La guerra de las llantas

Luego de más de una semana de espera en la frontera común, el tan “controvertido” primer envío de ayuda humanitaria de Rusia a las regiones del este de Ucrania -bajo asedio militar de Kiev- resultó satisfactoriamente zanjado en unas horas a partir de la orden expresa del Kremlin.

Por demás, y pese a la algaraza de las autoridades derechistas ucranianas y de sus socios externos, el gigante euroasiático anunció próximas caravanas de vitales suministros a las víctimas de la guerra desatada por los golpistas.

En efecto, a una indicación desde Moscú, los más de doscientos cincuenta camiones con dos mil toneladas de alimentos y artículos de primera necesidad, parados por días en la divisoria ante las dilaciones de los actuales gobernantes de Ucrania, penetraron en la zona oriental de ese país y dejaron su preciosa carga en manos de los urgidos habitantes de la zona en conflicto.

Hay que decir que Rusia fue paciente y aguardó lo razonablemente indispensable por una decisión seria de Kiev, que mientras decía aceptar el paso de la caravana y trababa conversaciones con un Comité de la Cruz Roja Internacional presente en el área, no dejó de bombardear y masacrar a la población civil de origen ruso para luego hablar sobre “violentas acciones rebeldes” que no brindaban “seguridad” al tráfico de los vehículos.

Pura falacia, según advirtió la cancillería rusa, que a la vez significó que la carga humanitaria fue verificada debidamente por los diferentes observadores y negociadores reunidos en la frontera, por lo que quedan invalidadas las acusaciones del gobierno de Piort Poroshenko y de estadistas como Barack Obama y la canciller alemana, Angela Merkel, en el sentido de que se trataba de “apoyo a los grupos separatistas.”

Si hay “inseguridad fronteriza”, en todo caso se debe a la hostilidad de las propias tropas ucranianas y de los extremistas de derecha y neonazis que operan contra los pro rusos, uno de cuyos jefes –dicho sea de paso- participante incluso en las manifestaciones armadas que provocaron el inconstitucional cambio de gobierno en Ucrania, fue sepultado días atrás en Kiev con honores militares y rango de héroe por sus “valerosas acciones en el Este”, cuando   en verdad murió baleado por el octogenario abuelo de una joven aldeana a la que pretendía violar junto a dos de sus compinches.

Por lo demás, y a pesar de que se dice que no fue acompañado por las autoridades de la Cruz Roja, el primer convoy procedente de Rusia entró sin contratiempos en la conflictiva zona de Luganks, dejó su carga, y regresó  en su totalidad al lado ruso.

Desde luego, el alboroto no se ha hecho esperar, y desde Occidente se habla incluso de posibles nuevas sanciones a Moscú por semejante “acto agresivo”, como si los que gritan no fuesen expertos en violentar divisorias y desoír y destruir países enteros, no precisamente para alimentar y avituallar a civiles cercados por la violencia.

Por demás, las “historietas” no dejan de tejerse entre los que solo apuntan a hacer valer sus intereses racistas, hegemonistas e injerencistas al costo humano que sea preciso, y ya se habla de que los vehículos retornaron a Rusia cargados de pretendidas armas y tecnología militar “robadas a Ucrania”.

Solo que en medio de esas diatribas, despachos de prensa desde las áreas de cruce de la caravana ya habían reportado horas antes que los vehículos retornaron totalmente vacíos a sus áreas originales de concentración, según “testimonios del propio gobierno ucraniano.”

De manera que en ese contexto, resultan más convincentes y válidos los argumentos de la parte rusa, que más de una vez dijo y recalcó que la responsabilidad por posibles provocaciones recaería "sobre aquellos que están dispuestos a seguir sacrificando destinos humanos en aras de sus ambiciones y planes geopolíticos".

"Kiev desde hace varios días dilataba dar su aprobación, necesaria para el Comité Internacional de la Cruz Roja, inventando nuevos pretextos y, al mismo tiempo, intensificando sus ataques contra Lugansk y Donetsk", precisaron dichas fuentes.

Las mismas que al iniciar la operación unilateral de socorro advirtieron sobre “cualquier intento de impedir esa misión humanitaria” por quienes pretenden seguir atizando tensiones y sembrando la inestabilidad en Ucrania y a las puertas de Rusia.

Habrá que ver ahora la reacción de los derechistas y sus congéneres externos ante al anuncio ruso de remitir nuevos envíos de socorro al Este de Ucrania, algo así como, “si no te gusta el caldo, ahí van tres tazas.”