Aunque el oficialista Alianza País del Ecuador aún constituye la principal fuerza política de esa nación, los resultados de las recientes elecciones regionales —donde la derecha ganó o mantuvo importantes ciudades— constituye una lección política cuya lectura está críticamente hecha por el presidente Rafael Correa, quien, con entera sinceridad, admitió las irregularidades que permitieron el avance de los conservadores, a pesar de su programa de la Revolución Ciudadana y sus notables mejorías para el pueblo.
Correa, un economista antineoliberal que gobierna Ecuador desde hace siete años y que cuenta con más del 80 por ciento de simpatías del electorado, reconoció después de los comicios efectuados el pasado 23 de febrero que la pérdida de las tres principales ciudades del país (Quito, Guayaquil, Cuenca y Manta) puede considerarse un remezón –otros la califican de revés- para Alianza País, una coalición partidista que lo llevó al Palacio de Carandelet.
Sin embargo, politólogos afirman que la discusión no estriba en la certeza de que Alianza País es la primera fuerza a nivel nacional, sino el mensaje político que emerge detrás de estos resultados electorales.
La coalición gubernamental, es cierto, ocupa el mayor número de alcaldías y prefecturas municipales, pero la mayoría de ellas sin el poder económico y político de las cuatro grandes ciudades ahora en manos de líderes aliados a la oligarquía, entre ellas Quito, la capital, ganada por el derechista Mauricio Rodas.
Los resultados indican que el partido oficialista obtuvo el 30 por ciento de las alcaldías (68 de las 211) y el 43 por ciento de las prefecturas (10 de 23), según el Consejo Nacional Electoral.
En un artículo de la revista Poderes, el análisis difiere. Alianza País, que controlaba 10 ciudades principales, ahora solo tiene tres. En cambio, otras fuerzas políticas, como Suma y Avanza, se impusieron en ocho capitales de provincias.
El partido Pachakutik recuperó en estos comicios los territorios donde se asientan los indígenas. Esa agrupación ganó 32 alcaldías y cinco prefecturas en territorios donde hay conflictos por la minería y el extractivismo.
Analizando tales resultados, en Ecuador ocurrió un cambio objetivo en la correlación de fuerzas y el retorno de organizaciones partidistas y movimientos que se ubican ahora desde el centro democrático hacia la derecha, con dirigentes formados en los años 80 del pasado siglo que no tuvieron espacio entonces ni ahora en el izquierdista Alianza País.
Correa, quien anunció que no se repostularía a la presidencia en el 2015 y ahora dio marcha atrás, consideró que el avance de la derecha se debió a los errores internos de Alianza País, y mencionó entre ellos los cometidos en la promoción de las candidaturas en la nación, y en la gestión sectaria de su partido en las localidades, donde no hizo alianzas con otros movimientos y organizaciones políticas, dejándole el campo libre a los elementos conservadores.
"El problema no es el gobierno, precisó, se pudieron ganar muchas más plazas, pero es la estructura, es Alianza País, no es el gobierno, pero en todo caso creemos que sí se necesita una oxigenación"
Ya el Presidente había advertido pocos días antes de los comicios que del resultado obtenido en ciudades como Quito dependería la continuidad de su programa Revolución Ciudadana, a solo un año de elecciones presidenciales.
Uno de los errores es el tinte presidencial que tuvieron estos comicios, que tenían a Correa como centro de la atención mediática, sin dejar un espacio personal a los candidatos de Alianza País en sus municipios. El tono comicial indicaba que si el postulado se fotografiaba junto al presidente, con seguridad ganaría la plaza. Y la vida demostró lo contrario, porque un movimiento político no puede sustentarse solo en torno a un líder.
Por otro lado, en los últimos meses el gobierno de Correa, aún con las mejores intenciones de por medio, vio como las fuerzas de movimientos alrededor de su partido comenzaron a desmovilizarse, en especial los sociales, a partir de medidas gubernamentales con las cuales difirieron, como la apertura del proyecto del Yasuní, el mayor santuario económico del Ecuador, pero con una enorme franja petróleo que será puesta en explotación y la exclusión en el Código Penal del aborto en casos de violación.
Estas dos medidas, más la ausencia de movilización de Alianza País, fueron aprovechadas por la derecha –que vio como el Mandatario iba perdiendo su soporte popular- para ocupar posiciones vitales.
En medio de esta situación ya difícil, se desató una fuerte campaña de los medios privados de comunicación contra Venezuela en Ecuador y el clima de desestabilización fomentado allí por la oligarquía interna y regional, lo que —opinan especialistas— colocó en posición vulnerable a las grandes masas sin la politización necesaria, que se confunden ante la propaganda de que los gobiernos de carácter progresista pueden convertirse en totalitaristas, un adjetivo que injustamente le han endilgado al del presidente Nicolás Maduro.
Incluso en un fenómeno que muchos consideran resultado de esta ofensiva mediática, partidos como Avanza, aliado a Alianza País y con el cual no llegó en las regionales a un acuerdo político, se unió al grupo opositor SUMA en estas elecciones regionales.
Junto a la decisión de fortalecer en las bases su partido, Correa reestructuró recientemente su gabinete ministerial mediante un Decreto Ejecutivo, trayendo al Ejecutivo a figuras como la joven abogada Viviana Bonilla, quien se ocupará de la gestión política, luego de competir con el derechista Jaime Nebot por la alcaldía de Guayaqil, donde obtuvo casi el 40 por ciento de la votación. De esa manera se consolida la hegemonía de los militantes procedentes de la costa del país, tanto en el gobierno como en su partido.
También retornó al gobierno Vinicio Alvarado, quien ocupa ahora la Secretaría de la Administración Pública, equivalente a jefe del gabinete ministerial. Alvarado siempre dirigió las campañas electorales de Alianza País, pero no preparó los del pasado 23 de febrero.
En su habitual programa radiotelevisivo del sábado, Correa admitió que “perder la experiencia de Vinicio Alvarado fue un factor fundamental para no reeditar anteriores logros electorales”.
Otros cambios fueron la Cartera de Transportes y Obras Públicas, y la reincorporación del teniente coronel Rommy Vallejo como Secretario Nacional de Inteligencia. Al movimiento ministerial se sumó una reestructuración en marcha de las directivas locales de Alianza País, para corregir las "vulnerabilidades" de este movimiento que, precisó el Mandatario, pasaron la cuenta en las urnas.
Muchos cambios políticos están por venir en la coalición oficialista y en el Gobierno, si es que los ecuatorianos ven más allá de sus narices y comprenden que, si la derecha ganara las próximas presidenciales, la Revolución Ciudadana y su política del Buen Vivir, serían relegados a una etapa más de la historia del país meridional.
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