Teresa May hizo lo que pudo. Desde que fue electa como líder del Partido Conservador tuvo dos prioridades: mantener a los Tories en el poder y gestionar la salida de su país de la Unión Europea de la manera más organizada posible. Sin embargo, no logró un acuerdo con el parlamento para que su plan de escape entrara en vigor. La acusan de que es muy testaruda, de que no escucha a otros, y de que le falta carisma y carácter para dirigir. El 24 de mayo, en un ensayado discurso que terminó en lágrimas, dijo que renunciaba.
Mientras tanto, sigue en Downing Street, sede del gobierno británico. Con las maletas hechas aguarda por un sucesor. No habrá elecciones generales, el Partido Conservador tiene aún dos años más en el poder, y dependerá de ellos quién será el nuevo primer ministro.
Durante varios días, los diputados conservadores reducen la lista de una docena de candidatos en una serie de votos secretos. El propósito es llegar a solo dos candidatos quienes tendrán un mes para hacer campaña entre los 160 mil miembros que pagan por ser parte del Partido Conservador, y serán ellos los responsables de decidir quién sustituye a Teresa May en su residencia en la calle White Hall, sede del emblemático edificio de ladrillos negros.
Boris, ex alcalde de Londres y ex secretario de exteriores, es quizás el único político británico que todos conocen por su nombre de pila. Fue periodista del diario The Times, de donde fue expulsado por inventar una cita. Contó a los británicos sobre la Unión Europa durante los años que fue corresponsal en Bruselas. En Londres tiene un legado ambiguo. Unos lo recuerdan como el líder que trabajó duro para preparar la ciudad para los Juegos Olímpicos celebrados aquí en 2012, y otros lo acusan de que sus políticas encarecieron esta capital, una de las ciudades con la renta más alta del mundo.
Intentó ser el primer ministro, pero May ganó esa batalla, y luego se le unió como Secretario de Exteriores, una decisión de la todavía Primera Ministra, para mantenerlo tan lejos como la diplomacia exige. Boris se mantuvo entretenido viajando, hasta que renunció como protesta a cómo la líder del partido estaba negociando la salida de la Unión Europea.
Ahora parece que ha llegado su oportunidad. Desde que su ventaja comenzó a ser evidente estuvo callado y alejado de los medios. No apareció en el debate televisivo organizado por el privado Canal 4 del pasado domingo, aunque sí en el de la BBC. Al parecer sus asesores le aconsejan mantenerse callado la mayor parte del tiempo, porque temen que diga algo que pueda afectar la ventaja que lleva, y es que Boris Johnson es impulsivo y tiene un historial de mentiras que afectan su imagen pública.
Le siguen en la carrera Jeremy Hunt, secretario de exteriores del actual gobierno, y Michael Gove, secretario de Medio Ambiente de Teresa May, amigo de Boris, de quien luego se distanció para hacerle competencia.
Rory Stewart, Secretario para el Desarrollo Internacional, ha sido la revelación de esta campaña. Tiene quizás el discurso más sensato, y con un fuerte impulso en las redes sociales. Estuvo en la guerra en Iraq como parte de las fuerzas de ocupación. Sobre su experiencia allí escribió dos libros, uno de los cuales fue un bestseller.
El debate entre los candidatos sostenido en BBC esta semana demostró que la retórica política en este país ha decaído a niveles nunca vistos en el pasado. Interrupciones, gritos, ofensas y muchas promesas incumplibles.
Boris afirma que se puede salir de la Unión Europea el 31 de octubre y que renegociará el acuerdo con Bruselas. Será difícil, la institucionalidad del viejo continente ha repetido hasta la saciedad que no negocian más, y ha soltado la pelota para que lo resuelvan en Westminster.
En la esquina opuesta del parlamento, se manifiestan también los que están en contra del Brexit. “Que en paz descanse el Brexit. Murió por sus propias contradicciones. No había plan B”. (Foto: Cristina Escobar ©)
Si Bruselas no quiere negociar otra vez, y el Parlamento no acepta ese acuerdo aprobado por los estados miembros, que era el que proponía Teresa May, será espinoso sino imposible salir de la encrucijada. Boris dice que se puede. Rory Stewart puso una nota discordante de sensatez: todos estamos frente a una puerta, y esa puerta está cerrada. “Esa puerta es el parlamento, y todo el mundo aquí, en vez de abrir la puerta grita a la pared: ¡Cree en el Reino Unido!”.
“Pero ya hemos chocado contra esa puerta tres veces, Rory”, lo interrumpió Michael Gove. El Brexit es sin duda el asunto que más ocupa a estos candidatos, un tema que ocupa el tiempo, y las preocupaciones de los políticos casi todo el tiempo, mientras la desigualdad aumenta, y la pobreza entre gente empleada crece por el encarecimiento de la vida. Todo parece detenido por el incumplido Brexit, una decisión política tomada por una estrechísima mayoría en un referéndum convocado por David Cameron.
En la semana del 22 de julio se conocerá el sucesor de Teresa May, la segunda mujer primera ministra en este país. El que llegue heredará lo mismo: bloqueos en el Parlamento, y Bruselas cerrada al diálogo. Se sabrá entonces si el obstáculo es la incapacidad de liderazgo de May, o las contradicciones política en un parlamento que intenta representar un país altamente polarizado y que no parece ponerse de acuerdo.
*Desde Londres
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