A la sucia lista de “alegrías” derivadas de haber empujado a Rusia contra Ucrania, suman con especial deleite los sectores hegemonistas norteamericanos el envío masivo de armas a un Kiev embarcado en solitario por las falsas promesas de “apoyo directo de la OTAN”, y convertido al final en bulto sacrificable si de dañar a Moscú se trata.
Porque -no lo olvidemos nunca- nada de lo terrible y explosivo que hoy ocurre en el Este de Europa tuviera lugar si la Casa Blanca no hubiese lanzado a la OTAN sobre las fronteras rusas, incentivado en Ucrania el rebrote nazista y el odio al Kremlin, ilusionado a la derecha y a los extremistas ucranianos con hacerlos sus carnales, ni desoído por ocho años las propuestas de Moscú de respeto a su seguridad y de un arreglo sensato a semejante festival de inequidad e indecencia política.
Y ya montado sobre el burro, muy a gusto por ahora, el asunto se reduce para Washington en sacar lascas, todas las posibles, a la repuesta defensiva de Rusia.
Así, ha demonizado y sancionado a Moscú en términos superlativos, apretó totalmente las bridas a una Europa Atlántica sin personalidad ni criterio propios, se agencia el comercio energético del Viejo Continente no importa lo que cueste a los consumidores “aliados”, y en materia militar incentiva las ganancias del titulado emporio armamentista de USA al proporcionarle la posibilidad de mercadeo mediante una larga guerra de desgaste entre dos “desechables” pueblos eslavos.
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Así, y con la urgencia de un senil y descocado deseo de proyectarse como el paladín de la discordia, Joe Biden aprueba ingentes remesas de pertrechos bélicos a Ucrania y alienta y presiona a sus anuentes quincalleros de Europa Occidental a hacer lo mismo.
Desde luego, y ahí está una de las “jugadas maestras”, no se trata de apoyo incondicional y libre de impuestos. Cada bala, cada misil, cada nave aérea, cada pieza artillera y y cada vehículo destinados a ser blanco de la precisa cohetería rusa, van a cargo de un erario nacional ucraniano cada vez más mermado e incierto…y lo apunto para aclarar la imaginería de aquellos que estamos acostumbrados a la digna práctica de nunca pasarle factura a quienes les hemos prestado solidaridad y socorro en sus horas decisivas o aciagas.
No por gusto, hace apenas unos días, el presunto líder del Mundo Libre convocó a los ocho más grandes consorcios armamentistas norteamericanos, entre los que se cuentan la Lockheed Martin y la Raytheon (ambas ya habían anticipado su alegría por el inicio de los combates en Ucrania y el rédito multimillonario que ello les supone), para subrayarles en vivo y en directo el gran negocio que implica la desbocada “ayuda” militar de USA a Kiev, y de paso insinuarles su ya abierto deseo de competir por la reelección presidencial en 2024. Algo así como “recuerden quien le puso la buena a la hora de nominar candidatos.”
De todas formas, vale aclarar que no todo es festín. Rusia y sus misiles hipersónicos están dando cuenta de buena parte de los envíos occidentales de pertrechos, y los presuntos “donantes” ya comienzan a experimentar que sus propios arsenales no son un saco sin fondo…todo lo contrario.
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Y aunque, por ejemplo, el canciller germano, Olof Scholz, declare que “Rusia no puede ganar la guerra”, al mismo tiempo confirma que no es posible dejar secos sus polvorines a favor de Kiev, un argumento, por demás, ya esgrimido por otros de sus pares regionales.
Mientras, analistas norteamericanos advirtieron públicamente que “ofrecer a Ucrania armas al por mayor pone en riesgo los propios arsenales de la primera potencia capitalista”, y apuntan la notoria "debilidad" de Washington para sostener esa sangría ante un conflicto duradero en el Este de Europa.
Para la publicación gringa Bloomberg, por su parte, los Estados Unidos no está capacitado para ser “el arsenal de la democracia” so pena de dañar sensiblemente “sus propias reservas de armas convencionales”, ya que Washington “no puede aumentar significativamente la producción de ese tipo de artefactos en un futuro próximo debido a la escasez de equipamiento, financiación y fuerza laboral calificada.”
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