miércoles, 25 de septiembre de 2024

Europa Occidental: De ceguera, torpezas y miedos

El oeste del Viejo Continente no aprende...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 18/05/2022
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Unión Europea - OTAN - Banderas
Europa Occidental vuelve a asumir un triste papel histórico.

Si los líderes de la Unión Europea (UE) y de los gobiernos integrantes de la OTAN se detuvieran un instante y con simple objetividad a examinar la historia del territorio epicentro de las dos grandes guerras mundiales de la época moderna, tal vez no hicieran lo que hacen.

En 1938, sin ir tan lejos en el almanaque, la blandenguería, la mala intención y la irresponsabilidad de los altos cargos británico y francés, Arthur Neville Chamberlain y Édouard Daladier, frente a las apetencias de Adolfo Hitler de ocupar los Sudetes checoslovacos en ausencia premeditada del gobierno de ese país, abrieron la compuerta al régimen nazi para imponer al planeta el más costoso de sus duelos bélicos.

 Y ochenta y cuatro años después, para no ver cara enjuta en Washington, los hoy representantes de una Europa Occidental que ellos mismos han despojado de sus lustres, su criterio propio y su papel como polo mundial independiente, vuelven a colocar al Viejo Continente en la disyuntiva de resultar escenario de nuevos desastres.

Ya no es secreto para nadie que si rusos y ucranianos se las están viendo ahora mismo con las armas en la mano, ello depende en mucho de que, soslayando los intereses de sus respectivos pueblos, el liderazgo eurooccidental decidió hacerle el juego al socio mayor que aspira a colocarle al resto del planeta, incluidos sus presuntos íntimos, el collar de mansos galgos a la orden de la voz de mando foránea.

Y lo vienen haciendo y permitiendo desde el derrumbe de la URSS, la mentira de no traspasar las fronteras orientales y la conversión de Ucrania en carne de cañón y pasto del neonazismo confeso contra Moscú.

Y lo peor es que, entre llamas que pueden quemarle sus propias barbas, siguen haciendo el juego a aquel que les aborrece como posible competidor, al mismo escalón que Rusia y China. Porque en USA el asunto ya no es hace rato de guerras ideológicas, sino de imponer el hegemonismo global Made in USA a como dé lugar.

Por eso enerva la paciencia de no pocos escuchar alegatos de funcionarios como la presidenta del Parlamento Europeo, la diputada Roberta Metsola, quien al clausurar una reciente conferencia anual sobre el “estado de la UE y sus desafíos”, destacó que luego de la “agresión de Putin” a Kiev la relación del oeste con Rusia será diametralmente diferente.

La solución según Metsola “es clara”, y resulta en “dar la espalda” a la potencia euroasiática, romper la “nociva dependencia energética y económica” con respecto a importantes rubros rusos y marchar por los caminos de la “unidad” eurooccidental al son de “la democracia liberal, de las libertades personales, de la independencia de pensamiento y de la seguridad”; como si todo lo dicho no estuviese claramente expuesto en los manuales egocéntricos gringos y en los “rudos discursos” de un anciano presidente de apellido Biden.

De hecho, el desastre que supone para Europa Occidental hundir los intercambios con Rusia, no implica otra cosa que pasar a depender de los Estados Unidos a manos llenas, en una suerte de “cambio de casaca”, solo que de una justa y limpia a vestir un burdo jubón de escudero.

Por demás, la doblez europea ni siquiera repara en el ámbito sagrado de su propia seguridad y en el riesgo de acentuar a extremos indecibles su ya vigente papel de “primer escalón desechable” en un conflicto generalizado con Rusia, de manera de darle a Washington al menos la oportunidad de imaginar que podría recoger las cenizas de la victoria sobre los despojos de otros.

¿Ejemplo casi irracional?: El hecho de que naciones tradicional y sabiamente ajenas a las trifulcas entre grandes potencias como Finlandia o Suecia prefieran sacrificar tan seguro abrigo para unirse a la OTAN en el momento más ríspido de su historia belicista.

 En fin… vivir para ver.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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