El reciente ataque del grupo armado Al Shabab (Los Jóvenes) durante 30 horas contra un hotel en Mogadiscio, capital de Somalia, confirmó la asiduidad del conflicto interno, que se pensó declinaría con el nuevo gobierno.
Según confirmó el ministro de Salud, Ali Haji Adan, el asedio al hospedaje Hayat, causó 21 muertos y 117 heridos y se califica como el más grave desde el mes de mayo, cuando resultó electo el nuevo presidente, Hassan Sheikh Mohamud.
El portavoz militar de Al Shabab, Abdulaziz Abu Musab, afirmó que sus militantes abatieron al menos a 40 “apóstatas”, designación usada para los traidores de la fe islámica y con gran connotación en un país de amplia mayoría musulmana.
- Consulte además: Somalia sufre dramático deterioro humano
La aparente calma que se esperó tras la instalación del mandatario y su equipo es una utopía, mientras se refuerza la insurgencia que cumple 15 años en una guerra catalogada como no convencional.
Sheikh Mohamud convocó a la población a prepararse para una contienda total contra la facción antigubernamental, la cual embistió a Hayat, popular hotel frecuentado por funcionarios, con dos coches bomba antes de que uno de sus comandos rompiera el perímetro de la guardia y penetrara en el hostal.
El portal digital hiiraan.com indicó que: “Este modus operandi de un ataque suicida es una táctica común utilizada por Shabab, así como por otros grupos armados de todo el mundo”.
Cuando el personal de seguridad y de emergencia llegó al lugar, otro suicida, el tercero, la emprendió contra esos efectivos.
El tipo de asalto y su preparación hacen concluir que los insurgentes alcanzaron un nivel de organización y efectividad en su lucha contra el Estado superior a lo se pensaba, incluyendo las valoraciones de la Misión de la Unión Africana (Amisom) que respalda al gobierno.
Para observadores esa “guerra asimétrica” está estancada y aunque el Ejército somalí y sus aliados, entre ellos la Amisom y Estados Unidos, ejecutan acciones ofensivas profundas es difícil predecir alguna victoria mediata.
Constituyen problemas para establecer pronósticos el hecho de la invisibilidad del enemigo-guerrillero, la percepción de que las fuerzas de seguridad y sus afines son impías en un ámbito islámico, y el criterio de que el extranjero es invasor.
Aunque la violencia se desató en Somalia a finales de la década de los años 90 del siglo pasado, la caída de la administración de Mohamed Siad Barre en 1991 mostró las posibilidades de utilizar la lucha irregular para desplazar del poder a contendientes más fuertes.
Empleando criterios de guerra cuantitativa (de masas), efectivos que derrocaron a Siad Barre luego causaron el fracaso de la operación estadounidense Restaurar la Esperanza, asociada a ofrecer alimentos en las puntas de las bayonetas.
Aquella derrota en suelo somalí –base del filme La Caída del Halcón Negro- hizo que las tropas de Washington se retiraran en 1993, aunque ahora retornaron con el uso de drones y otras actividades en el terreno, con lo que simulan olvidar lo ocurrido.
Asimismo, otra lógica institucional parece abrirse paso: el nuevo gobierno de Hassan Sheikh Mohamud, quien ya fue presidente en 2012, intenta cambiar en algo la forma de gobernar al admitir a Mukhtar Robow, exjefe adjunto del Shabab, como ministro de Asuntos Religiosos.
Sin embargo, en medio de la violencia –que tiende a persistir- toda acción en la gobernanza puede ser nula si solo toma en cuenta los intereses de los principales contrincantes y no da soluciones a problemas socioeconómicos que asfixian a Somalia y están en la base de su conflicto político-militar.
La pobreza con sus secuelas de hambruna, desatención ciudadana y falta de protección en general, minan el terreno de una probable trasformación y dificultan escapar de la tortuosa senda en que se halla el país.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.