El legislador republicano Kevin McCarthy ya entró en la historia de los Estados Unidos (EE.UU.) como el primer presidente de la Cámara de Representantes en quedar destituido. La iniciativa, presentada en la noche del pasado lunes por el congresista por el estado de Florida, Matt Gaetz, quedó ratificada el martes con una votación final de 216 a 210.
Se trató de una imputación respaldada en su mayoría por el ala republicana más conservadora de la Cámara Baja como castigo por su acuerdo con los demócratas para financiar la gestión de Joseph R. Biden hasta finales de año.
Acusado de negociar en secreto con el gobierno el enésimo apoyo financiero para Ucrania en su conflicto con Rusia, McCarthy vio como de uno y otro lado del espectro partidista se le condenaba bajo el pretexto de falta de confianza.
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La última vez que se había celebrado un referendo de este tipo fue en 1910, una maniobra extraordinaria del entonces líder de la Cámara de Representantes Joseph Gurney Cannon para demostrar su fuerza a los oponentes políticos. Sin embargo, lo ocurrido ahora dejó en clara evidencia tanto la debilidad de McCarthy como también las divisiones al interior del Grand Old Party.
Recordemos que en enero de este año y tras los resultados de las elecciones de medio término de 2022, MacCarthy debió asumir el puesto sin grandes complicaciones. Pero una rebelión de su propio partido le impidió obtener los 218 escaños necesarios para validarse en el cargo.
Quienes se opusieron—otra vez con Gaetz a la cabeza—alegaron que apenas cumplía con los “estándares actuales” de conservadurismo para dirigir el cuerpo legislativo y forzaron una negociación para destrabar lo que la prensa nacional consideró un auténtico drama de la democracia de EE.UU. Sobre todo, porque, desde el principio, quedó claro que se dejaba a merced del cabildeo una de las posiciones más importantes de Washington.
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Al final— con el apoyo de Donald J. Trump mediante— logró hacerse con el asiento, pero para ello tuvo que pactar la votación de proyectos de ley claves y aceptar, precisamente, que se le pudiera solicitar una moción en cualquier momento, lo que limitó bastante su capacidad de influencia.
El fraccionamiento dentro del Partido Republicano habla por sí solo de cuanto ha calado el extremismo político que se ha encubado al interior de este círculo a partir de la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca. Ahora nadie se anima a anticipar nombres para una posible postulación y, mientras tanto, Patrick McHenry asumirá las funciones de forma temporal. Mas, queda una institución fundamental rota y el cierre de gobierno en noviembre amenaza con hacer de esta una situación mucho más caótica.
Habrá que valorar la repercusión de todo ello de cara a los comicios presidencial del próximo año y si termina pasándole factura a los republicanos y a Trump, que, en su red social Truth social, pidió la unidad de su partido; cuado aun hay mucho por definir... y siguen turbias las aguas del pantano.
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