Repulsiva la imagen del primer ministro Benjamín Netanyahu anunciado al mundo, cual resucitado Adolfo Hitler, que “ordenó a sus fuerzas seguir los ataques contra Gaza” una vez que Tel Aviv se las arregló para hacer fracasar las negociaciones para un alto al fuego que se ejecutaban en Egipto.
Apenas unas horas después, al menos veinte personas, entre ellos varios niños, resultaban muertos en la asediada franja palestina a cuenta de los ataques de los bombarderos F-16 , de factura Made in USA.
Acto seguido Tel Aviv se congratulaba de que en esas incursiones (y luego de más de cuarenta días de ataques masivos contra Gaza) por primera vez daba muerte a unos tres presuntos dirigentes militares de Hamas.
La cacería -dicho sea de paso- ya se había llevado de este mundo a más de dos mil civiles inocentes, entre ellos casi 500 pequeños, y dejado sin hogar ni protección a 200 mil familias árabes, en una suerte de carbonización de los campos para encontrar la monedita perdida.
Algunos socios y alabarderos hablaron de inmediato de la “fabulosa práctica israelí de eliminación selectiva de los cabecillas de los comandos terroristas”, pero es evidente que si ese era uno de los métodos y propósitos originales de la actual operación bélica sionista, la invasión ha sido altamente errática y fallida, porque lo que sucede no es otra cosa que un abierto genocidio entre los gazatíes con la desembozada intención de lograr el total control sobre del angosto territorio de cuarenta kilómetros de largo y cuatro de ancho en el que se hacinan más de un millón 800 mil palestinos, y frente a cuyas costas yace una inmensa riqueza energética a la espera de ser extraída.
Lo cierto es que, con todo lo que va costando en vidas y destrucción a los palestinos, siguen sumando los criterios –algunos de ellos sorprendentes por su origen- acerca de que lo que sucede en la Franja de Gaza es un sonado fracaso sionista.
Hace pocos días un ex alto funcionario de Tel Aviv explicaba que el propósito de descoyuntar a Hamas en la Franja no ha sido cumplido en lo más mínimo por las tropas sionistas, toda vez que la agrupación islámica mantiene su capacidad de respuesta.
Pero tal vez más llamativas resultan las afirmaciones de dos siniestras entidades, los servicios de espionaje y de inteligencia militar de Israel, conocidos por SAVAK y AMAN, respectivamente, los cuales coincidieron en el criterio de que el ejército invasor apenas tiene idea de donde se encuentran los combatientes de Hamas ni sus principales dirigentes.
En pocas palabras, que no bastan ni los sofisticados artilugios de detección entregados a Tel Aviv por los poderosos aliados occidentales, ni las informaciones satelitales y de otro tipo que con toda seguridad llegan a los sionistas desde las redes de rastreo y búsqueda de esas mismas potencias imperiales que le apoyan y aplauden.
Según los informes de SAVAK y AMAN, “la resistencia palestina consiguió poner obstáculos a las actividades de inteligencia del enemigo, de tal modo que el régimen israelí se ha visto incapacitado para cumplir con la rapidez esperada los objetivos previstos.”
Coincidieron además en afirmar que muchas de las cifras e informes oficiales del ejército no se basan en el conocimiento real de los hechos ni del escenario de guerra, sino que se ajustan a una campaña mediática que pretende, entre otras cosas, no crear animadversión ni dudas entre la población del Estado judío.
Y si todo esto tiene algo de verdad, téngase como referencia el comunicado difundido hace apenas horas por un portavoz de la Resistencia, quien afirmó que “Mohamad Deif, jefe de las Brigadas Al-Qassam, sobrevivió a un ataque aéreo israelí que se registró días atrás contra su casa y en el que murieron su esposa e hija."
“Los planes israelíes para asesinarle han fracasado. El comandante Mohamad Deif está vivo y dirigirá el Ejército palestino hasta la liberación de Jerusalén", subrayó el vocero.
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