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miércoles, 25 de diciembre de 2024

Secreto bien guardado: magnicidio contra Jovenal Moïse (+Audio)

Este 7 de julio se cumple el primer aniversario del asesinato del presidente haitiano, pero los mandantes siguen libres...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 07/07/2022
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Presidente de Haití-Jovenel Moïse-Asesinato
El empresario Jovenal Moïse, asesinado en su hogar hace un año este 7 de julio, sin que hasta ahora se conozca el autor o los autores del complot que acabó con su vida.

El Haití que conmemora este 7 de julio el primer aniversario del magnicidio contra el presidente Jovenal Moise, en medio de un limbo investigativo y judicial, vive una situación más crítica aún, si eso es posible, que cuando mercenarios colombianos lo ultimaron en su hogar en un cruce de traiciones y engaños.

Moïse, 54 años, llamado ¨el hombre banana¨ por sus haciendas dedicadas a ese cultivo orgánico, exportado a numerosos países, había advertido antes de su muerte, un día miércoles, que trabajaba en una lista de poderosos políticos y empresarios locales involucrados en el tráfico de drogas, y que conocía preparativos para un golpe de Estado en su contra.

El millonario agricultor llegó a la presidencia, sin experiencia política, de la mano de su amigo el exmandatario y cantante Michel Martelly, quien lo postuló por el partido Tèt Kale, una formación política de centroderecha.

Los electores vieron en el candidato una importante virtud: que no era, al menos en apariencia, un político viciado en el robo y la corrupción existente en la mayoría de los gobiernos haitianos, aliados de Estados Unidos. (EE.UU.).

Meses después de la asunción, las relaciones con Martelly quedaron rotas por su presunta intromisión en asuntos del gobierno.

En una entrevista publicada el 13 de febrero del pasado año en el diario El País, de España, Moïse declaró que se sentía inseguro –sin dar detalles- porque sabía que familias y empresarios “que controlan los principales recursos del país” pretendían derrocarlo.

Aclaró entonces que esos grupos de poder “siempre han puesto y quitado presidentes” con el objetivo de “crear desestabilización en el país”, aunque sin referirse a su par Jean-Bertrand Aristíde, quien en dos oportunidades fue obligado a dejar el cargo y asilado mediante un complot de EE.UU. y Francia, lo que causó grandes manifestaciones de rechazo de la población.

Haití, el país más pobre del hemisferio occidental, sufrió en 2010 el terremoto mas poderoso sentido en esa tierra, que comparte con República Dominicana la isla caribeña La Española. Haití, que hizo la primera Revolución contra el colonialismo europeo, después de ser libre tuvo que indemnizar a Francia durante 122 años. O sea, es una República que nació endeudada y pobre.

Haiti Aristide
El pueblo haitiano exige en las calles el retorno del ex presidente Jean-Bertrand Arístide, el sacerdote que devolvió la esperanza al empobrecido país caribeño. (Foto: Tomada de Página 12)

Cuando Moïse sustituyó a Martelly en el Palacio Nacional se veían todavía los azotes del huracán que dejó en 2010 cerca de 300 000 muertos, una economía en crisis, el sistema institucional destruido y un pueblo en las calles hambriento y enfermo. Y había ¨desaparecido¨ literalmente el dinero que entregó la comunidad internacional para la reconstrucción de la pequeña nación de unos 11 000 000 de habitantes, que en estos momentos emigran por miles, huyendo de la crisis acrecentada por la violencia.

Moïse nació en 1968 en el seno de una familia humilde: su madre era costurera y su padre agricultor y mecánico. A la edad de seis años, su familia se instaló en Puerto Príncipe, la capital, donde estudió en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Quisqueya.

Pero no ejerció como maestro, sino que se mudó al noroeste para impulsar un proyecto empresarial sobre bananas orgánicas. Su negocio creció hasta convertirse, con unas 1000 ha, en la primera zona franca agrícola local  de exportación.

Aunque en su toma de posesión, el presidente prometió –como casi todos sus antecesores- mejoras en la calidad de vida de los empobrecidos ciudadanos, con apelaciones dirigidas a los jóvenes, por el contrario, la lucha de poderes en el gobierno, la desunión partidista y la ambición de poder convirtieron ese período en una caricatura política.

Moise insistía en que la solución a los graves problemas pasaba por conseguir un país basado en la “convivencia”, “la calma”, “la serenidad” y “la unidad”.

Es por ello que su plan era la convocatoria de unas elecciones parlamentarias, suspendidas durante dos años. Al momento del magnicidio, estaban previstas para octubre de ese año, 30 días después de las presidenciales.

Para ese mes, también había convocado un referendo para impulsar una nueva Carta Magna que, precisó, modernizará sus estatutos. Esa idea no convenció a sus detractores de la oposición, que lo acusaron de querer anular el artículo que impedía presentarse de nuevo a la reelección.

UN SECRETO BIEN GUARDADO

Luego de un año, todavía se desconocen el o los autores intelectuales del atentado cuyo objetivo era matar a la pareja. Con saña ultimaron al presidente. Martine fue herida de gravedad y trasladada de inmediato a una clínica en Miami, Estados Unidos.

Las investigaciones del crimen, que estremeció al mundo político mundial y enfocó el interés de nuevo hacia Haití, siguen en un limbo, a pesar de que pocas horas después la policía nacional capturó a 29 personas, entre ellos más de 20 mercenarios colombianos contratados en EE.UU. para ejecutar la acción.

Desde los primeros momentos, surgieron varias interrogantes: ¿dónde se encontraba la guardia personal del mandatario cuando los asesinos llegaron hasta su dormitorio?. ¿Cómo pasaron el valladar de seguridad que cuidaba la calle de la residencia, y acaso esta se encontraba en su lugar?. ¿Cómo escaparon y cómo fueron capturados en cuestión de horas?. ¿Quién fue o fueron los autores intelectuales del magnicidio?. ¿Por qué se detuvo la investigación?. ¿Cómo seguiría el proceso político en Haití, tras la desaparición de su mandatario?.

Algunos analistas dan como seguro que Moïse pensaba entregar a EE.UU. el expediente de cada involucrado en el tráfico de drogas.

Su viuda Martine declaró después de reponerse, que los atacantes buscaban documentos, pues –dijo en su declaración- los sicarios, tras asesinar a Moïse, registraron la habitación como si buscaran algo específico, que no encontraron.

La actitud de los asesinos coincide con las denuncias del presidente sobre el peligro que le acechaba. Muchas disposiciones no gustaron a figuras poderosas que operan en Haití.

Migrantes Haiti

Cada día emigran de Haití cientos y cientos de personas para salvar sus vidas de las bandas terroristas y de la pobreza que consume la nación (Foto: Tomada de Telesur)

Poco antes de su muerte decretó una auditoría en el departamento de Aduanas, y la destrucción de una pista clandestina de aterrizaje que utilizan avionetas procedentes de Venezuela y Colombia utilizada por el narcotráfico –a lo cual se negaron las autoridades asignadas- e investigaba el comercio de anguilas, identificado como un mecanismo para el blanqueo de dinero ilegal. 

Una figura central en la lista de Moïse era Charles Saint-Rémy. Desde hacía años, la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA, por su sigla en inglés) tenía a Saint-Rémy, en la diana.

El empresario era sospechoso de tráfico de drogas y cuñado de Martelly, quien estudia, afirma, presentarse de nuevo a comicios presidenciales.

El periódico estadounidense The New York Times asegura que Saint-Rémy fue considerado una figura influyente durante la gestión de cuatro años de Moïse, ya que se movía en la sombra para conseguir contratos  públicos o decidir ministros, que, según la Constitución Nacional, deben ser aprobados en las Cámaras del Congreso, ahora inexistente.

Otro nombre incluido en la relación del mandatario es Dimitri Hérard, miembro esencial de la fuerza de seguridad presidencial de Martelly y luego  jefe de la unidad de policía que protegía a Moïse.

Hérard era sospechoso de tráfico de drogas desde que en 2015 un buque con bandera de Panamá atracó en Puerto Príncipe con 1100 kgs. de cocaína y heroína a bordo. El funcionario fue visto ese día dirigiendo a policías uniformados que cargaban las bolsas en vehículos. Hay al menos dos testigos de esa transacción.

Durante su gobierno también ocurrió el escándalo de la empresa venezolana Petrocaribe, que por decisión del también fallecido presidente Hugo Chávez, dispuso la venta de petróleo a los países del Caribe a precios preferenciales y con años de gracia. La corrupción de funcionarios haitianos echó por la borda los planes de Petrocaribe, cuya finalidad era utilizar el dinero que el país ahorraría en pagos (en momentos en que el barril de petróleo superaba los 100 dólares) para asignarlo a obras sociales.

Ahora, Haití está en uno de sus peores momentos. A sus problemas internos (fue uno de los últimos países en enfrentar la COVID-19), se unió que un nuevo terremoto asoló la pequeña porción de La Española. Y otro huracán social están causando las cientos de bandas de delincuentes y mafiosas que mantienen aterrada a la población sin que las autoridades hayan podido neutralizarlas, dada su organización y equipamiento bélico.

El Centro Haitiano de Análisis e Investigación en Derechos Humanos (Cardh) denunció este mes que entre abril y junio pasados fueron secuestradas 326 personas, incluso las pobres, que son mayoría.

La cifra refleja un aumento del 44.8% respecto a los 225 casos reportados en el trimestre anterior y la mayoría ocurrió en la zona metropolitana de Puerto Príncipe.El informe también detalla que 36 eran extranjeros de nueve nacionalidades y que los bandidos realizaron 15 raptos colectivos.

Los bandidos utilizan placas diplomáticas y un auto de la Oficina Integrada de Naciones Unidas en Haití, empleadas para cometer los raptos y otras acciones criminales.

Mientras, el gobierno del primer ministro, Ariel Henry, y la oposición no logran ponerse de acuerdo en cuanto al escenario político preciso para intentar enrumbar la nación. El pueblo, en cambio, exige en las calles el retorno político del siempre reverenciado presidente Arístide, símbolo de la esperanza.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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