Ahora suelen llamarlas “revoluciones blandas”, “de colores” y no se sabe cuántos eufemismos más. Sin embargo, en plata, al final se trata de pura y neta agresión, donde las bombas, la metralla y las tropas (no olvidadas nunca si existe la oportunidad de usarlas), parecerían, sin embargo, fuera del escenario.
Es la titulada “guerra no convencional”, que de alguna manera siempre ha estado presente en los programas expansionistas de los grupos reaccionarios de poder, y que no pretende otra cosa que lograr los mismos objetivos que la utilización de los ejércitos, o la creación de condiciones para ponerlos en marcha.
En los tiempos de la titulada Guerra Fría entre las dos grandes superpotencias de la época, la Unión Soviética y los Estados Unidos, la guerra no convencional no dejó de tener vigencia.
Desde el Oeste capitalista, por ejemplo, se invadían premeditadamente los espacios radial y televisivo del Este socialista con transmisiones mediáticas destinadas a subvertir el orden interno.
Súmense a esta noria sanciones económicas y políticas, espionaje al por mayor, acciones desestabilizadoras, incluidos golpes de Estado e imposición de regímenes represivos en aquellos puntos planetarios donde se atisbara la menor simpatía por las tendencias de izquierda. Una verdadera epidemia reaccionaria de la que han sido víctimas millones de seres humanos de todas las latitudes.
Y lo cierto es que el paso del tiempo y el advenimiento de un nuevo siglo no cambiaron para nada las esencias de esa trayectoria global imperialista, mucho menos cuando en la Casa Blanca el más insensato de los chovinismos ha hecho nido por estos días.
Hoy, con medios comunicacionales sofisticados, el control sobre la mayoría de los mecanismos mediáticos, y la maledicencia más refinada, la subversión sigue su camino abrupto y destructivo en procura de nuevos espacios geoestratégicos, el desbanque de “oponentes incómodos”, y la destrucción de proyectos en nada identificados con la sumisión y el entreguismo.
En los años recientes hemos asistido en consecuencia a la profusión de tales experimentos durante el proceso de desmantelamiento del entonces campo socialista europeo, la pretendida “primavera árabe” en Oriente Medio, o la “revolución de colores en Ucrania”.
Mientras, en el contexto latinoamericano, la denominada “ofensiva restauradora de la derecha regional”, neto producto made in USA, suma ya, entre otras aventuras, las severas acciones desestabilizadoras en Brasil, la prolongada agresión multifacética contra Venezuela, o el actual desmadre en Nicaragua, torceduras todas donde el fomento del caos, la “desobediencia” pretendidamente civil, las fisuras, la intolerancia, la siembra de decepción y el resquebrajamiento, apuntan a hacer desaparecer la influencia de la izquierda hecha gobierno en varias naciones del área.
Desde luego, vale insistir en que tales “cambios blandos” no son más que uno de los condimentos en la estrategia final de entronización hegemónica y, por tanto, la guerra “al duro” no está descartada ni mucho menos.
De hecho, en no pocos casos, agresiones mediáticas que clasifican dentro del concepto de “guerra no convencional” llevaron a extremas acciones en los campos de batalla, como la invasión militar directa contra el Iraq de Hasan Hussein, bajo la torcida “afirmación” de que poseía tremebundos arsenales de armas de aniquilación masiva nunca encontrados ni mostrados, o el derrocamiento y asesinato de Muamar el Gadafi en Libia y la entronización del caso nacional a manos de grupos “rebeldes” pagados, entrenados y dirigidos por Washington.
Francesco Monterisi
21/7/18 13:25
guerra non convencional = Una penetración física política, económica, cultural de un país poderoso en otro en desigual condiciones con la finalidad de someterlo = siempre fu la politica de EEUU
articulo traducido en italiano http://www.cubainformazione.it/?p=33943
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