Paraguay retrocedió en su historia con la elección de su nuevo Presidente, afiliado al derechista Partido Colorado, que gobernó ese país con mano de hierro durante seis décadas consecutivas —35 años bajo la dictadura de Alfredo Stroessner— interrumpidos durante tres años por la presencia del ex obispo católico Fernando Lugo, a quien las fuerzas oligárquicas impidieron cualquier medida transformadora y dieron un golpe de estado parlamentario para, a contrapelo de lo que ocurre en América Latina, imponer un régimen de facto que mantuvo la política de despojo.
Era predecible el triunfo del candidato del Colorado, Horacio Cartes, 56 años, un hombre que nunca había votado en su país, y que tiene como paradigma de nación a Estados Unidos, —donde creció y estudió— involucrado en el negocio agroalimentario y en presuntos vínculos con el narcotráfico regional. Para conocer mejor su pensamiento, hay que remitirse a las declaraciones hechas a Radio Chaco Boreal, cuando con un desparpajo absoluto dijo sobre el matrimonio igualitario aprobado en Argentina y Uruguay que: “Primero me corto las bolas antes de que un hijo mío se case con otro hombre”.
Cartes es el tercer hombre más rico de Paraguay, dueño de 26 empresas donde están prohibidas las organizaciones sindicales, en varios medios de comunicación lo acusan de irregularidades relacionadas con lavado de dinero. Un botón de muestra de cómo gobernará lo indica la asesoría brindada a su campaña por Francisco Cuadra, ex portavoz y ministro del dictador chileno Augusto Pinochet.
Los comicios generales del pasado 21 de abril estuvieron precedidos por el golpe parlamentario —que demostró la fuerza de la derecha paraguaya con el apoyo de Washington—, un gran desembolso económico, y la división de la izquierda que no supo aprovechar las circunstancias para atraer a un pueblo movilizado durante meses y presentar un programa unitario y renovador.
Incluso el Partido Liberal, el opositor histórico del Colorado que —al menos públicamente— propició la sucia jugada contra el presidente Lugo en 2012, no tuvo oportunidades reales de ganar los comicios. Ni siquiera el 22 por ciento de los votos que poseía el postulado Lino Oviedo, fallecido de manera trágica antes de la lid, entregado a los liberales, le posibilitaron el triunfo. Resultaba imposible, además, que la izquierda se le uniera en la lid.
Ese día, por tanto, se cerró un ciclo iniciado en el Congreso Nacional que impedía legislar a Lugo, el proceso golpista, la debilidad de la izquierda y los millones gastados por Cartes en la campaña para iniciar otro muy peligroso: la restauración del orden oligárquico, la fortaleza del neoliberalismo donde poco queda por privatizar y vender. El Partido Colorado posee el poder completo, el cual solo podrá ser vulnerado por la oposición de izquierda si vuelve a las calles y lucha desde el Parlamento.
Algunos políticos paraguayos denunciaron que el principal gestor monetario de las elecciones fue el propio Cartes, lo cual podría catalogarse como “inversión inicial. A cambio, según tales fuentes, el Presidente que toma posesión el próximo 15 de agosto, día de la fundación de Asunción, la capital, tendrá en sus manos el botín estatal, recolonizará el Estado y podrá ejecutar un supuesto lavado de dinero con la regularización de sus negocios calificados de turbios.
El diario brasileño O Globo denunció que “Horacio Cartes comanda una gran lavandería para mafias de varios países, principalmente el Brasil”. Propietario de empresas como Tabacalera del Este S.A. y Tabacos del Paraguay S.A., dirigente deportivo y empresario ganadero y bancario, Cartes está bajo sospecha de lavado de dinero desde el Banco Amambay, de su propiedad. Las cifras habrían sido generadas por métodos ilegales, incluida la venta de narcóticos desde la Triple Frontera a los Estados Unidos, así como de tabaco ilícito a la nación norteña, la mayor consumidora de drogas a nivel mundial.
Con esos antecedentes —divulgados en el sitio Welkeleaks— no hay dudas de que el nuevo Mandatario acelerará el proceso de expansión del agro-negocio (sojero y ganadero), sin importarle el destino de millares de campesinos que se ven obligados a insertarse en los grandes bolsones de pobreza de las mayores ciudades.
Dentro de los importantes asuntos que Lugo no logró resolver se encuentra la necesaria reforma fiscal o impuesto sobre la renta e impuesto empresarial, la que con certeza continuará postergada en los venideros años, así como la reforma agraria, que acabaría o paliaría el latifundio.
Con la entrada de Cartes al gobierno, en un ambiente de supuesta democracia, Paraguay retornará a dos importantes organismos regionales, el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) y la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), de los cuales ese país fue separado tras el golpe a Lugo. Sin embargo, voces opositoras advirtieron que la presencia de los paraguayos en esas instituciones integracionistas puede dificultar las relaciones internaciones, teniendo en cuenta que esa nación es aliada incondicional de los usuarios de la Casa Blanca, que ahora trata de volver a imponerse en el Cono Sur. Al decir de Stroessner, Paraguay es “el país más anticomunista del mundo”.
La ex ministra de Salud del gobierno de Lugo, la senadora de izquierda Esperanza Martínez, electa el pasado 21 de abril, recordó en declaraciones a la prensa internacional que durante el gobierno del golpista Federico Franco, prácticamente desapareció la banca pública, con la vía libre al ingreso de las multinacionales, la explotación por ellas del suelo paraguayo, de su madera y minerales, el agua, el posible petróleo y toda la riqueza productiva.
Un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) divulgado a fines del pasado año, señalo que Paraguay sigue clasificando como uno de los países más míseros de la región. La pobreza afecta al 54,8 %, de la población mientras que la pobreza extrema está en 30,7 por ciento. Según la institución, en Paraguay tales índices no disminuyeron, pese a que en la región se registra una considerable reducción de la población pobre.
Una de las causas de esa situación es la concentración de la tierra, que lo ubica entre los países más desiguales del mundo en ese rubro. Según el último censo agropecuario, el uno por ciento de los propietarios concentra el 77 por ciento de las tierras, mientras que el 40 por ciento de los pequeños agricultores —poseedores de entre 0 y 5 hectáreas— son dueños del uno por ciento de los terrenos agrícolas.
Datos oficiales ofrecidos por la encuesta integrada de hogares de la Dirección General de Encuestas y Censos (DGEEC) indican que 120 000 familias campesinas (29,7 por ciento) carecen de tierras cultivables. Pero las estimaciones que manejan las organizaciones sociales calculan que la cifra real oscilaría en 300 000 núcleos.
Al parecer, a Cartes le perseguirán durante su gobierno las continuas protestas campesinas, pero con certeza la respuesta será una mayor represión oficial —como ha hecho tradicionalmente el Partido Colorado— con decenas de muertos en las zonas agrarias. Mientras, y a solicitud de Washington, tratará de evitar los conflictos en las ciudades con la creación de empleos, tal como anunció.
Este año, los zares del agro-negocio prevén exportar más de cinco millones de toneladas de soya, cuarto país exportador de ese producto a nivel mundial. Sus pares ganaderos indicaron que en el primer trimestre de este año obtuvieron un ingreso de 308 millones de dólares por la exportación de carne y en el resto del año exportarán más de mil millones de dólares. El Partido Colorado es el garante de que los planes de estos grupos se concreten.
En los 406 752 kilómetros cuadrados del país viven 6 672 633 personas, según el censo del pasado año. Hay 496 comunidades o aldeas habitadas por 19 pueblos indígenas distribuidas por 13 departamentos y la capital del país, con 84 061 personas. Lo pueblos indígenas reconocidos se agrupan en cinco familias lingüísticas. Paraguay es uno de los pocos países bilingües del mundo, pues sus dos idiomas oficiales son el guaraní y el español.
Este es, a grandes rasgos, el predecible futuro de Paraguay, a quien el gran escritor Augusto Roa Bastos calificó como “una isla rodeada de tierras”.
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