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jueves, 7 de noviembre de 2024

¿Se disipa la guerra comercial entre EEUU y China?

Estados Unidos logro frenar los temores de una inminente guerra comercial con China al suspender la imposición de 150.000 millones de dólares en aranceles a productos de ese mercado...

Jose Valentín Rodríguez Pérez en Exclusivo 26/05/2018
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La confrontación comercial entre EEUU y el gigante asiático había tenido su punto más elevado el pasado mes de abril.

Las medidas dispuestas por el Presidente Trump de subir los aranceles al acero y al aluminio, disparo las alarmas, y avecinaba una guerra comercial que apuntaba en primer lugar a China, aun cuando sus aliados europeos bufaban por el absurdo.

La confrontación comercial entre EEUU y el gigante asiático había tenido su punto más elevado el pasado mes de abril. Las nuevas barreras a los productos chinos se fijaban en unos 150 mil millones de dólares y ni corta ni perezosa la nación asiática respondió de inmediato marcando altos aranceles a productos agrícolas que Estados Unidos compra regularmente en ese mercado. Los agricultores serían los más afectados, a pocos meses de la elección legislativa de mitad de mandato.

En medio de esa escalada sin precedentes, de la que la Unión Europea y otros socios de EEUU  han quedado por ahora al margen, la Administración de Trump se vio obligada por la importancia y el volumen de importaciones que realiza de ese país a sentarse a negociar con China. La aceptación no se hizo esperar.

Fue abierto un canal para la negociación con expertos y funcionarios de alto nivel de las dos partes. Hace 3 semanas las conversaciones iniciadas en Pekín derivaron en el arreglo que ambas partes compartieron de lograr una reducción sustancial del déficit comercial, así lo hizo saber en un comunicado el Departamento de Comercio de EEUU.

Las hostilidades fueron suspendidas y la implementación de la subida de los aranceles quedo congelada, al menos de momento. Y tras largas y enconadas negociaciones en ambas capitales, cerraron un principio de acuerdo de bases mínimas consistente en un compromiso de China de reducir o eliminar, según el caso, las barreras que encuentran algunos productos estadounidenses.

Los aranceles en materia agrícola y energética, se mantendrán invariables,  por ahora, sólo se extenderán  a los productos manufacturados y los servicios. El arribo a ese pacto en interés de ambas partes no tuvo las habituales fanfarrias. Pues todos son conscientes que puede ser frágil y el camino aun es largo.

La temida guerra comercial entre las dos grandes economías del mundo aún es posible, pero la firma de este pacto, la aleja al menos de momento.

Por su parte en respuesta EEUU congelo provisionalmente la subida de los aranceles al acero (25%) y el aluminio (10), tasas con las que Trump provoco la hecatombe el 1 de abril, en su obsesiva lucha interna contra el déficit comercial de Los Estados Unidos con China. Con sentido realista la negociación aun es frágil pues China se resiste a poner una reducción inducida por EEUU de su balanza comercial con ese país solo para contentar al Presidente Trump.

Pero pese a las hostilidades y su permanente inconformidad y denuncia del creciente saldo desfavorable en su relación comercial con China que en el 2017 alcanzó los 375 mil millones de dólares, Trump ha pulsado a su favor y ya empieza a recoger sus frutos.

Trump inicio una confrontación que amenazaba con una guerra comercial. Porque EEUU se decide a ceder ahora a sentarse a negociar con China?

El Presidente outsider cumpliendo con una de las directrices de su campana electoral ha gritado a los cuatro vientos que la competencia es desleal con China, entonces con la habilidad de un showman tiro el gancho para seducir a un amplio espectro de su base electoral molestos por esa participación del país asiático en el comercio bilateral, la mayoría de estados industriales, que veían a Pekín como un perturbador inoportuno. Ahora puede anotarse un éxito político.

Consultados algunos expertos cubanos en la economía mundial ven con recelo la posibilidad de lograr una reducción del déficit en 200.000 millones de dólares, dados los obstáculos estructurales de China y la dificultad de aumentar la producción por parte de Estados Unidos.

El moderado optimismo de los acuerdos alcanzados entre ambas partes tropieza con la resistencia de las autoridades chinas a ceder en la cantidad anual de esa disminución.

Las condiciones han quedado claras, pensar que la tregua puede ser definitiva no puede asegurarse, ya que dada la volatilidad del Presidente Trump cualquier evento puede sacarlo de su rumbo, máxime que su  odio a China se anida en el corazón de su ideología. Momentáneamente se ha decidido evitar la sangre, pero el fuego puede volver a encenderse.


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Jose Valentín Rodríguez Pérez

Periodista y analista político


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