Si alguien medianamente cuerdo en el Washington oficial evaluara objetivamente la situación en Siria, desangrada, pero firme ante la agresión terrorista y hegemónica terminaría como mínimo por sacar “calladito” las manos del asunto, o simplemente admitir de una vez que todo está irremediablemente perdido para los agresores en aquel escenario mesoriental.
Pero como entre los obtusos que Donald Trump lidera no cabe la idea de dejar tranquilo a quien le planta indoblegable resistencia, solo les queda, en son de venganza, intentar lastimar en lo posible la estabilidad y la obra reconstructora que la nación siria se ha ganado en una brava guerra con el apoyo de sus aliados iraníes, rusos y del Hezbolá libanes.
Ahí está, por ejemplo, la “trumpónica” retirada de los efectivos gringos ilegalmente desplegados en Siria, que concluyó en un desvío hacia campos petroleros locales, su ocupación y explotación, y el descarado robo y venta del crudo ajeno. Y, de paso, lograr para los mermados remanentes de Al-Nusra y el Estado Islámico al menos unos pocos kilómetros donde refugiarse, tomar respiro, obtener armamentos y basificarse para emprender rápidas e indiscriminadas acciones terroristas en territorio liberado.
Por cierto, vale informar que, según indicaron por estos días medios de prensa regionales, “los últimos bastiones del terrorismo en Siria son las regiones de Idlib y Alepo (ambas en el noroeste), en las que el Estado Mayor del Ejército y las Fuerzas Armadas del país árabe han liberado, desde enero de 2020, más de 600 kilómetros cuadrados, incluyendo pueblos y ciudades”.
Las fuentes precisan que “los más recientes triunfos sobre el Frente Al-Nusra, constituyen también un golpe significativo para Turquía y su estrategia en la zona, luego de la invasión del 22 de octubre de 2019 al territorio sirio, usando el argumento de garantizar su seguridad fronteriza frente a las milicias kurdas.
”El pasado 5 de marzo Rusia y Turquía firmaron un acuerdo para una salida negociada al conflicto en la gobernación de Idlib, en el noroeste de Siria. Sin embargo, los grupos terroristas que aún persisten en la zona han encontrado la respuesta soberana del Ejército sirio, cuando el pasado 13 de abril decidieron violar el cese al fuego”, concluyen las informaciones.
Mientras, en otra de las fronteras, la que colinda con el Estado sionista, los repetidos ataques aéreos y misilísticos de Tel Aviv contra territorio sirio alegando “golpear a las fuerzas iraníes y del Hezbolá libanés” comienzan a rondar la casi total inefectividad a cuenta de la creciente pericia de los combatientes sirios en el uso de los complejos defensivos suministrados por Moscú.
Al menos en las últimas incursiones realizadas por Israel, recuerdan analistas, el Ejército Nacional puso fuera de combate a la mayoría de los proyectiles atacantes antes de acercarse siquiera a sus blancos previamente elegidos.
Y es que, ciertamente, las tácticas de Damasco y sus aliados, donde se complementan adecuadamente poderío y agilidad militares con una flexibilidad política sin concesiones, van dando forma a una victoria contra injerencistas y terroristas que no pocos consideran segura y sólida a estas alturas de las circunstancias, no importan los pataleos y arañazos de los adversarios.
De hecho, y para cerrar estas líneas, se supo que nuevos destacamentos de efectivos rusos llegaron a la región noroeste de Siria con dos objetivos: fortalecer con moderno armamento al Ejército Nacional Sirio, y ampliar el patrullaje de las columnas rusas que deben hacer valer los acuerdos de estabilidad local, según el pacto suscrito con Turquía de inicios de marzo último y al que hicimos referencia en párrafos anteriores. Una zona donde, además, se mueven los ilegales grupos norteamericanos de combate que roban petróleo y acunan a terroristas.
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