España: Con la soga al cuello

Las cosas siguen funcionando mal para el gobierno del derechista Mariano Rajoy  y su Partido Popular, PP.

Incluso, podría añadirse que tampoco el panorama electoral español de nuestros días es favorable para el virtual sistema bipartidista instaurado en la nación Ibérica desde hace varios decenios, y donde los conservadores han alternado la jefatura del país con  el Partido Socialista Español, PSOE.

El asunto es que de cara a un año comicial tenso y largo, que incluye votaciones regionales y municipales en  trece de las diecisiete comunidades autónomas, consulta en Cataluña con el espinoso tema de la independencia de por medio, y comicios legislativos nacionales a fines de año, la derecha española reunida bajo las banderas del PP no las tiene todas consigo ni mucho menos.

De hecho, en las elecciones parlamentarias europeas de mayo pasado, el PP debió ceder ocho escaños de los veinticuatro que acumulaba, y hace unos días, en la consulta realizada en Andalucía, pasó a un segundo puesto detrás del PSOE, que le sacó una ventaja de catorce diputados aún cuando, según medios locales de prensa, los socialistas enfrentan un escándalo por corrupción a escala de esa zona.

Otra nota importante de  los comicios andaluces, y que impulsa a no pocos estudiosos a proyectarse sobre la creciente debilidad del “bipartidismo español, es que dos movimientos de nueva factura, el Podemos y el Ciudadanos, se alzaron  con quince y nueve escaños respectivamente.

Lo de Andalucía, precisan otras fuentes, es la lógica respuesta de la gente a un descalabro económico que mantiene en el desempleo a más de treinta y dos por ciento de la fuerza laboral regional, por encima de la no menos escandalosa media nacional de veinticuatro por ciento de desocupación.

Las reacciones en las filas oficiales no se hicieron esperar, y mientras se convocaba a una urgente “reunión de crisis” con la presencia de funcionarios partidistas y del gobierno, la propia prensa conservadora trinaba en torno al “total descalabro en Andalucía” y a “un pésimo resultado sin matices ni paños calientes”, criterios al que se sumaba el del propio canciller José Manuel García Margallo, quien manifestó que se trataba de "un resultado infinitamente peor del que podíamos esperar".

Por si fuera poco, casi en simultáneo con los episodios electorales de Andalucía, la Audiencia Nacional, la principal instancia jurídica española, confirmó que desde hace unos dieciocho años el PP utilizaba una contabilidad interna al margen de la oficial.

Ese escalón penal se dispone por tanto abrir juicio contra al menos seis personeros y empleados fiscales del Partido de gobierno que, dice el comunicado de marras, "desde  1990 y hasta al menos 2008 se vinieron sirviendo de diversas fuentes de  financiación ajenas al circuito económico legal", operando con "varios sistemas  de cuentas que registraron corrientes financieras de entradas y salidas de  dinero al margen de la contabilidad oficial declarada por el partido".

Los implicados son los ex tesoreros y el antiguo gerente de la esa agrupación política conservadora Luis  Bárcenas, Álvaro Lapuerta y Cristóbal Páez, así como los dos responsables del  estudio de arquitectos Unifica, Gonzalo Urquijo y Belén García, y su empleada  Laura Montero.

Como se recordará, este escándalo estalló años atrás, y el propio jefe del gobierno Mariano Rajoy admitió en 2013 que “no debió confiar en la gestión de Bárcenas”, para luego pedir perdón a la sociedad española por tales actos de corrupción.

En consecuencia, una negativa sumatoria de acontecimientos y actitudes (los malos manejos, más la atadura a una política económica domestica de recortes fiscales, anulación de empleos y reducción sensible de los programas sociales), han colocado al PP al borde del abismo electoral frente a su tradicional oponente, el PSOE, a lo que se une por primera vez al novedoso y pujante surgimiento de otras fuerzas políticas alternativas.

Acontecimiento este último, vale decir,  que sin dudas está dando un nuevo matiz al ya cansino juego dual hasta ahora vigente entre aquellos que parecían destinados a ser los únicos bloques capaces de hacer gobierno en España.