Desde hace casi dos semanas, con una represión brutal que deja 22 muertos, 1092 heridos y 3393 detenidos, el pueblo chileno exige en las calles la instauración de una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) que permita una nueva Carta Magna sustitutiva de la vigente, heredada de la dictadura de Augusto Pinochet.
Este miércoles, las más de 100 organizaciones y movimientos sociales chilenos que integran la mesa de Unidad Social promovieron un segundo paro nacional, en el que se repite –indicó la multinacional Telesur- la exigencia de renuncia al derechista presidente Salvador Piñera.
Pero Piñera, uno de los líderes de la derecha en Latinoamérica, hace caso omiso de las exigencias de su pueblo y, por el contrario, le declaró públicamente la guerra, (estamos en guerra, dijo) –algo insólito en el mundo- mientras busca paliativos a una situación que no puede controlar, aun cuando sus fuerzas represivas utilizan crueles métodos, entre ellos asesinatos, violaciones sexuales, torturas y otros métodos antes empleados por el régimen pinochetista y ahora repetidos en la llamada democracia.
Un reporte hospitalario en Santiago, la capital, atendieron en las últimas horas a 127 personas con perdigones en el rostro, muchos de ellos que han perdido la visión, lo que, según Telesur, parece ser una orden dada al Cuerpo de Carabineros.
Agobiado por la tenacidad de la población, que mantiene repleta la plaza Italia, símbolo de las grandes concentraciones en Santiago de Chile, y otras en grandes ciudades como Valparaíso, Piñera busca salidas a la crisis, pero la gran masa pública que se auto-moviliza a diario, sigue en las calles hasta que –han dicho los manifestantes- deje la presidencia y se instaure la ANC.
La gran masa pública se moviliza a diario, en las calles. ( Getty Images).
Sin embargo, hasta ahora el gobierno derechista ignora la persistencia pública y –al menos hasta ahora- empeñado en mantener el sistema económico, político e ideológico del general golpista que traicionó al presidente constitucional Salvador Allende (1973) para instaurar una sangrienta tiranía aliada de Estados Unidos (EE.,UU.).
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Aunque en las protestas hay personas de todas las edades y sexos, se expresa ante todo una gran cantidad de jóvenes que no vivieron la dictadura, pero que reclaman cambios en la equivocada política nacional.
El pueblo exige respeto a sus derechos, libertad pública, educación y salud gratuita, salarios dignos y empleo, y las pancartas y las declaraciones indican que estos males se padecen desde hace décadas en la nación suramericana.
Chile tenía que explotar, como días antes lo había hecho Ecuador (con posibilidades de que se repita el episodio de principios de octubre ante el neoliberalismo de Lenin Moreno), Guatemala, a cuyo presidente Juan Carles Hernández piden la renuncia por corrupto, Haití, con similares cargos contra el mandatario Jovenal Moset.
Para el actual ocupante de La Moneda que con una gran sonrisa días antes del estallido social había declarado por televisión que Chile era ¨un oasis¨ y poco después se lanzó en zafarrancho de combate contra su propio pueblo, parece que le resulta difícil entender que está en un callejón sin salida sino cumple con lo que reivindican las grandes masas, lo cual le resultará muy difícil.
En la plaza Italia, y con el país paralizado, siguen reunidos millares de chilenos. (BBC).
Esta semana, en aras de mejorar el ambiente público, el mandatario solicitó la renuncia de su gabinete, recompuesto después con ocho nuevos ministros, pero la gente no estuvo de acuerdo con los nombramientos. Nada resolvió el oficialismo..
Antes, con similar interés, había suprimido el Estado de emergencia y el Estado de sitio. Sin embargo, continuaron las protestas. Es decir, que prefiere cumplir órdenes de la poderosa oligarquía chilena y aguantar hasta que pueda, pues este lunes una masa enorme de personas avanzó hasta las inmediaciones de La Moneda y ayer de nuevo ocuparon las mas importantes espacios de la ciudad, a pesar del vandalismo de la derecha
Solo los oficialistas aceptaron los cambios presidenciales, mientras los partidos de la oposición mantienen silencio, salvo el Comunista, opuesto al maltrato a los ciudadanos en rebeldía.
Aunque suspendió a titulares muy comprometidos con las medidas neoliberales del actual régimen – recuérdese que un nuevo aumento en el transporte fue el detonante del estallido social- el presidente mantuvo en su cargo al ministro de Defensa, Alberto Espina (cuestionado por la actuación de las fuerzas armadas durante el estado de emergencia que rigió hasta el domingo), a la ministra de Transporte, Gloria Hutt (rechazada por afirmar que era imposible bajar las tarifas del metro) y a la ministra de Educación, Marcela Cubillo, en conflicto permanente con los estudiantes.
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Los movimientos populares, estudiantiles y los sindicatos son los grandes movilizadores a través de las redes sociales y mítines en los barrios chilenos, donde se gestó el estallido social.
Cada día aparecen en unos pocos periódicos y televisoras, como Telesur, Prensa Latina y Rusia Tuday, las denuncias de los ciudadanos –incluso los hombres han sido violados- sobre las torturas en los centros de reclusión, las 13 mujeres desaparecidas luego de ser detenidas, -hay mas de 90 personas en esa situación- los sacados a golpes de sus hogares.
La policía impide que los manifestantes lleguen a La Moneda, quienes protestan en contra el presidente de Chile, Sebastián Piñera. (AFP).
La Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas (CDHOnu) presidido por la chilena y ex mandataria Michelle Bachelet, iba a enviar el pasado lunes a Santiago a sus representantes para conocer la actitud de los cuerpos represivos, pero suspendieron el viaje, dijeron, debido a las pocas condiciones para realizar su trabajo.
Mientras Bachelet se dice ¨preocupada¨ por el país que dirigió durante dos mandatos apoyada por presuntos partidos de centro-izquierda, que jamás tuvieron un problema con los capitales locales, la población sigue con su rabia a cuestas, pidiendo la renuncia presidencial.
¨Piñera, escucha, ándate a la chucha¨, que significa ¨vete al carajo¨ es uno de los gritos más escuchados en decenas de kilómetros en Santiago de Chile.
Este martes, Jorge Ortiz, un observador debidamente identificado del Instituto Nacional de Derechos Humanos de Chile fue baleado por los Carabineros y trasladado a un centro hospitalario, dada la gravedad de sus lesiones. Recibió siete perdigones en la pierna izquierda, según primeras informaciones.
En la plaza Italia, y con el país paralizado, siguen reunidos millares de chilenos. El pasado viernes, en una acción sin precedentes, se reunieron allí más de un millón de personas en lo que se considera una situación desbordada.
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