Desde hace 15 años, el gobierno bolivariano de Venezuela —primero bajo el mandato de Hugo Chávez y ahora de Nicolás Maduro, su sucesor político por su voluntad expresa— ha sufrido los continuos ataques organizados y dirigidos por Estados Unidos, como se ha probado de manera fehaciente, ahora con una desmedida violencia contrarrevolucionaria, que recuerda los más crueles días del fascismo europeo.
La exitosa reciente II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), una obra de Chávez, precisamente en La Habana, Cuba, y la declaración de América Latina como zona de paz, han estremecido los planes geopolíticos estadounidenses, teniendo en cuenta que Venezuela es la referencia obligada de la integración del hemisferio Sur. Aunque durante los últimos 15 años ha intentado derrocar el chavismo, quizás pensó que con la desaparición física del líder bolivariano tendría más posibilidades de acabar con la Revolución y el proyecto Socialismo del Siglo XXI.
Desde el pasado día 12 en la patria de Simón Bolívar son diarios los ataques de grupos incitados por figuras de la extrema derecha venezolana que pretenden darle, en su alineación con la Casa Blanca, un golpe de gracia al gobierno de Maduro, sin recordar que, aunque siempre rodeado por la tensión, el presidente, con solo 10 meses al frente del país, ha encarado la guerra económica y psicológica con las que pretenden desestabilizar la nación.
Son estas las maneras ya tradicionales usadas por los estrategas de la Casa Blanca para desestabilizar a los gobiernos democráticos de la región, surgidas luego de la victoria de Chávez en las presidenciales de 1999.
Era previsible que los políticos estadounidenses no se quedaran de brazos cruzados ante la espléndida celebración de la cita de la CELAC, a la que asistió incluso el presidente de la ONU, Ban Ki-Moon, además de otras prestigiosas figuras políticas, con una Declaración Final que convirtió a América Latina en zona de paz, además de la lucha contra la miseria y el hambre. Demasiado para deglutir por un poderoso imperio acostumbrado a poner y quitar presidentes ya en cualquier lugar del planeta y crear guerras artificiales en aras de apoderarse de los recursos naturales de otras naciones.
Estados Unidos, que en los últimos días hizo amenazas a Venezuela si no cumplía sus órdenes respecto a las últimas manifestaciones derechistas, recibió una digna respuesta del dignatario y de su pueblo, que en varias ocasiones ha marchado por los distintos Estados en apoyo a la Revolución y a sus autoridades oficiales.
Los políticos estadounidenses se sienten con derecho a estas acciones injerencistas, ya que son ellos los que financian y organizan a los derechistas en la llamada guerra blanda de desestabilización contra la jerarquía revolucionaria, en una escalada que ha ido creciendo desde abril de este año, cuando Maduro ganó las elecciones presidenciales.
Para la Casa Blanca, la poderosa política exterior venezolana, su prestigio en la arena internacional, la ampliación de sus vínculos con países como Rusia, Irán y China (por citar solo tres ejemplos) y sobre todo porque posee las mayores reservas de petróleo del mundo, la convierte en una presa altamente codiciada.
Nadie duda de que el régimen de Barack Obama —el Premio Nobel de la Paz más inmerecido de la historia de ese galardón— utilizará las mañas a su alcance para derrumbar al Gobierno Bolivariano, el más democrático del continente al celebrar 19 elecciones de tipo diverso en tres lustros, 18 de ellas ganadas por el chavismo.
Tampoco es secreto que Venezuela es el epicentro de la creación de los órganos integracionistas de la región, como el ALBA, la UNASUR, PETROCARIBE y la CELAC, sin la presencia de naciones hegemonistas como Estados Unidos y Canadá, lo que ha propiciado una integración sin precedentes en las esferas socio-económicas sobre bases novedosas de facilidades monetarias y colaboración solidaria para mejorar la calidad de vida de los pueblos latinoamericanos y caribeños.
EE.UU. PRETENDE DIVIDIR A AMÉRICA LATINA
Para Estados Unidos es vital la división política e integracionista de América Latina, una brecha que parecía cerrada con la creación y funcionamiento de la CELAC, que respeta la ideología de cada país a fin de crear una unidad basada en la diversidad.
Colombia se prestó al juego de la Casa Blanca de “divide y vencerás”. Pocos se sorprendieron con la posición del presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, cuando en momentos de tensión en Venezuela —y a pesar de todo lo que ese país ha hecho para que se alcance la paz interna en su vecino de fronteras— se presentó el pasado lunes con un discurso tendencioso, acusando sin motivo alguno al gobierno bolivariano de maltratar a los colombianos allí residentes y después expulsarlos del país.
Santos lleva en sí la marca del fascismo, demostrado cuando siendo Ministro de Defensa del expresidente Álvaro Uribe, principal socio ideológico de Estados Unidos en la región y enemigo declarado de la Revolución Bolivariana, ordenó el sorpresivo ataque y asesinato del canciller de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Raúl Reyes, y otros guerrilleros, apoyados por soldados y equipos norteamericanos asentados en las siete bases militares aceptadas por Bogotá.
El embajador de Venezuela ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Roy Chaderton, criticó las declaraciones hechas por Santos. “El presidente Santos ha cometido errores importantes, tanto en casa como fuera de casa (...). Al presidente Santos de vez en cuando se le van los tiempos”, recordó.
La atropellada y poco convincente acusación del presidente colombiano fue descartada por Chaderton.
“Más de cuatro millones de colombianos, es decir el 15 por ciento de nuestra población, vive en Venezuela con todos los derechos reconocidos como el resto de los venezolanos, salvo la materia de elección de presidente mientras no adopten la ciudadanía venezolana. Tienen la seguridad social, tienen una protección que nunca antes tuvieron porque fueron discriminados”, precisó. “¿Por qué se fueron a Venezuela los colombianos?, ¿Por qué no regresan a su país?”, se preguntó el embajador venezolano ante la OEA, quien concluyó con una sentencia: “Algo bueno debemos estar haciendo en Venezuela”.
Incluso, Santos —en coincidencia con la solicitud amenazante del subsecretario de Estado norteamericano— pidió a las autoridades venezolanas dialogar con la oposición, a lo que Maduro respondió que “no se meta en los asuntos internos de otros países”.
El régimen de Obama se ha lanzado a fondo para destronar al chavismo, moviendo a la vez varios resortes. Una vez más utiliza a la rama más ultraderechista de Venezuela —que ha sido derrotada en las urnas— para desatar focos violentos en los que aprovechan a sectores juveniles e incluso infiltrados paramilitares colombianos para atacar instituciones estatales, agredir a los chavistas, incendiar automóviles y tratar de crear el terror de la sociedad.
Todavía existen manifestaciones neofascistas en algunos puntos del territorio venezolano, a fin de que la llama de una supuesta rebeldía juvenil opositora al chavismo no se apague ante los continuas exhortaciones a la cordura, al diálogo y a la paz hechas por el presidente de los 23 millones de ciudadanos venezolanos, electo por la voluntad popular.
El analista político Patricio Montesinos advirtió en un reciente artículo que “al unísono el régimen estadounidense ha desatado una campaña mediática en Latinoamérica, destapada desde Miami, y Madrid, España, con tentáculos en Perú, Colombia, Chile, por citar algunos, dirigida a hacer ver que el ejecutivo de Maduro es el que emplea la fuerza contra su pueblo, y que en Venezuela reina el caos”.
Con la cadena norteamericana CNN como líder de la intensa y mentirosa campaña mediática contra los revolucionarios chavistas, Montesinos plantea que “los medios de comunicación derechistas que controlan la información en varios de esos países de nuestra región están actuando como garfios de Washington, al difamar, mentir y desgarrar de manera infame sobre autoridades venezolanas”.
Basta abrir un medio de las grandes trasnacionales mediáticas o asomarse a las redes sociales para darse cuenta de la magnitud de esta campaña, en la que manipulan fotografías de trágicos sucesos ocurridos en Egipto, o de un joven venezolano supuestamente atacado por los revolucionarios, con el rostro sangrando. Esa foto fue tomada en el 2013, cuando las fuerzas chavistas a la que pertenecía el muchacho fueron atacadas por una horda derechista luego de perder las elecciones presidenciales.
La cadena multinacional TELESUR desmintió tal noticia y presentó al supuesto opositor herido en una entrevista donde se desmiente la tergiversación noticiosa. Una práctica continua del anti-periodismo que practican en especial los medios de comunicación privados.
Tergiversada en absoluto ha sido también la detención del líder opositor Leopoldo López, coordinador nacional del partido Voluntad Popular y exalcalde del municipio capitalino de El Chacao, a quien el gobierno acusa de ser el principal instigador de la violencia que ocurre en el país. Este fascista responde directamente a las órdenes de Washington.
La media internacional miente descaradamente sobre la situación de López, quien fue invitado por Maduro a entregarse, y así lo hizo, pues estaba advertido de que podría ser asesinado para convertirlo en el mártir de la contrarrevolución.
El político derechista, quien ahora aparece como líder de esa corriente en Venezuela, está vinculado desde su juventud a Estados Unidos. Estudió en la Kennedy School of Government, de la Universidad de Harvard, donde son captados alumnos que en un futuro trabajan para la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Antes estuvo en el Kenyon College, de Ohio, donde la CIA emplea similar método.
A su retorno a Venezuela, se vinculó al International Republican Institute (IRI) del Partido Republicano, que se supone es la entidad que le financia su carrera política. Desde el 2002, López hizo frecuentes viajes a Washington para entrevistarse con autoridades del IRI y del régimen de George W. Bush.
Este individuo fue el que encabezó la marcha de la oposición golpista al Palacio de Miraflores el 11 de abril del 2002 mientras el presidente Chávez era secuestrado en un golpe de Estado abortado por el pueblo y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana en 48 horas.
En la actualidad, y parece que sus seguidores tienen poca memoria, López está inhabilitado políticamente porque malversó recursos públicos que estaban bajo su administración.
La esposa de López, Lilian Tintori, ratificó que el Gobierno Nacional se mostró preocupado por preservar la seguridad y la integridad física de su esposo, quien tras entregarse a las autoridades, fue acompañado al Palacio de Justicia en Caracas por el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, informó la Agencia Venezolana de Noticias (AVN).
En declaraciones a CNN, que luego fueron tergiversadas por esa televisora, Tintori declaró que habían amenazas contra la vida de su conyugue y “el Gobierno se mostró preocupado por esta situación y se comunicó con la familia para resguardar la seguridad de Leopoldo, y así fue, resguardaron la seguridad de Leopoldo desde la Plaza Brión, de Chacaíto, hasta el Palacio de Justicia”, añadió AVN.
En las últimas horas, el canciller venezolano Elías Jaua, se reunió con sus pares de la CELAC acreditados en Caracas, a los que alertó sobre el asedio permanente de Estados Unidos a la Revolución Bolivariana y recabó, tal y como están haciendo numerosos gobiernos del mundo, personalidades, y movimientos sociales, entre otros sectores, la solidaridad internacional para frenar al fascismo en su país.
Roberto Fuentes Inclan desde FB
20/2/14 11:46
A MI NO ME GUSTA EL LEOPOLDO LOPEZ ESE
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.