Venida a menos en la titulada coalición Occidental, que lidera los Estados Unidos, y terreno fértil de una galopante crisis económico-social surgida también en el socio mayor desde hace seis años, Europa acaba de realizar nuevos comicios para su parlamento regional.
Y desde luego, como era de esperarse, el descontento, la polarización, la confusión, la ira, y la abulia fueron de los sentimientos mayoritarios entre quienes finalmente decidieron depositar sus boletas en las urnas, apenas 44 por ciento de todos los que podían ejercer ese derecho.
Y es que el cuadro europeo es complejo, difícil y explosivo, con las mismas reacciones en el electorado que en aquellos muchos escenarios políticos donde la gente se siente asfixiada, maniatada y utilizada por un mecanismo diabólico que se hunde en la ineficacia y que, aún así, insiste en venderse y reeditarse hasta el infinito como la más válida opción de este mundo.
El resultado de los comicios, por tanto, no podía traducirse de otra forma que con un retroceso del largo bipartidismo que ha dominado tradicionalmente el aparato legislativo regional.
En consecuencia, el derechista Partido Popular, si bien mantuvo su hegemonía, perdió un buen número de escaños, al igual que los socialistas, que siguieron ostentando el segundo plano.
A escala interna de algunos países como España, por ejemplo, el retroceso ha sido sumamente notorio. De hecho, los votantes ibéricos otorgaron menos de cincuenta por ciento de sus boletas al PP y al PSOE juntos, en una evidente señal de rechazo a sus respectivos desempeños políticos.
Otro síntoma importante, y a la vez preocupante, resultó el alza de los sectores extremistas de derecha, con un repunte muy significativo en Francia, donde el Frente Nacional, liderado por Marine Le Pen, fue la fuerza política más votada al acumular 25 por ciento los sufragios al Parlamento Europeo.
Como se sabe, estos grupos insisten, entre otras “veleidades” reaccionarias, en atacar la presencia de inmigrantes en sus respectivos países, a los que culpan del desempleo y otros males sociales que afectan a los nacionales. Además, se identifican con tendencias y prácticas neofascistas que no pocas veces han terminado en verdaderas razias xenófobas.
Del otro extremo, sobre todo en espacios del Este y el Centro europeos, las fuerzas de izquierda lograron importantes avances, como es el caso de Portugal, Grecia, Rumania, Eslovaquia y Suecia.
En unos casos se trata del traslado de las preferencias del electorado a otras alternativas que marcan distancia de los gobiernos actuales, mientras que en los universos rumano y eslovaco pudo pesar además la experiencia socialista que, aún con sus crasos errores e insuficiencias, marcó de alguna manera la vida nacional durante un largo período de años.
Queda por ahora la designación de la presidencia del cuerpo legislativo regional para culminar este nuevo proceso electivo, aunque ya es evidente (incluso antes de la consulta), que en una Europa desgastada económica y socialmente hasta sonados límites, y altamente dependiente de Washington en temas claves como su política externa, el horno no está precisamente para pastelillos políticos tradicionales.
Rafael Machiran Ferrer desde FB
28/5/14 17:44
No sólo la.crise sino la mala política que se realiza por parte de Alemania después que sale con und candidato lo rechasa nadie.se puede confial en la política alemana Europa está perdiendo la confianza del pueblo europeo que cada dia cae.en la ruina
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