"Juego con las fantasías de la gente. Puede que las personas no siempre piensen en grande, pero aun así, pueden emocionarse mucho con aquellos que sí lo hacen. Por eso, una pequeña hipérbole nunca está de más. La gente quiere creer "Que algo es lo más grande, lo más grande y lo más espectacular. Lo llamo hipérbole veraz. Es una forma inocente de exageración y una forma muy efectiva de promoción". D.J.Trump. "El arte del trato" (1987)
Y ciertamente las "hipérboles veraces" o pequeñas exageraciones como él mismo las llamó, habían marcado la narrativa del presidente norteamericano Donald Trump desde su Victoria en noviembre pasado.
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De México a Groenlandia había inquietado al mundo con sus insensateces y exageraciones en medio de una situación internacional muy convulsa, caracterizada por la proliferación de los conflictos internacionales y de la inseguridad.
Pero su primer día de gobierno fue mucho más que hipérboles y exageraciones. Ya su equipo venía trabajando en un conjunto de directivas presidenciales que harían regresar en el tiempo a Estados Unidos con medidas retrógradas e inconcebibles en pleno siglo XXI.
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De un plumazo se ha retirado del Convenio de París sobre cambio climático, ha eliminado la participación de su país en la Organización Mundial de la Salud, ha hecho retroceder de golpe el tremendo esfuerzo que tomó reconocer los derechos de las personas con una orientación sexual diferente, entre otras "medidas medievales", como caracterizara la cancillería cubana a los movimientos anunciados por la nueva administración estadounidense.
Claramente que con el regreso de él al poder, por demás acompañado de los mismos halcones que promovieron la política de máxima presión, en su mayoría responsable por la actual situación económica de Cuba, no podía esperarse otra cosa que el regreso de una extrema insensatez.
Y el primer día lo ha manifestado claramente mediante la firma de un memorando que deja sin efecto el tremendamente limitado y tardío firmado por la administración Biden seis días antes de abandonar la Casa Blanca, avalado por el Vaticano.
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Con ese plumazo ha dejado también en ridículo a todas las agencias de inteligencia Y departamentos consultados por la saliente administración demócrata, que avalaran en su momento la salida de Cuba del "listado de países patrocinadores del terrorismo" que emite anualmente el Departamento de Estado de los Estados Unidos.
Claro que habría que aclarar que esas mismas agencias de seguridad y dependencias de gobierno serán radicalmente transformadas durante su administración, y para ello cuenta con funcionarios ya designados absolutamente leales personal e ideológicamente a él.
Después de ese proceso de transformación radical es muy probable que encuentren con más facilidad los argumentos para mantener a Cuba en el listado. Y a nadie debe sorprender esta movida. El gobierno de Donald Trump No es otra cosa que el gobierno del 1%.
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Están en el poder en Estados Unidos los representantes de la clase más adinerada de ese país y de las finanzas internacionales. Las decisiones que hay que esperar, estarán todas en esa línea. El gabinete de ministros de la actual administración concentra una riqueza calculada de 7 mil millones de dólares, según datos de la cadena estadounidense ABC news, cifra que dobla cómodamente la riqueza acumulada en su primera administración que ya sobrepasaba los 3 mil millones de dólares y contrasta con la calculada para la saliente administración, estimada en 118 millones de dólares.
Definitivamente, el 1% está en el poder. Una de sus "hipérboles veraces" más repetida, la relacionada con México, los carteles terroristas y la incontrolada inmigración, ha sido precisamente el objeto de sus primeras medidas.
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Ha cumplido de inmediato con su promesa de cambiarle el nombre al Golfo de México de conjunto con el gobernador de Florida Ron de Santis de quien, a pesar de algunas diferencias con Trump, no podría esperarse otra cosa. Quedará ver cuántos países cambian efectivamente sus mapas.
La declaración de los principales carteles que operan en la frontera sur Estados Unidos como entidades terroristas, provocará una inevitable militarización del espacio común con México y será sin dudas uno de los aspectos más explosivos de su nueva política. Que no la ha limitado al vecino del sur pues también ha acusado a Canadá de dejar entrar el fentanilo (producido en China) en Estados Unidos y en breve debe anunciar los rechazados gravámenes comerciales que impondrá a sus dos principales socios comerciales.
Los políticos conservadores panameños no salen del asombro, ha repetido Trump en sus primeras horas que recuperará "Su Canal" sin decir cómo pero que a juzgar por los antecedentes históricos, no es difícil de imaginar.
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Nuestra América Latina, en su mayoría ausente de los actos de toma de posesión del nuevo presidente estadounidense, imagina ahora cómo enfrentar la nueva etapa.
La desmoralizada OEA, tan utilizada por Estados Unidos para subyugar a la región, no parece estar ahora en los planes de Trump, para nada. Incluso pudiera tener la oportunidad histórica de elegir a un secretario general honorable, pero probablemente, ni eso contará.
La Celac pudiera ser la trinchera latinoamericana en estas circunstancias, pero continúa dividida y sin percatarse de que enfrentar los peligros actuales de manera individual, hará sin dudas, mas largo y tortuoso el camino
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