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martes, 5 de noviembre de 2024

Solo falta la gran riña

Al azaroso camino de las elecciones gringas de este año únicamente le resta el intercambio de golpes de noviembre...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 31/08/2020
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Elecciones Estados Unidos
Los contendientes ya están definidos… ahora llega la hora de los puños

Los contendientes ya están designados. En la esquina republicana: la fórmula Donald Trump-Mike Pence aspirando a “retener” el título. Del otro lado de la lona: los retadores demócratas Joe Biden y Kamala Harrys.

El talante parecería diferir. El primer dúo es dado a las bravatas, la altisonancia, la rimbombancia, los espectáculos chabacanos, la trampa sin mayores afeites, la soberbia, y una desbordada y nada disimilada esquizofrenia por retener el poder.

El segundo, no oculta tampoco sus claras ambiciones, pero intenta ser más taimado en eso de las apariencias, en adornar un poco más las formas, en mostrarse más técnico, depurado y elegante en su “estilo”, aunque habría que ser muy lerdo para creer que no sería capaz de incursionar en las aguas fétidas sin pensarlo dos veces, y con similar ahínco que sus rivales, si fuese necesario para concretar los “grandes objetivos” del sistema.

Y justo en ese sentido, hace apenas unos días, un comentarista foráneo caracterizaba de manera sumamente ilustrativa la traza electoral y política estadounidense, cuando advirtió a su púbico que un doblete de Trump en noviembre equivaldría a cuatro años más persistiendo en la locura y las prácticas indeseables que ha implantado dentro y fuera de los Estados Unidos.

Pero si gana la fórmula que impuso la cúpula del partido oponente —subrayaba la misma fuente—, el famoso “cambio” del que se suele hablar, al referirse a un giro del entorno actual, no pasaría de reimplantar en gran medida los acostumbrados trillos de las administraciones demócratas precedentes, porque justo es lo que se estima el estatus “perfecto y adecuado” por el liderazgo nacional de esa entidad política.

Vale recordar —añadía el analista— que los grupos progresistas dentro del Partido Demócrata fueron enviados al banco mucho antes de unas primarias de resultados ya establecidos y expuestos de antemano. Pero, en fin, será a los votantes norteamericanos, con sus niveles más altos o más bajos de discernimiento, víctima de los grandes poderes mediáticos, a quienes presuntamente corresponderá decir la última palabra en las urnas.

Y los que van a subir a la lona saben de qué se está hablando en materia de disputa y métodos. En 20l6, por ejemplo, en pleno conteo desfavorable para Hillary Clinton, se intentó por el campo demócrata detener el anuncio del inesperado resultado final electoral en plena madrugada, y no pocos espectadores fueron invitados a irse a dormir y esperar por las “nuevas matutinas”.

 Ahora, Donald Trump y su equipo, en baja en las encuestas, y con un expediente que incluye entre otras cosas haber dejado de la mano los sonados avatares de la pandemia de la COVID-19 en el país, un generalizado disloque económico y las continuas protestas antirracistas, arremete contra las “posibles irregularidades” de un voto digital y por correo en los cercanos comicios, bajo la nada inocente afirmación de que “la única manera en que nosotros perdemos estas elecciones es si son manipuladas”.

En pocas palabras, el presidente se anticipa a sembrar las dudas, los temores y las iras entre los posibles votantes en torno a la “endeblez” de los métodos que se planea utilizar, debido a que —dijo— favorecen el fraude.

Y para calzar este rejuego y además inducir trabas que faciliten su camino a un segundo mandato, decidió hace poco poner la dirección del correo postal nacional en manos de uno de sus incondicionales, Louis DeJoy, quien ha donado más de dos millones de dólares para las aspiraciones políticas trumpistas.

A todo ello se suma la campaña por tachar de “peligro socialista” un posible gobierno demócrata, cuyos grupos más influyentes y controladores, se sabe de calle, siguen militando hasta hoy, incondicionalmente, en el espectro capitalista, e integran el añejo péndulo bipartidista que ha movido la política interna gringa desde los propios cimientos históricos de los Estados Unidos.

De manera que, sin aventurar vaticinios sobre los resultados de la próxima batalla por el cetro presidencial a pesar de lo que digan las encuestas, preparémonos, eso sí, para ver todo y de todo en el tiempo que resta hasta que se abran las urnas y terminen los conteos.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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