viernes, 27 de septiembre de 2024

Mali, del mal tiempo a la indulgencia

Sobrepasado el disenso maliense al menos parcialmente, la rutina política retornó a la región oeste del continente con un poco más de experiencia y la convicción de que los africanos pueden enfrentar y resolver sus retos, como afirmaban los próceres...

Julio Marcelo Morejón Tartabull en Exclusivo 24/10/2020
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Cedeao en Mali
Visita de líderes del Cedeao a Mali (Foto: AfricanNews)

La visita a Mali del presidente de Ghana y —en forma rotativa— de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Cedeao), Nana Akufo-Addo certificó que pasó el momento más difícil en las relaciones entre ambas partes.

Aunque aún todo no transcurre a la perfección, las primeras señales muestran un cambio en la dirección del viento, para lo cual ambos protagonistas cedieron: los militares que derrocaron a Ibrahim Boubakar Keita aceptaron algunas demandas que la Cedeao consideraba clave, pero no admitieron la reposición del mandatario.

Los nuevos sujetos en el poder en Mali hicieron gala de inteligencia y habilidad políticas, que presumiblemente no poseían los ejecutores de las asonadas anteriores; en 1968 el Ejército derrocó al Padre de la Independencia, Modibo Keita y colocó a Moussa Traoré en la presidencia, y luego la sucesión mediante golpes castrenses fue un hecho.

Ahora desbrozaron el camino sin violentar mortalmente los modelos de gobernabilidad respetados por los países de la subregión, mientras que mostraban poco o ningún interés en eternizarse en la cúpula, lo cual se interpretaba como deshacerse de lastres para pasar a una transición real.

Hay aspectos notorios en el motín ocurrido, que no estuvo exento de críticas desde los países vecinos, que también expresaban sus temores de que Mali se despeñara y hundiera en el caos, lo cual pondría en peligro la estabilidad del área, como por ejemplo, con la propagación de la actividad terrorista.

El factor Boubakar Keita constituyó un eje de discordia durante las semanas anteriores al golpe de Estado del 18 de agosto, que fue la solución castrense a una crisis política desbordada y donde las autoridades enfrentaban el repudio expresado en manifestaciones devenidas disturbios que causaron 14 muertos.

La salida del presidente operó como una válvula de descompresión efectiva, su mutis dio paso a varias opciones: el acercamiento de la junta militar —identificada ya como Comité Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP)— a la oposición tradicional o no, y a brindar un espacio de actuación a la sociedad civil.

En esa línea los golpistas se adelantaron a la Cedeao y además su conducta afinaba con las exigentes demostraciones callejeras promovidas por el Movimiento 5 de Junio-RSP, que sin radicalizarse al máximo exponía los problemas reales de Mali: la crisis socioeconómica y la ofensiva del radicalismo de distorsionado cariz islámico.

Pero hay más, en 2012 ocurrió un golpe de Estado contra Amadou Toumani Touré, a quien los militares consideraron incapaz de manejar la guerra en el norte del país, donde a la sublevación tuareg sucedió el asalto fundamentalista. Aunque con nuevos matices el derrocamiento de Boubakar Keita tuvo ahora motivos parecidos.

En las dos ocasiones, la intervención del Ejército detuvo el declive total del modelo, aunque hay un aspecto muy marcado, y es el carácter popular que coadyuvó al motín del pasado 18 de agosto con las movilizaciones callejeras masivas, como ocurrió por ejemplo en Burkina Faso (2014) y en Sudán (2019).

Sin embargo, la junta militar, el CNDP, aclaró su desinterés en el posible secuestro del poder, con lo cual enfrentaría a la sociedad civil, a los partidos tradicionales e incluso a un alto sector del clero, cuya figura pública, el imam Mahmoud Dicko, fue promotor de las demostraciones contra el gobierno.

Dicko, quien dirigió el Alto Consejo Islámico de Malí (HCIM) del 2008 hasta el 2019, se desentendió de figurar directamente en la cúpula con los golpistas y antes también declaró su negativa a ser el presunto sucesor de Boubacar Keita en la presidencia del país, algo contradictorio teniendo en cuenta su desempeño contestatario reciente.

Fue significativo también que el Movimiento 5 de Junio-Unión de Fuerzas Patrióticas (M5-RFP), asociado al jefe religioso, rechazara participar en la aplicación de un plan para la transición propuesto por la junta maliense; eso junto con el pulseo con la Cedeao colocaron en una situación difícil los próximos pasos del CNDP.

Mientras las calles ardían, dos delegaciones de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental acudieron a negociar con los militares y los factores políticos que se movían a su alrededor, pero las gestiones mediadoras fracasaron y el bloque subregional optó por la imposición de sanciones y el cierre de las fronteras con Mali.

Tal vez fue el momento en que más descendieron las relaciones entre ambos y llegó a alejarse la perspectiva de un entendimiento global, incluso después de reuniones de emergencia (extraordinarias) para abordar una solución africana para un asunto propio, el destino de Mali, donde debía asumirse seriamente un proceso de transición política.

La Cedeao presionaba para un traspaso rápido de las autoridad a civiles. Los militares evidentemente no compartían “el tema de la velocidad” y proponían un período más extenso que permitiera reordenar el Estado para comenzar la restauración institucional, pues el golpe junto con la presidencia afectó al Legislativo y al Ejecutivo.

El pulseo se extendió y los planteamientos se abordaron en una reunión de la junta con la Comunidad en Ghana, poco después que la presidencia rotativa del esquema de integración pasara a ese país y las gestiones correspondientes a su jefe de Estado, Nana Akufo-Addo.

En ese contexto de negociaciones se registró un giro que posibilitó la conciliación de criterios: el CNDP accedió a establecer una administración civil encabezada por un presidente, el exministro de Defensa Bah Ndaw, un vicepresidente, el coronel Assimi Goita, jefe de la Junta, y como primer ministro al excanciller Moktar Ouane

Por su parte, la Cedeao relajó las sanciones impuestas y comenzó a desmontar las medidas de presión sobre los jefes militares que, en un gesto humanitario, permitieron la salida de Mali del expresidente Boubacar Keita a recibir atención médica en Emiratos Árabes Unidos; y para ratificar la distensión, Nana Akufo-Addo viajó a Bamako.

No obstante, tras los primeros pasos efectivos en la transición, el país continúa enfrentando situaciones muy complejas, como es un incremento de la inseguridad, debido al radicalismo de una torcida interpretación confesional islámica y la necesidad de mejorar las condiciones socioeconómicas de la mayoría de sus nacionales.


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Julio Marcelo Morejón Tartabull

Periodista que apuesta por otra imagen africana


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