cohetes y portadores hipersónicos, ojivas atómicas independientes y satélites de órbita baja, y forma ya parte creciente de los arsenales de la Defensa Antiaérea y la Fuerza Aeroespacial rusas.
A ello debe añadirse la nueva familia de misiles portátiles antiaéreos Verba, que sustituye a los ya conocidos Igla-S , y que ha sido concebida para destruir drones, cohetes cruceros, y todo tipo de aviones y helicópteros hostiles.
senelio ceballos
19/9/14 7:58
Saludos Cordova!!..No te preocupes tanto..UNA GUERRA GLOBAL..NO VA CAMARADA!!..
Pero..casos como Irak, libia , ucraina o Siria seran ...Los grandes cambatiendo en tereceros paises...
...Eso, lo vimos en GEORGIA / 2008 CLARITO, ahora en Ucraina / 2014...Cual sera la proxima victima?... que ud cree?...yo pienso que algun pribaltico-nortico!!!
En nuestra america un salvador o venezuela>.. que piensa ud?
Francisco Aristides Cordova
16/9/14 15:07
Desde FB: Si algo nos quita el sueño,es la coyuntura global actual,donde la cordura no està con los promotores de la guerra,una guerra que podría acabar con todo.
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