El presidente colombiano Juan Manuel Santos se ha pasado de la raya en los últimos días. Aunque a principios de su mandato al parecer trató de distanciarse de su antecesor Álvaro Uribe, el más fiel aliado de Estados Unidos en Suramérica, su ideología de derecha ha salido a flote en dos eventos de suma gravedad: la burla al gobierno legítimo de Venezuela, al recibir a su opositor fascistoide Henrique Capriles, y la sorpresiva intención de integrarse a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Eso no es todo. Santos celebró en su país la reunión de la Alianza del Pacífico la semana pasada, detrás de la cual está Estados Unidos —derrotado cuando quiso implantar el Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA)—, y luego recibió al vicepresidente de la nación norteña, Joe Biden, de quien, es evidente, aceptó claras instrucciones de lanzarse en una carrera contra quienes eran hasta entonces considerados sus amigos en una región que busca la paz para el desarrollo.
Esto ocurre apenas cuatro meses después de la desaparición física del presidente venezolano Hugo Chávez Frías, el pasado 5 de marzo, quien fuera el máximo promotor de la actual unidad latinoamericana y caribeña con respeto al derecho a las diferencias ideológicas entre gobiernos.
Santos intentó confirmar el errado criterio de Estados Unidos y de la derecha internacional de que sólo el finado dignatario sería capaz de llevar a buen término los proyectos unitarios nacidos en los últimos 14 años, como la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América, la Unión de Naciones Suramericanas, Petrocaribe, y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
Nadie pone en duda el liderazgo de Chávez y su avanzado pensamiento político que abogaba por la unidad ante todo. Pero tampoco murió sin crear las condiciones políticas e ideológicas para darle continuidad a la Revolución Bolivariana, dejando como su sucesor al hoy presidente electo Nicolás Maduro, y teniendo la certeza de que en América Latina y El Caribe existen mandatarios izquierdistas, populares, progresistas, que no permitirán que sobre la región vuelvan a pisar en son de guerra botas militares norteamericanas y mucho menos europeas.
De supuesto hombre de paz, Santos deviene una figura clave en la planificada desarticulación de los gobiernos antiimperialistas de América Latina y el Caribe, para luego intervenir en la región y apoderarse de sus bienes y recursos naturales, tal como lo hicieron con la implantación de la política neoliberal hasta el triunfo de Chávez en 1999. Excepción de esta historia es Cuba, que desde el triunfo de la Revolución en 1959 mantiene a raya a Estados Unidos, al que dio una tremenda paliza militar en Playa Girón a principios de los años 60 del siglo XX.
Ahora parece que el gobierno colombiano pretende darle al anuncio de Santos un carácter de malentendido, una palabra que también utilizó hace pocos días al tratar de justificar el recibimiento dado al derechista Capriles en la sede gubernamental de la Casa de Nariño. ¿Acaso el Presidente desconoce los tentáculos de la OTAN, una alianza militar creada después de la II Guerra Mundial para frenar al bloque socialista integrado por la Unión Soviética y los países del este europeo? Una vez desaparecido el supuesto peligro, la OTAN también debió disolverse. Pero no, ahora es el brazo militar de las naciones capitalistas con Estados Unidos al frente en sus guerras de rapiña.
En los últimos años, en guerras inventadas para apoderarse del petróleo, esa Alianza intervino en la destrucción de Yugoslavia, se apoderó de Afganistán, atacó a Libia y sin confirmar, por su parte, en Siria. También sus tropas han intervenido en Irlanda del Norte, las Malvinas, Camboya y Corea del Norte.
Hay que observar con sumo cuidado los términos del acuerdo entre Colombia y la OTAN. Habría que imaginarse qué podría ocurrir si un soldado de una nación fronteriza penetra por error involuntario en suelo colombiano y Bogotá se siente agredida.
¿Qué servicio de inteligencia movilizará el bloque militar a favor de su socio? ¿Le pediría este ayuda en hombres y armas para proteger su territorio? Recuérdese las bases norteamericanas allí, que pueden ser movilizadas como integrantes de la OTAN en cuestión de minutos.
De ahí que la alarma se disparara en algunas naciones sur y centroamericanas, aun cuando el ministro de defensa colombiano Juan Carlos Pinzón intentó bajarle el tono a las palabras de su jefe, descartando de plano una adhesión a la Alianza Atlántica, y de que el eventual acercamiento se sustentaría en recibir experiencias en temas de seguridad, como el combate al narcotráfico y en la lucha contra amenazas trasnacionales.
Las orientaciones dadas a Santos por Biden —que luego ratificó Jacobson— hicieron que el mandatario bolivariano Evo Morales, ante el evidente peligro injerencista, solicitara una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la UNASUR, cuyos propósitos son, citando a la letra: a) Consolidar Suramérica como una zona de paz, base para la estabilidad democrática y el desarrollo integral de nuestros pueblos, y como contribución a la paz mundial. b) Construir una identidad suramericana en materia de defensa, que tome en cuenta las características subregionales y nacionales y que contribuya al fortalecimiento de la unidad de América Latina y el Caribe. c) Generar consensos para fortalecer la cooperación regional en materia de defensa.
Queda claro que Santos, o no leyó el documento constitutivo de este Consejo, o la paz, a lo interno y a lo externo, poco le importa.
NUREYA
6/6/13 14:39
no sorprende el presidente colombiano, solo se quitó la máscara. Su corazón y pensamiento son de corte fascista y militarista,(fue Ministro de Defensa con Uribe, pero America Latina, bajo la guia de Chavez, del Che, de Fidel, seguira el rumbo de Bolivar y como él, seguiremos ganando batallas!!!
pjmelián
6/6/13 14:29
Nunca me ha engatusado. Este títere, cipayo y lamebotas del Norte revuelto y brutal, EE.UU., das vierte Reich, USA., el sionismo internacional, la mafia financiera internacional, terrorista, geocida y genocida se le importa un bledo que hayan menores de edad prostituyéndose en las calles de Bogotá mientras, en cuadrúpeda posición, acoge con lascivia la penetración de su papito del Norte. pjmelián
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