Con el despliegue tecnológico, mediático y verbal de que son capaces los grupos de poder para disfrazar las verdades e intentar imponer sus versiones, fue celebrado en Alemania el primer cuarto de siglo de la caída del Muro de Berlín.
Globos lumínicos de neón que recordaron el trazado original de la muralla fueron liberados este 9 de noviembre como simbólica recordación del suceso, mientras los discursos de ocasión versaron —como era de esperar— en torno a la pretendida victoria de “la libertad y la democracia” sobre los “regímenes totalitarios” y las “torcidas ideas comunistas” representados en el imaginario imperial por la extinta Unión Soviética y el disuelto Campo Socialista Europeo.
De manera que todo fluyó según lo programado, incluido, por supuesto, el escamoteo de la visión objetiva de todo cuanto rodeó la existencia de la barrera de concreto y alambradas que durante decenios dividió a Berlín.
Y es que casi nadie —y alguno con toda malsana intención— se ocupó de recordar la verdadera génesis de una empalizada que simbolizó los peligros reales de destrucción del género humano impulsados por la Guerra Fría, una exclusiva creación de Washington y sus aliados occidentales frente a la alternativa que, a pesar de sus errores y desatinos, representaban por aquellos años Moscú y las naciones socialistas del Viejo Continente.
Muy pocos rememoraron que si años antes Alemania nazi llegó a adueñarse de casi todo el suelo europeo, fue gracias a la anuencia imperial, que le destinó el papel de enterrar al primer estado de obreros y campesinos de la historia, surgido en la antigua Rusia en 1917 con la Revolución de Octubre.
Que una vez iniciada la contienda y el ataque nazi a la URSS en 1941, y a pesar de la obligada alianza antifascista con el Kremlin, los aliados occidentales demoraron intencionalmente la apertura de un segundo frente continental a la espera del desgaste mutuo entre germanos y soviéticos, y que ese paso solo se decidió cuando el Ejército Rojo hizo irreversible su marcha victoriosa al oeste, hacia el corazón del Berlín fascista.
Que derrotada Alemania en mayo de 1945, apenas cuatro años después, en 1949, Washington y Europa occidental instauraron la belicista Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, para “frenar la influencia comunista” global, y que contra la URSS y los estados socialistas europeos se pusieron en marcha incontables programas subversivos y agresivos, mediante propaganda radial, infiltración de saboteadores, secuestro de aeronaves, espionaje y provocaciones fronterizas, entre otras armas del archiconocido arsenal desestabilizador de factura imperial.
Que ese torrente debió ser respondido por los destinatarios —como es lógico— con medidas defensivas contundentes, como la creación en 1955 de la alianza militar denominada Pacto de Varsovia, el desarrollo nuclear soviético, y en el caso concreto de la siempre conflictiva frontera berlinesa, con la construcción del muro divisorio en 1961.
De manera que la muralla cuya desaparición se proyecta hoy universalmente por la propaganda derechista como una sonada victoria del “mundo libre” sobre la disuelta “cortina de hierro”, tuvo sus reales orígenes en el sempiterno desboque imperial contra todo lo que se oponga a sus intereses de dominación.
Y, mientras el jolgorio y el despliegue de alabanzas recorre este noviembre las pantallas televisivas del planeta, tampoco se dice nada de las alambradas que no permiten a los cubanos completar su integridad territorial con la recuperación de la ilegal base naval de Guantánamo, ni se hace referencia a la valla kilométrica que se alza en la divisoria norteamericana con México, ni tampoco a las vergonzosas almenas con las que el Israel sionista cercena el territorio palestino y pretende inmovilizar a la población árabe.
Muestras, estos últimos ejemplos, de que en un mundo plagado de intereses violentos y malintencionados, es una condición esencial demandar y rebuscar la objetividad si queremos ser exactos y justos en nuestros criterios y apreciaciones.
Lo contrario no es más que hacer el juego a quienes están prestos a cortar las incómodas gargantas.
carlosvaradero
19/11/14 9:38
No me gustan los muros,...ningunos...estèn donde estèn, no entendì porquè separar a las dos republicas alemanas, como tampoco estoy de acuerdo con la separaciòn de las dos coreas ni el muro que se lavanta en EU para que no pasen los mexicanos..
En fin, no me gustan los muros, no debieron existir.
Cada parte cuenta la historia que le conviene, otros tratan de satanizar la caida del muro de Berlin...
Què bueno que ya no existe un muro, nunca debio existir, ahora las familias se reunen y los ciudadanos de ambas partes, pueden pasear por un mismo pais...Bravo!!
Sandokan
18/11/14 23:07
La comparación del Muro de Berlín con los demás es simplista y tergiversadora. El Muro de Berlín fue ergido por el gobierno de la RDA para impedir que SUS CIUDADANOS se marcharan a la RFA. O sea, fue ergido por la RDA contra su propio pueblo, para impdir que salieran. Los demás,, en el daso del de Israel, el de Marruecos, el de la frontera de México-Estados Unidos, quien los erigió fue para impedir que los de afuera entraran a su territorio. Eso no elimina la carga de ignominia que puedan tener los muros, la alambradas y otros engendros afines, pero considero que lo que señalo es algo relevante para un análisis objetivo, omitido por el autor de este artículo.
chester
17/11/14 14:15
"La libertad supone muchas dificultades y la democracia no es perfecta, pero jamás nos vimos obligados a erigir un muro, para confinar a nuestro pueblo."
"Discurso de John F. Kennedy en Berlín Occidental, 26 de junio de 1963.
guarina
11/11/14 13:06
¿Quién levantó el muro, la federal o la democrática?
Lo tumbaron las dos, estuve alli en los años 80 y visite 10 ciudades en viaje turistico y la pasé de maravilla(RDA).
Rodamir
10/11/14 20:37
Al recordar tales hechos, que efectivamente es necesario evaluar sin omisiones, volvemos la mirada a la actual confabulación antirusa orquestada una vez más desde los EEUU. ¿Será la continuidad de la vieja pretensión Fascista de doblegar, desintegrar y someter a Rusia? ¿Por qué tana virulencia a la que se suman europa y Japón?¿Por qué se apoyan las tendencias fascistas y antirusas de los círculos de poder del actual gobierno golpista de Ucrania?
Parece que la vieja Rusia, ya no soviética ni socialista, sigue condenada por la extrema derecha, ante el temor de que intente levantar cabeza el espíritu rebelde e independiente de su heroico pueblo.
Angela Lafuente desde FB
10/11/14 10:57
Mientras se conmemora la caida del muro de Berlín, cada vez es más largo el que construye Israel, pero ese es correcto.
Saray Cala desde FB
10/11/14 10:56
76% de los alemanes del este dicen que en socialismo se vivía mejor
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