Luego de varios meses de disputas y concertaciones políticas, este 23 de julio España decidirá quién llevará las riendas del país durante los próximos cuatro años. Como consecuencia de los resultados de los comicios autonómicos y municipales celebrados el pasado 28 de marzo , donde el Partido Popular (PP) logró el 31.5% de los votos (casi 2 millones más que en 2019) frente al 28% del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) (que perdió alrededor de 430 mil votos respecto a 2019) el Presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, decidió adelantar el final de la XIV Legislatura y acortar el tiempo de la primera coalición de izquierdas en el poder de la democracia.
Entendida por unos como la última bala de una gestión en declive y vista por otros como una auténtica jugada maestra, el mandatario justificó la decisión de desplazar las elecciones generales para este verano con la intención de “clarificar” si todavía conserva la mayoría social que le ha dado soporte en el último ciclo o si, en definitiva, ha desaparecido. Una estrategia que, si bien le evitó tener que soportar durante meses el ruido que se generaría dentro de su propio partido y el desgaste de su gobierno, no le garantiza nada.
De esta forma, unos 37 millones 466 mil 432 españoles están llamados a asistir a las urnas para—todo parece indicar— reafirmar el voto de castigo contra la administración de Sánchez. Pues, salvo sorpresa, se prevé que el conservador PP gane con claridad.
Aun cuando el PSOE ha logrado acortar distancias en los últimos meses con una campaña electoral que ha apostado por rechazar los mítines clásicos y potenciar en los medios de comunicación la defensa a ultranza del Jefe de Gobierno, a partir de los valores políticos y sociales que encarna, continúa sin posibilidad de alcanzar la investidura.
De acuerdo con el tercer y más reciente sondeo realizado por el instituto de investigación social y estudios de mercado IMOP-Insights para el diario El Confidencial, el candidato del PP; Aberto Núñez Feijóo, sigue liderando la intención de voto con el 33 % y su partido obtendría entre 136 y 139 escaños (de los 176 necesarios) en contraste con el margen de 104-108 que tendría el PSOE. Por lo que solo necesitaría el voto del ultra conservador Vox, con un estimado de 40-44 escaños, para imponerse.
Ni siquiera la marca encabezada por Yolanda Díaz que arrancó con fuerza al agrupar partidos como Podemos y Más País, pero que se fue diluyendo con el paso del tiempo, tendría con sus 32-35 escaños capacidad de desbancar a la fórmula de Feijóo y Santiago Abascal en una hipotética coalición con el PSOE.
La incapacidad de los socialistas para retener votantes pudiera influir de manera decisiva en el resultado de las venideras elecciones. Las encuestas indican que el PP le arrebataría al PSOE al menos el 12 % del electorado del 2019, a pesar de atraer por primera vez el voto de Ciudadanos ante el temor al pacto PP-Vox.
Una consecuencia directa de la inconformidad popular, sobre todo de la propia izquierda afiliada al PSOE, con el gobierno de Pedro Sánchez que, encima, se ha presentado con una retórica conformista, con pocas ideas claras y nula capacidad de reacción ante unos contrincantes con la intención de aprovechar al máximo el descontento de la clase alta y de los sectores menos favorecidos de la sociedad para dinamitar un ejecutivo con escasas luces y muchas sombras.
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