El dilema es como para ponerse a pensar.
Lo cierto es que el titulado Estado Islámico de Iraq y el Levante, EIIL, una rama derivada de Al Qaeda y ligada ciento por ciento a los grupos terroristas que actúan contra Sira con probado apoyo externo, se ha desatado como una brutal maquinaria de tropelías y muerte contra la cual parecería no existir freno alguno.
Y desde luego, vale recordar lo del padrinazgo exterior, proveniente en su totalidad de las arcas, los arsenales y los servicios secretos de los Estados Unidos, sus socios europeos de la belicista Organización del Tratado del Atlántico norte, OTAN, el Israel sionista y los Estados derechistas árabes.
En suma, una voluminosa fuerza reaccionaria y agresiva que ahora, sencillamente, “no puede” poner freno a los desaguisados y crímenes de uno de los tantos grupos reclutados en las filas del islamismo extremista, esta vez con el propósito de barrer al legítimo gobierno de Damasco y completar la “obra expansionista” que ya se impuso sus fueros en Afganistán, Iraq y Libia.
De manera que mientras el EIIL decapita a prisioneros norteamericanos, europeos y asiáticos, comete horribles matanzas en las zonas bajo su mando, quema vivo a un piloto jornado, practica el más extenso tráfico sexual con menores mesorientales, y promueve actos terroristas en naciones como Francia (uno de sus importantes suministradores de entrenamiento y pertrechos), entre otros desmanes, la “colación” que ocupó militarmente Afganistán e Iraq en cuestión de horas, se muestra ahora incapaz de reducir a uno de sus engendros, no importa que la retórica hable de condena y de la urgencia de ponerle coto absoluto.
Y no basta para mover a la acción, por ejemplo, que hace apenas unos días el Comité de la Organización de Naciones Unidas para los Derechos del Niño, denunciara textualmente que “los integrantes del Estado Islámico están vendiendo a pequeños secuestrados como esclavos sexuales y matando a otros jóvenes mediante la crucifixión o enterrándolos vivos”.
La propia entidad explicó que niños de la secta yazidí o de comunidades cristianas, pero también chiíes y suníes, han sido víctimas del grupo extremista.”
"Hemos tenido reportes de niños, especialmente discapacitados mentales, que han sido usados como suicidas con bombas, probablemente sin que ellos incluso entendieran que eran enviados a una muerte segura", precisó la citada entidad de la ONU.
No obstante esta sumatoria de barbarie, que cada día resulta más cínica y refinada en sus métodos de exterminio, ni los muchas veces publicitados bombardeos norteamericanos contra “objetivos” del EIIL, ni las peroratas condenatorias de ciertas figuras y gobiernos ligadas desde siempre a los planes de utilizar a su favor el fanatismo islámico, han hecho mella alguna en la conducta brutal de sus pródigos ahijados históricos, tal vez porque todo ese entramado apenas se reduce a netas apariencias.
Y es que si objetivamente hay que señalar a grandes culpables en el auge del terrorismo confesional, hay que buscarlos justo entre quienes se adscriben al desbocado hegemonismo global, capaces de toda indigna alianza si de imponer sus designios se trata.
En consecuencia, el EIIL se ha sumado de lleno al “camino descarriado” que en su momento adoptó el notorio agente CIA Osama Bin Laden, y aún si un día sus promotores deciden liquidarle por completo a partir de tan notoria desobediencia, de seguro que a lo que no podrán fin será a la práctica de seguir asociándose con toda clase de escoria que les sirva de apoyo para concretar sus afanes de dominio mundial.
¿Pruebas? Ahí está el Israel sionista, que acaba de recibir a extremistas islámicos heridos en Siria para ofrecerles todos los cuidados médicos que requieran…a buen entendedor…
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