Política…and money (+Infografía)

Hace unas semanas, un estudio de opinión de los tantos que suelen acompañar las campañas presidenciales norteamericanas hablaba de un virtual empate técnico entre las expecta-tivas reeleccionistas de Barack Obama y la puja del aspirante republicano Mitt Romney.

Y aunque las cifras por lo general oscilan de acuerdo con cada encuesta y averiguación, lo cierto es que hay cierto balance entre ambos personajes, y que cada uno de ellos se va centrando cada vez más en afincar posiciones y acceder a nuevos escaños en la carrera por la Casa Blanca.

Y en esa búsqueda de alza en las preferencias la propaganda es esencial. 

Al fin y al cabo, se trata de “vender” a un posible presidente como se hace con una marca de jabón, cigarrillos, o neumáticos. Mi mercancía, dice el lema, es la mejor y la más segura.

De manera que tanto Obama como Romney empiezan a codearse públicamente, cada vez con más asiduidad, con todas aquellas potentadas figuras que pueden volcar sustanciosas sumas a favor de la campaña de cada uno de ellos.

El presidente, por ejemplo, ha asistido a recepciones cuya entrada ha tenido un costo de 40 mil dólares por persona, o a funciones teatrales de 2 mil 500 dólares el boleto. 

Por su parte, Romney ha procurado eventos de igual porte, sobre todo con elementos de la industria y la banca, al fin y al cabo su “medio natural”, como hombre de negocios.

Lo cierto es que, según estimados, solo en mayo el aspirante republicano atrajo a sus arcas 76 millones de dólares, contra sesenta millones recaudados por Obama, luego de que en abril cada uno logró sumar no menos de 40 millones.

No obstante, el asunto tiene otras caras, y se trata de los reiterados y crecientes ataques de Mitt Romney a su contendiente a partir de la crisis que desde 2008 asola a la economía de la, por ahora, primera potencia del orbe.

Para el republicano, signado por fuentes obreras como un empresario ácido y nada inclinado a arreglos con sus “inferiores”, habla de la necesidad de un “pago moral” al pueblo nor-teamericano por los negativos saldos sociales de la debacle, al tiempo que acusa a Obama de flojedad en el manejo de la situación.

Desde luego, tanto Romney como su partido, haciendo galas de esa máxima propagandística de “la verdad a medias”, se cuidan de recordar que la crisis estalló bajo la administración irresponsable y botarate de otro republicano, George W. Bush, y que el pecado de Obama radica en no haber cortado el hilo y en haberse montado en el mismo carro de su predecesor.

De hecho, la tasa de desempleo norteamericana, que sigue oscilando entre diez y nueve por ciento, es un arma que los republicanos blanden con inusitada frecuencia por estos días.

Mientras, Obama coquetea con la opinión pública de los estados de la Unión que considera claves en una posible victoria, a la vez que proyecta posiciones liberales en torno a asuntos como la autorización de los matrimonios del mismo sexo y otros temas sectoriales, intentando capitalizar el interés de grupos que muchas veces se muestran indiferentes ante las contiendas políticas internas.

Y como sabiamente dicen muchos analistas, nada está escrito ni dicho sobre lo que sucede-rá en los Estados Unidos en los meses venideros en materia de elecciones generales.

Al fin y al cabo, en aquellos predios un asunto de esa índole es tan “estable” como las pencas del cocotero bajo un vendaval.