“Que nuestro Partido y nuestro pueblo, unidos estrechamente en la lucha, construyan un Vietnam pacífico, unido, independiente, democrático y próspero, y que hagan una valiosa contribución a la Revolución mundial”, expresó Ho Chi Minh en su testamento político, que se divulgó días después de su muerte, ocurrida el 3 de septiembre de 1969.
Cuarenta y cinco años después, Viet Nam enarbola sus ideas y sigue sus consejos en la edificación de una patria cada vez más sólida y con un elevado prestigio internacional, en cuyas bases se encuentra el ideario del más grande de todos sus hijos.
Aquel texto, escrito en medio del enfrentamiento a los invasores estadounidenses, ha guiado a varias generaciones de vietnamitas bajos los principios de lograr una mayor consolidación en el aspecto político y un estrecho vínculo con la población, además de reforzar la clase obrera y aplicar el marxismo – leninismo como guía de todas las acciones.
“Nosotros, que somos una nación pequeña, habremos obtenido el honor de haber derrotado, mediante una lucha heroica, a dos grandes imperialismos – el francés y el yanqui – y de haber hecho un digno aporte al movimiento de liberación nacional en el mundo”, señaló Ho Chi Minh en el también llamado Documento Confidencial. Sin embargo, estaba convencido de que la labor quedaría trunca si no se consolidaban las filas revolucionarias “de manera que cada cuadro demuestre absoluta dedicación al cumplimento de las tareas encomendadas por el Partido y al interés público”.
Ho Chi Minh, quien nació en una aldea campesina al norte de Vietnam, el 19 de mayo de 1890, desde muy joven se enroló en diferentes organizaciones sindicales y políticas de Francia, Inglaterra, la Unión Soviética y China. En este último país llegó a fundar una escuela militar para enseñar a militantes comunistas el arte de la guerra revolucionaria.
También escribía artículos para publicaciones que inspiraban la lucha del movimiento obrero internacional y fundó el periódico Paria, en idioma francés, en el que exponían sus criterios representantes de los países coloniales. En esa etapa se adhirió a la Internacional Comunista y se convirtió en su representante ante las organizaciones de Asia.
Por esos motivos tuvo que vivir durante mucho tiempo bajo la clandestinidad y usar más de diez sobrenombres. Vivió en carne propia los desmanes de la cárcel y la tortura, pero continuaba llamando a la protesta y la rebelión contra la sumisión a los colonialistas. En 1930, desde Hong Kong funda el Partido Comunista de Viet Nam, por lo que resulta una vez más apresado. Más tarde retorna a su patria, de donde había salido hacía 28 años.
Allí, mientras sucede la Segunda Guerra Mundial, enfrentó la ocupación japonesa mediante la guerra de guerrillas, a través del Frente para la Liberación de Viet Nam, que él dirigía. Luego de obtenida la victoria contra Japón y posteriormente contra Francia, que fue derrotada en la batalla de Dien Bien Fu, a Ho Chi Minh, que había sido proclamado presidente el 2 de septiembre de 1945, le quedaba un enemigo mayor: Los Estados Unidos.
Para algunos, la pequeña nación caería ante el gigante imperialista. Pero el Tío Ho sabía que los que así pensaban subvaloraban la inteligencia y pericia militar de sus compatriotas, que tenían principios claros por los cuales luchar, contrario a lo que ocurría en el bando de las fuerzas norteamericanas.
Desde el comienzo de la agresión declaró: “En la lucha patriótica contra la agresión norteamericana, en realidad tendremos que soportar más dificultades y sacrificios, pero estamos seguros de que obtendremos la victoria total. Esta es una certeza absoluta”. Y así ocurrió. El 30 de abril de 1975, con la caída de Saigón, los norteamericanos salieron huyendo de Viet Nam.
UN LEGADO EN EL PUEBLO
En el año 2003 durante una visita del Comandante en Jefe Fidel Castro a tierra vietnamita, el líder histórico de la Revolución, quien no pudo cumplir el sueño de conocer al tío Ho, en nombre de Cuba dijo: «Somos nosotros, queridos compañeros, quienes debemos dar las gracias a Viet Nam por la proeza que significó vencer a aquel enemigo poderoso, por el servicio que con aquella victoria brindaron a todos los oprimidos y explotados del mundo, a todos los que aspiran a un mundo más justo y humano, más equitativo y pacífico.
“Reitero hoy aquí que por Viet Nam el pueblo cubano estaba dispuesto de verdad a dar hasta su propia sangre, porque supimos apreciar lo que significaba el inmenso valor y el insuperable heroísmo de su lucha”.
Las enseñanzas de Ho Chi Minh, lo que representó su firmeza ideológica y sus resistencia a toda forma de dominación imperialista, quedó en la historia como un ejemplo encomiable de grandeza y consagración a la causa de los oprimidos.
El enfrentamiento costó la muerte de más de tres millones de vietnamitas y otros sufrieron las consecuencias de las armas químicas y el agente naranja,
un herbicida de gran toxicidad que arrasó millones de hectáreas tanto de bosques como de cultivos y aún hoy es causante de enfermedades en la población de ese país.
Las autoridades sanitarias vietnamitas cifran en 1.300.000 el número actual de menores discapacitados. Se cree que la mayoría está formada por los 'hijos y nietos del agente naranja', llamados así por sufrir sus consecuencias. Ha sido fuerte el camino recorrido por el pueblo vietnamita, pero siempre ha llevado, como razón fundamental para seguir resistencia, la coraza moral de su líder querido
A cuatro décadas y media de su muerte el Tío Ho se yergue como bandera de los pueblos; resulta un símbolo de resistencia y libertad, mientras el mundo ve admirado cómo su nación continúa desarrollándose y ayudando a países hermanos como Cuba. En ese constante batallar Ho Chi Minh sigue iluminando el camino, como se desprende del significado verdadero de sus nombre.
Elsa
4/9/14 14:17
Felicidades, creo que habemos aún muchos soñadores que vivimos con la esperanza que el mundo entero cambie. Mientras nuestros políticos no cambien sus ideales de obtener principalmente dinero y generar riqueza personal, nuestro país, continente y planeta mismo no cambiarán. Generemos principios y valores a nuestros hijos, enseñemos a éstos a leer, pero a leer buena lectura que en un futuro resurjan esos luchadores que ya se extinguieron. Saludos desde México.
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