Occidente: ilusionismo y bravatas

Liderado y controlado por el perpetuo aspirante al trono hegemonista universal y hasta hace poco primer polo económico del mundo, el Occidente capitalista insiste en tomarle el pelo al orbe, a la vez que mantener la hostilidad contra sus más poderosos competidores.

Así, la recién concluida cumbre del denominado G-20, realizada en Australia, no solo sirvió para que los grandes contaminadores del planeta hicieran publicitarios mimos a un puñado de koalas, sino también para confirmar, entre los menos crédulos y los más golpeados, que de semejante ralea nada puede esperarse en materia de componer la economía global y comportarse con sensatez en la arena internacional.

Porque luego de sacar casi de agenda un pretendido “análisis a fondo” de las medidas que se supone deben dar término a la crisis económica surgida en los Estados Unidos en 2008 y convertida en pandemia en Europa del oeste y otros patios geográficos, los debates se centraron en esencia en criticar y acosar a Moscú por su “agresión a Ucrania”.

Alusiones que, por demás, el presidente ruso, Vladímir Putin, presente en la sala, ni siquiera se tomó el trabajo de citar o comentar en sus intervenciones a causa de la total carencia de objetividad de semejante descarga, y solo recordó que en la misma medida en que se pretenda agredir y aislar  al Kremlin, así se verán perjudicados los tercos violadores de las leyes internacionales, empeñados en sacar de paso a uno de los blancos preferentes de las ínfulas imperiales.

Y es que resulta un asunto plenamente demostrado que las nefastas y planeadas consecuencias de la injerencia de Washington y sus restantes aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, en los asuntos internos ucranianos, que terminaron con la instauración de un contexto derechista y neofascista, no son otra cosa que producto del empeño de cercar a Rusia, amenazar directamente sus fronteras y contar con pretendidos argumentos para demonizarla a escala global.

No por gusto el actual presidente ucraniano y poderoso empresario pro occidental, Piort Poroshenko, a horas de iniciarse la cumbre de Australia, reanudó los ataques bélicos a las zonas separatistas ucranianas y solicitó al parlamento la derogación de toda medida que hable de reconocer medidas autonómicas en el Este del país.

Por lo demás, el tema económico, que debió ser la médula de los intercambios entre quienes han generado la actual debacle, se convirtió en un acto de burdo ilusionismo al estilo de la peor carpa de circo.

En medio del desmadre que ha generado la crisis que se arrastra desde seis años atrás, los “magos mundiales” sacaron de la chistera un “preclaro” pliego de cientos de medidas que, dijeron, deben ser adoptadas al unísono por todos los comprometidos para devolverle vida la economía internacional.

Paquete, por cierto, no vinculante, es decir, ajeno al deber y obligatoriedad de adoptarlo y cumplirlo al pie de la letra por los firmantes, y que deberá ser supervisado por una entidad tan “honorable” como el Fondo Monetario Internacional, que ya mostró en voz baja sus reservas en cuanto a la materialización y posible éxito de semejante panfleto.

De manera que si los presentes en Australia no hablaron algo realmente sustancial mientras mecían a los koalas, el concluido foro del G-20 no es más que bazofia en materia de posibles avances económicos y políticos mundiales…habría que ver que oyeron los animalitos.