Trotando sobre una nube gris

Como en los grandes desiertos, el caminante puede ver inexistentes oasis emergiendo ante su mirada llena de sed. Ocurre con los grandes trances. Superlativos por su complejidad, por el número de factores que lo componen o se pudieran desatar. Creo que  el trascurso en Ucrania es uno de esos momentos.

La renuncia del jefe de la Flota Militar ucraniana, el contraalmirante Denis Berezovskise, al pasar a las Fuerzas Marítimas de la República de Crimea, y actos similares –no confirmados pero probables- de tropas reglamentarias, indica que tal cual no hay concertación real ni armonía entre los políticos que desataron los enfrentamientos en Kíev, tampoco existe en las fuerzas armadas.

“Los militares no quieren ser y no serán correas de transmisión en manos de los partidarios de Bandera” (Stepan Bandera, un nacionalista ucranio de extrema derecha que combatió contra el Ejército Rojo durante la II G.M.), apuntó  Berezovskise, al explicar su paso a las filas prorusas en Crimea, donde también la brigada motorizada de la defensa costera, depuso armas.

Lo dicho por el almirante pudiera no ser simple justificación o retórica apropiada a las circunstancias. Elementos, al parecer enviados por los cabecillas de sectores radicales como el grupo Sector de Derechas, aparecían entrando por los istmos que conectan a Crimea con el continente.

El ministro de Seguridad Nacional, nombrado  días atrás por la autoridades que ocuparon el poder en Kíev, Andrey Parubi, y su inmediato, el señalado neonazi, Dmitri Yarosh, como se ve, pasaron de dirigir los actos de violencia en las barricadas de la capital, a ocupar puestos en las estructuras de poder y, no casualmente, en la esfera donde pueden movilizar a seguidores ideológicos y a sinceros confundidos, cubiertos con una cobertura de ambigua legitimidad.

Esta moneda, como todas, tiene otra cara. En el este, donde predominan los rusos, sus descendientes y simpatizantes,  han estado ocurriendo manifestaciones y diferentes actos de rechazo a  la flamante dirigencia que desde hace una semana se puso al mando del país. En unos casos se han limitado a expresiones callejeras, en no pocos sitios, sacaron a los que ocuparon los puestos oficiales y, en general, impera la intranquilidad.

Hay ciudades y regiones completas donde, entre distintas reivindicaciones,  se exige la realización de un referéndum sobre las ofertas de Moscú relativas a participar de la Asociación Aduanera propuesta por Vladimir Putin y de la cual ya forma parte otras naciones postsoviéticas. Estas tendencias se explican a partir de que en su mayoría, las industrias del sureste de Ucrania,  dependen en gran medida de Rusia, sea por suministros o porque exportan hacia el gran vecino sus producciones. Por tanto quedarían arruinadas si se firma un convenio comercial con los europeos.

Hagamos un paréntesis. Se podrá apreciar que en este entuerto hay intereses diversos. Están los movidos por los oligarcas que quieren las riendas de la nación para seguir aumentando sus nada despreciables riquezas personales o de clanes. Parte de lo que poseen lo obtuvieron a través de leyes dictadas por amigos o por ellos mismos. Se trata, entonces, de riñas entre capitalistas.

Esa sería otra historia a contar, pero que explica la existencia de un descontento popular legítimo en una porción de quienes participaron de las protestas iniciales o siguientes y que en este momento siguen apegados a un proceso y persones que los utilizan como maquillaje y volverá a abandonarles en cuanto consoliden sus posiciones. Así ocurrió una vez pasada la Revolución Naranja. Muchos de los rostros visibles entonces, que ocuparon los máximos cargos incluso durante años, pero no encaminaron el desarrollo nacional, son los mismos que repiten la “hazaña” o se amparan en los descontentos creados por ellos o por quienes les sucedieron, incluyendo a Yanukovich y su equipo.

Podrían esperar unos meses y competir en urnas con el gabinete en funciones, pero  le dieron prioridad a sus compromisos con la Unión Europea, aprovechando la creencia de muchos ilusos que creen que el pacto comunitario le abrirá sus puertas pese a que lo ofrecido implica más deberes que derechos, pues no fue para que ingresaran como miembros plenos, sino simples asociados comerciales.

Hay un notable factor nuevo en las protestas que se iniciaron por muchos que creyeron que apareados a Occidente su vida sería mejor: la presencia y fuerza acumulada por una ultraderecha que al calor mismo de este último transcurso, mostraron los colmillos. No será fácil sofrenarlos.

Ahora bien. ¿En qué escenarios se mueve el futuro inmediato? Pudiera tener varias etapas. Se supone que Rusia mantenga ciertas cautelas. A nadie interesa una guerra. Estados Unidos está metido en varias y muy costosas todavía, cuando tiene problemas suficientes dentro como para cubrir los dos años que le quedan a Barak Obama de mandato y dejar una herencia similar o peor que la recibida por él de Bush junior.

Europa por su parte, se encuentra ocupadísima en sus afanes recolonizadores, sobre todo en cuanto a sus antiguas posesiones africanas, y no puede presumir de holguras económicas ni capacidades para enredarse en un conflicto armado aunque el potencial escenario bélico sea tentador y ambicionado hace tiempo tanto por Washington como por Bruselas.

Que el Kremlin y tampoco sus socios-antagonistas a los dos lados del Atlántico, no quieran  una destructiva situación, no hace imposible su estallido. En casos así se empañan las bolas de cristal donde, a veces, aparece un pedacito del futuro. No es el caso.